Europa Sur

POE, UN CRÍTICO EN LLAMAS

Páginas de Espuma emprende la edición al completo de los ensayos del escritor americano con la reunión en un volumen de sus reseñas literarias con traducción de Antonio Rivero Taravillo

- José María Rondón

La existencia de Edgar Allan Poe no fue extremadam­ente buena. Ni rotundamen­te mala. Sí fue escasa. Escribió con pulsión inagotable. Todo era folio y letra, como si adivinara que la vida se le iba a escapar antes de tiempo. Y siempre en él estaba la palabra, con qué fuerza. Poemas, algunos relatos como cumbre y una única novela, también extraña, con ánimo de precursora: La narración de Arthur Gordon Pym de Nantucket.

Miles de páginas escritas que, en muchos casos, tuvieron un extraordin­ario decantador: la crítica literaria que ejerció a lo largo de una década intensa, entre 1835 y 1845, en periódicos y revistas de Boston, Nueva York, Filadelfia y Baltimore.

En ese terreno poco explorado hace pie la primera entrega de los

Ensayos completos de Poe ahora publicados por la editorial Páginas de Espuma, con prólogo de Fernando Iwasaki y traducción de Antonio Rivero Taravillo. A este tomo inaugural, que alberga las reseñas literarias de escritores británicos y europeos y textos sobre la teoría poética y el papel de la crítica, le seguirán otros dos que verán la luz a lo largo de 2019 y 2020 dedicados a los autores estadounid­enses y sus reflexione­s sobre aquella pujante literatura, las semblanzas de muchos escritores coétaneos y una miscelánea de textos breves, principalm­ente aforismos y escolios.

Para medirle el alcance a este proyecto editorial hay que anotar que la faceta ensayístic­a de Edgar Allan Poe estaba aún pendiente de volcar al castellano, salvo un puñado de reflexione­s generales sobre la poesía y sobre la composició­n de El cuer vo. Se trata, por tanto, de “un material jugoso, divertido y extraordin­ario”, en palabras de Iwasaki, quien ya estuvo al frente, en 2008, junto a Jorge Volpi, de la edición de los Cuentos

completos del escritor, también para Páginas de Espuma. “Este volumen atesora las reseñas peor pagadas de la historia de la crítica literaria, pero Poe se las arregló para convertir la calderilla en oro”, añade el escritor peruano.

¿Qué crítico, entonces, se esconde detrás de un escritor tanta potencia? ¿Cuál era la medida literaria de un autor tan proyectado hacia el futuro? ¿Qué le interesaba de los textos que le iban llegando a la redacción del periódico? ¿Qué despreciab­a de ellos? De este primer avance de sus ensayos sale un Edgar Allan Poe luminoso, festivo incluso, dotado de una calentura contagiosa al emboscarse en el legado de los creadores que admira. Y, a la vez, el autor de Los

crímenes de la calle Morgue se revela como un investigad­or hondo y riguroso que asume la escritura como un espacio único, como una preocupaci­ón, como un mismo territorio de tensiones.

Así lo confiesa, a las claras, Rivero Taravillo en la introducci­ón a su colosal trabajo. “Poe es un crítico que a veces parece excederse en las loas, sobre todo de autores que hoy resultan poco menos que personajes desconocid­os, pero igualmente es bien capaz de ser temible en sus censuras y reproches. Es a menudo de un

Luego, el escritor fija con puntería los logros de otros que sí han dejado huella en los manuales de Literatura, como Elisabeth Barrett Browning, Edward BulwerLytt­on y Daniel Defoe. Pero, entre ellos, destaca Charles Dickens, a quien celebra como una gloria con apenas 24 años cumplidos: “Por lo que respecta a su autor sólo sabemos que se trata de un escritor de artículos socarrones más mordaz, agudo y disciplina­do que nueve de cada diez autores de los que escriben en Gran Bretaña, lo cual es decir mucho, ha de reconocers­e, cuando consideram­os la gran variedad de genuino talento y seria aplicación puestos en juego en la literatura en periódicos de la madre patria”.

Esta reunión de críticas y reflexione­s dispensan, finalmente, un juego de inf luencias al que seguir el rastro, como apunta Iwasaki en su prólogo. “La lectura de Barnaby Rudge [de Dickens] tuvo consecuenc­ias bienhechor­as para Poe, pues en la obra aparece un cuervo parlante llamado Grip, que grazna constantem­ente y donde percibimos el primer latido de El cuervo, presunción que se torna en certeza cuando descubrimo­s lo que Poe habría hecho con aquel cuervo de Dickens: Su graznido podría haber sido ‘proféticam­ente’ escuchado en el curso del drama. Su personaje podría haber realizado, respecto del idiota, el mismo papel que, en la música, el acompañami­ento en relación al canto”.

Poe hizo de la lectura, más que de la escritura, su pértiga hacia el mundo

 ?? D. S. ?? El escritor norteameri­cano Edgar Allan Poe (Boston, 1809- Baltimore, 1849).
D. S. El escritor norteameri­cano Edgar Allan Poe (Boston, 1809- Baltimore, 1849).
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