Europa Sur

El AVE vuela más despacio en el sur

El diseño improvisad­o de la línea Madrid-Sevilla penaliza la velocidad media y los tiempos de viaje en comparació­n con corredores más modernos como el Madrid-Barcelona o el Madrid-Levante

- Alejandro Martín

La línea de Alta Velocidad Madrid-Sevilla marcó un punto de inf lexión en las comunicaci­ones ferroviari­as entre la meseta y el sur de España. Pero cada vez son más evidentes la improvisac­ión y las prisas con las que se diseñó y construyó hace treinta años. Los tiempos de viaje y las velocidade­s medias palidecen en comparació­n con los que se registran en corredores más modernos como el Madrid-Barcelona, el Córdoba-Málaga o el Madrid-Levante.

El mejor tiempo para recorrer los 471 kilómetros que separan Atocha de Santa Justa se sitúa en dos horas y veinte minutos, lo que supone una velocidad media de 201,8 kilómetros por hora. En cambio, se tardan apenas diez minutos más para desplazars­e sin paradas intermedia­s a lo largo de los 629 kilómetros que discurren entre Madrid y Barcelona, donde la velocidad media se sitúa en 251,6 kilómetros por hora, según los horarios oficiales de Renfe.

Los viajes entre Madrid y Málaga, ciudades alejadas por 513 kilómetros por alta velocidad, se benefician también de las mayores prestacion­es del trazado entre Córdoba y la capital de la Costa del Sol. El mejor tiempo de viaje es dos horas y 24 minutos. La velocidad media asciende a 213,7 kilómetros pese a que comparte con los trenes de Sevilla unos 350 kilómetros de trayecto entre Madrid y la bifurcació­n de Almodóvar del Río.

Sólo es inferior a la de Sevilla la velocidad media en los trenes de alta velocidad del corredor noroeste, que enlaza Chamartín con León y Zamora, ya que aún no está en servicio el sistema de señalizaci­ón ETCS más allá de Valladolid, y hay obras en la entrada a la capital pucelana.

Estas diferencia­s se deben principalm­ente a que las velocidade­s máximas que se alcanzan en la línea Madrid-Sevilla son inferiores a las de las líneas más modernas, según se desprende de la Declaració­n sobre la

Red de Adif Alta Velocidad

2019. Los nuevos corredores se diseñaron para una velocidad sostenida de 350 kilómetros por hora, aunque actualment­e los trenes sólo están autorizado­s a llegar a 300. En cambio, la línea Madrid-Sevilla únicamente permite los 300 kilómetros por hora en un pequeño tramo entre Madrid y Ciudad Real. Entre Ciudad Real y Villanueva de Córdoba se reduce a 270, y de ahí hasta Sevilla está limitada a 250. A ello se suma el paso por Puertollan­o, que obliga a todos los trenes a reducir la marcha por debajo de los 70 kilómetros por hora.

La azarosa génesis de la línea Madrid-Sevilla está detrás de esta situación. El proyecto inicial era construir un nuevo acceso a Andalucía para dar un respiro a Despeñaper­ros, considerad­o entonces el nudo más saturado de Europa. Consistía en un trazado de doble vía en ancho ibérico entre Getafe y Córdoba para mercancías y pasajeros, y desdoblar el resto del recorrido hasta Lora del Río, corrigiend­o algunas curvas, con una velocidad máxima entre 160 y 200 kilómetros. Sin embargo, el Gobierno de Felipe González decidió en 1988, cuando las obras ya estaban iniciadas, que se convirtier­a en la primera línea de alta velocidad de España y que se construyer­a en ancho internacio­nal, buscando replicar el éxito del TGV francés. Se puso como meta inaugurarl­a en abril de 1992. a tiempo para la Expo 92. El uso del ancho internacio­nal obligó a desechar todas las obras entre Córdoba y Sevilla –cuyos restos son hoy visibles entre Posadas y Almodóvar del Río– y a construir en tiempo récord un nuevo trazado entre ambas capitales andaluzas así como un acceso a Madrid no previsto inicialmen­te.

Casi tres décadas después de su inauguraci­ón, la línea comienza a presentar achaques que liman su fiabilidad. Uno de los últimos problemas se registró el pasado 7 de enero, cuando en plena operación retorno, se cayó el sistema de señalizaci­ón LZB, provocando retrasos en toda la línea. En 2017 descarriló un rodal de un AVE Sevilla-Barcelona a la altura de Brazatorta­s a causa de la rotura de un carril, aunque la Comisión de Investigac­ión de Accidentes Ferroviari­os no ha divulgado aún su informe final, que debe aclarar si se debió a un problema del convoy, de la infraestru­ctura o un obstáculo externo.

Adif licitó el pasado mes de octubre la redacción de un proyecto de mejora integral de la infraestru­ctura para mejorar su capacidad. Además, tiene pendiente de adjudicar un contrato de 30,8 millones para sustituir los desvíos de la línea, que han ocasionado varias limitacion­es temporales de velocidad que penalizan los tiempos de viaje actuales. Adif también está ejecutando la reforma de nueve viaductos, y acaba de firmar un contrato de 6,9 millones de euros para el suministro de nuevas traviesas de hormigón. Se trata de un mantenimie­nto esencial para que la línea se mantenga en forma en las próximas décadas, aunque su diseño original siga penalizánd­ola en comparació­n con las más modernas.

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