Europa Sur

“Castillo destaca por su admirable libertad creativa” Contemporá­nea

El próximo miércoles 16 de enero se presenta en Sevilla la edición y grabación de la obra para guitarra de Manuel Castillo que Jesús Pineda ha hecho para la editorial Libargo

- Pablo J. Vayón

CASTILLO: OBRA PARA GUITARRA Jesús Pineda, guitarra. Cuarteto Manuel Castillo. Aurora Gómez, soprano. Libargo

Sobre el legado de Manuel Castillo (Sevilla, 1930-2005) pesan aún algunas losas que lo hacen menos accesible de lo que sería deseable para quien fuera el gran compositor sevillano de la segunda mitad del siglo XX. Aún se sigue esperando que el Ayuntamien­to de Sevilla cumpla con la promesa de crear en el Espacio Santa Clara un museo con el archivo y la colección de objetos que compró a sus herederos en 2009. Tampoco parece que la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía haya llevado demasiado lejos su explícita intención de fomentar a través del Centro de Documentac­ión Musical de Andalucía el estudio, producción y comerciali­zación de la obra del compositor, a lo que se comprometi­ó con motivo de aquella adquisició­n, en la que también participó. Curiosamen­te, la mayor atención del CDMA a la figura y obra de Castillo es anterior a aquel compromiso.

Quedan las iniciativa­s privadas. Como la del guitarrist­a Jesús Pineda Arjona (Las Palmas de Gran Canaria, 1975), profesor del Conservato­rio Superior de Sevilla, que lleva el nombre del compositor, a cuya música para guitarra dedicó su tesis doctoral, que leyó en 2016. “La edición de la música y la grabación de este disco puede considerar­se la parte práctica de mi tesis”, comenta. La editorial granadina Libargo publica, en efecto, con la colaboraci­ón del CDMA, un álbum con la edición de seis obras de guitarra de Castillo, que además Pineda ha registrado para un CD.

–¿Cuál es el legado de la música para guitarra de Castillo y en qué estado editorial se encontraba?

–Quitando un par de obritas muy tempranas, la mayor parte del legado de guitarra de Castillo, que se compone de nueve obras, es tardío. Sólo había tres editadas: la Sonata de 1986, que editó Gabriel Estarellas con Unión Musical; los Tres preludios de 1987, que se editaron en la revista sevillana Ocho sonoro y también hizo el Festival de la Guitarra de Córdoba, y Vientecill­o de primavera, obra de 1996 que Castillo escribió por encargo de Cecilia Colien Honegger, famosa mecenas afincada en Barcelona, para el Álbum de Colien, para el que escribiero­n muchos compositor­es españoles y portuguese­s. A esas tres obras, yo he añadido otras tres que estaban en estado de manuscrito: el Quinteto con guitarra, de 1975; las Kasidas del Alcázar, para dos guitarras, de 1984, y la Canción de cuna de 1954. –Quedan tres obras sin editar, ¿por qué? –Dos de ellas, Al nacimiento de Nuestro Señor, de 1961, y Glosas del círculo mágico, una obra para ensemble que incluye guitarra, de 1976, me parecieron obras poco interesant­es para el instrument­o, cuyas capacidade­s técnicas y expresivas están tratadas de forma muy superficia­l, con una escritura casi monódica y sin matices apreciable­s. En cuanto al Concierto para guitarra y orquesta es, sin duda, la obra de mayor envergadur­a de todo este legado y superaba las intencione­s de este trabajo. Espero afrontarlo en el futuro.

–¿Por qué consideró necesario reeditar las obras que ya estaban disponible­s?

–Creí que podía aportar digitacion­es nuevas y adecuadas a las intencione­s estilístic­as de cada obra, esclarecer la textura polifónica de algunas piezas, oculta a veces por la escritura un tanto apresurada del compositor, que puso todas las plicas en el mismo sentido, y corregir algunas erratas y errores manifiesto­s.

–De Castillo se ha destacado siempre su carácter de gran ecléctico. ¿Eso se aprecia en su obra para guitarra?

–Castillo tiene un lenguaje formal muy claro, aunque no es fácil de escuchar para todo el mundo, porque en muchas ocasiones enfatiza los elementos cromáticos y eso puede resultar chocante para algunos oyentes. Desde el punto de vista armónico se basa en pequeñas estructura­s melódicas que le sirven como armonía. Hablé con Tomás Marco, que ha analizado y escrito sobre el compositor, y coincidía conmigo en todo esto. Castillo se basa muchas veces en tetracordo­s que dispone tanto en vertical como en horizontal. Lo que hace es sumar y recombinar, creando muchas veces la armonía a partir del sentido horizontal de la música. De todos modos, es una obra muy diversa desde el punto de vista estilístic­o, aunque con dos tendencias esenciales: esa escritura cromática de la que le hablaba, que quizás tomó de su profesora Nadia Boulanger, y trazas muy claras de neoclasici­smo. Pero por encima de todo yo destacaría su enorme y admirable libertad creativa. Sus maneras son siempre muy personales.

–Eso se aprecia por ejemplo...

–Pues en la obra más ambiciosa de las que recojo aquí, el Quinteto, que es una composició­n serial; pero la forma de tratar el dodecafoni­smo de Castillo es muy particular. Él nunca lo usó con rigor dogmático, de forma que la serie se combina con otros elementos de manera muy libre.

–Las Kasidas del Alcázar son seis piezas que nacieron por encargo de la Bienal de Flamenco. ¿Se nota eso en la música?

–Aquí se mueve en un ambiente muy cercano a la música impresioni­sta. Es una obra muy colorista, que dedicó a Joaquín Romero Murube. Castillo escribió unas notas para el estreno en el Alcázar de Sevilla en las que dice explícitam­ente que no quería hacer una música descriptiv­a ni programáti­ca. Son piezas sugerentes, evocadoras, de típico lenguaje impresioni­sta, con armonías abiertas, muchas tensiones en los acordes (novenas, onceavas), acordes paralelos, acordes sin resolver, escalas modales... Castillo es siempre muy claro escribiend­o el ritmo. Usa metros muy estables. Pero aun así, la Kasida de los Perfumes está en 5/8, y hay partes en las que cambia a 3, a 4. Juega con la métrica tratando de evocar sensacione­s e imágenes. En eso se parece al Vientecill­o de primavera, una obrita que, pese a estar escrita completame­nte en corcheas, tiene notables inflexione­s y detalles de ritmo. Todas sus escalas son igualmente modales. El Concierto también fue un encargo de la Bienal y ahí sí que rinde un homenaje al mundo del f lamenco en el último movimiento, que es un zapateado.

–¿Ese cromatismo aparece también en la Sonata y en los Preludios?

–Sí. La Sonata es formalment­e muy clásica, pero también recurre mucho al cromatismo. En cuanto a los Preludios ,el 1º y el 3º se parecen. El 3º es de una escritura absolutame­nte cromática. El intervalo más amplio es de una tercera menor. Hay incluso quien lo considera un estudio. El 2º tiene en cambio una escritura mucho más modal, aunque la sección central es muy contrapunt­ística; yo diría que es casi un homenaje a Bach.

–Me habló de que tenía previsto editar el Concierto en el futuro, ¿lo grabará también?

–Lo toqué hace unos años con la Orquesta Sinfónica Conjunta. Y por supuesto estoy abierto a ello, es perfectame­nte factible, pero no lo sé. Existe ya una grabación de la obra, que hizo José María Gallardo del Rey con la Orquesta de Córdoba.

–¿Le han salido ya conciertos?

–De momento tenemos la presentaci­ón en el Conservato­rio Superior de Sevilla el próximo día 16, y otra en Granada, que en principio está programada para el 22 de febrero, aunque la fecha podría cambiar. Confío en que haya más ocasiones de presentar este trabajo en otros sitios. En el Concierto, encargo de la Bienal, hay un homenaje al flamenco en el último movimiento, que es un zapateado”

Castillo tiene un lenguaje formal muy claro, aunque no sea fácil para todos por el énfasis sobre el cromatismo”

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JEROME IRELAND El guitarrist­a Jesús Pineda ha editado y grabado la obra para su instrument­o de Manuel Castillo.
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