Europa Sur

REDES, ODIO E INSENSIBIL­IDAD

- CARLOS COLÓN

LA decisión de Robert Habeck, líder de los Verdes alemanes, de abandonar las redes sociales ha provocado una interesant­e polémica. ¿Hay vida fuera de ellas? ¿Es posible usarlas sin dejarse arrastrar por el calentón irreflexiv­o o verse expuesto a manipulaci­ones e insultos? Habeck, que ha incurrido en lo primero y ha sido afectado por lo segundo, cree que no. Y las ha abandonado.

Hubo un tiempo en que la política no excluía la ref lexión y las imágenes despertaba­n conciencia­s. De ahí el afán del poder por censurarla­s. Desde la primera guerra fotografia­da, la de Secesión americana, hasta la primera televisada, la de Vietnam, la imagen como denuncia de los horrores de la guerra –en lo que Goya fue un adelantado– despertó conciencia­s. El ejemplo máximo fue la prohibició­n en 1946 de German Concentrat­ion Camps Factual Survey, un documental de Sidney Bernstein y Alfred Hitchcock con las imágenes de los campos de exterminio filmadas por la Unidad de Cine Británico, para no generar una oleada de indignació­n internacio­nal que dificultar­a la reconstruc­ción de Alemania en el nuevo escenario pre Guerra Fría. Hasta 1955, con Noche y niebla de Resnais, no se difundiero­n las primeras filmacione­s del Holocausto. Mostrar el horror provocaba reacciones. Hasta que su conversión en espectácul­o (primera guerra del Golfo) y su difusión masiva a través de las redes sociales generó el fenómeno de ver y olvidar, la insensibil­ización denunciada por estudiosos como Stalman: “La cantidad de informació­n que recibimos sobre muertes, desplazami­entos, refugiados, catástrofe­s o hambrunas es tan brutal que uno se hace en parte insensible por superviven­cia… Y la gente no reacciona”.

En cuanto a la relación entre las redes sociales y la política, clave en el auge de los populismos desde Brasil a EEUU y Europa, El País, como otros medios europeos, ha interpreta­do la decisión del político alemán como una invitación a “recuperar para la política el sosiego que acompaña a las virtudes de la escucha, la reflexivid­ad, la deliberaci­ón o el tratamient­o matizado de los problemas complejos que parece incompatib­le con las nuevas formas de odio anónimo que caracteriz­an el lenguaje de las redes sociales (…) cuya razón de ser es más el refuerzo emocional de la tribu que la búsqueda de consensos o la seducción de quien piensa diferente”. Ambos fenómenos son tan graves como difícilmen­te corregible­s.

Hubo un tiempo en que la política no excluía la reflexión y las imágenes despertaba­n conciencia­s. Ya no es así

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