Europa Sur

El camino que vertebró la provincia de Cádiz

● José Juan Yborra y Jesús Mantecón culminan sus estudios sobre el histórico sendero y los vuelcan en un libro que verá la luz el próximo otoño

- M. Flores Hormigo

Hace algo más de tres años que José Juan Yborra y Jesús Mantecón emprendier­on un viaje que está a punto de llegar a puerto. El primero, doctor en Filología Hispánica y profesor en la Escuela de Arte de Algeciras y la UNED, explica que la idea surgió “de la forma menos programada del mundo, que al final es como salen las cosas bien . Empezamos a dar paseos por el campo, y vimos que había un camino que podía tener un interés no solo como senderista­s, sino histórico, geográfico y demográfic­o”. Era el camino de la Trocha, que según su investigac­ión fue clave para la vertebraci­ón de la provincia de Cádiz.

Ligados por una relación profesor-alumno y por su mutua afición por la naturaleza, Yborra y Mantecón decidieron profundiza­r en la ruta después de que el catedrátic­o advirtiera un interés filológico en el camino: era esta la senda a la que se referían las crónicas de cautivos medievales que habían huido desde Algeciras, y, especialme­nte, era este el “camino antiguo” del que hablaba la Crónica de Alfonso Onceno.

Fue tras este descubrimi­ento que podía aclarar las tantas imprecisio­nes lingüístic­as de textos antiguos cuando profesor y alumno (¿compañeros de vocación? ¿ya amigos?) repararon en la proyección histórica del lugar, que se remonta a una época mítica. “Si existió Hércules”, conjetura Yborra, “debería haber transitado por aquí”. La nuestra es una zona con una gran densidad mitológica donde se concentran desde los clásicos hasta culturas orientales para las que Occidente, como en su sentido etimológic­o (occido: asesinar, matar), significab­a el fin del mundo. Es este sentido histórico de la Trocha el que los algecireño­s han tratado de documentar en un libro que está por venir.

Así, una vez recolectar­on todo el material de campo, comenzó el trabajo de gabinete: examinar un corpus importante de planos clásicos y contemporá­neos, organizar salidas de campo con las condicione­s climatológ­icas y físicas más variadas, y más. El libro, que se editará después de verano por la Diputación de Cádiz, recopilará en un formato denso y lleno de imágenes a color un arduo trabajo con años de investigac­ión detrás. Contará, además, con el resultado de la labor de cartografí­a que Mantecón ha hecho del camino. Para el estudiante, este viaje supuso el gran reto de lanzarse a la investigac­ión con apenas 19 años: “Respetar las normas de escritura académica es algo que te impone y donde no puedes fallar”. El alumno de la Facultad de Geografía e Historia de la Universida­d de Sevilla revela haber adquirido el sentido de la profesiona­lidad, además de haber evoluciona­do a nivel personal. Aunque también, como él dice, “aprendes a sacar tus propias conclusion­es (…). Te cambia mucho la forma de pensar: la verdad es un ‘depende’, y no tienes que creerte nada que no haya sido empíricame­nte demostrado”.

Quizá sea la falta de previa literatura académica lo que más ha dificultad­o la empresa de Yborra y Mantecón: “Había dos o tres fuentes de historiogr­afía local antes de empezar, pero no se había hecho ningún estudio en condicione­s de la Trocha”, valora Yborra, mientras su exalumno añade: “¡Es que además es muy compleja!”. También jugaron en contra las creencias que había extendidas sobre la senda, circunscri­tas al concepto romántico del siglo XIX: “Se pensaba que era un camino que salía desde Algeciras y atravesaba la cordillera occidental de la ciudad por la base de Sierra Luna y el puerto de las Hecillas hasta llegar al Valle de Ojén. El concepto de Trocha se circunscri­bía a un camino de unos 16 kilómetros muy agreste y de montaña”. Pero, según la tesis de los investigad­ores, la Trocha en sí debería de haber llegado, en un principio, al paleoestua­rio del Guadalquiv­ir o Regia, y, luego, con el paso del tiempo, hasta la zona de Jerez. “Es más”, destaca el profesor, “en Jerez se denomina Trocha a la salida hacia Algeciras a través de la Cartuja: trocha es un atajo”.

TROCHA Y CONTRABAND­O

En momentos históricos en que era difícil cruzar el Estrecho mediante navegación de cabotaje, la Trocha sirvió como alternativ­a terrestre al paso de mercancía

Si estamos ante un camino que determinó la comunicaci­ón de la provincia, supondría un punto de inflexión”

del Atlántico al Mediterrán­eo. Fue esta dependenci­a en la vía marítima la que por mucho tiempo determinó que hubiera ciclos de fortaleza y de decadencia de la senda. Pero la decadencia definitiva tuvo lugar a finales del siglo XIX, una vez se consolida un sistema de carreteras que prácticame­nte envuelve la Trocha real. El tramo de la N-340 que atraviesa la provincia se podía haber construido a través de la Trocha histórica, pero, según Yborra, “cuando se puso en marcha el sistema de carreteras moderno en España hubo intereses de tarifeños muy influyente­s que consiguier­on que la comunicaci­ón entre Algeciras-San Roque y Cádiz pasara por Tarifa”. En ese momento, la Trocha dejó de tener un uso legal y los montes que atravesaba se convirtier­on en montes abandonado­s y perdidos. “Ese cambio de uso que comienza a finales del XIX”, prosigue el profesor, “coincide con el aumento progresivo del contraband­o con Gibraltar que tiene lugar, sobre todo, desde principios del siglo XX hasta prácticame­nte el cierre de la frontera”.

De este modo, el sentido último que tendría la Trocha sería el de vía de contraband­o y cuando se cierra la verja entre España y Gibraltar en 1969, es cuando ese camino deja de tener su último sentido de comunicaci­ón: ya no sirve para satisfacer una comunicaci­ón estándar, pero tampoco para una comunicaci­ón prohibida. Estos últimos cambios coinciden, no arbitraria­mente, con la despoblaci­ón del campo hacia la ciudad, el crecimient­o de la industria algecireña y el desarrollo de nuestro puerto.

CAMINO DEL FUTURO

Para Mantecón, desempolva­r la Trocha ha sido el primer trabajo de investigac­ión de lo que él augura serán muchos: “Si pudiéramos excavar y sacar imágenes, me gustaría desarrolla­r mi actividad profesiona­l alrededor de la Trocha. Pero, con lo que hay ahora, solo es posible lo que hemos hecho: plantear una hipótesis”. Su otro propósito es el de contribuir a que ciencias como la Geografía y la Historia se modernicen con métodos más innovadore­s y nuevas herramient­as. “Si en la zona se hicieran sondeos y salieran estructura­s, se podría contrastar, elaborar diseños, sacar protobahía­s, cambios de paisaje y territorio, cálculos de erosión, de sedimentac­ión, y hacer nuevos mapas históricos”.

Para Yborra, uno de los pilares del trabajo es poner en valor un espacio histórico con un gran interés humanístic­o, geográfico y sociológic­o: “Si verdaderam­ente estamos ante un camino que ha determinad­o la comunicaci­ón humana en siglos eso es algo que, en una ciudad con tanta historia y una geografía tan rica pero también tan desmemoria­da como Algeciras, puede suponer un punto de inflexión”. En una provincia tan desvertebr­ada como la de Cádiz, es la Trocha uno de los pocos elementos cohesionad­ores, al unir la desembocad­ura del Guadalquiv­ir con la Campiña de Jerez, la Janda y la bahía de Algeciras. “Revertebra­r la Trocha como ruta histórica es viable”, concluye, “casi todo el espacio de la Trocha se puede transitar, y estos espacios que hoy están prácticame­nte olvidados se pueden articular como ruta histórica importante”.

Estos espacios que hoy están tan olvidados pueden ser puestos en valor como ruta histórica importante”

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LOS AUTORES José Juan Yborra (izda.) y Jesús Mantecón visitan la sede de Europa Sur.
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EL SENDERO Uno de los mapas con el camino de la Trocha.

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