Atajate, un pueblo que busca no morir
Los vecinos del pueblo más pequeño de Málaga critican la falta de trabajo para los jóvenes o el servicio bancario
La Serranía de Ronda es una de las zonas más afectadas por la despoblación rural, con numerosos municipios que no alcanzan los 300 habitantes. Entre ellos Atajate, el municipio con menos habitantes de toda la provincia con un censo de 169 residentes.
La descripción de la zona es similar a otras muchas en España, con una escasa o nula apuesta de las administraciones durante años, malas comunicaciones, pérdida de servicios y falta de oportunidades para los jóvenes, obligados a emigrar.
En este tiempo los pequeños municipios han ido perdiendo servicios, con menor presencia de oficinas bancarias, o están teniendo muchas dificultades para poder contar con colegio público, consultorio o farmacia.
Atajate es una de las localidades afectadas por el cierre de la oficina bancaria, de la farmacia o la pérdida de horarios de atención en el consultorio médico. No obstante, en los últimos tiempos el municipio recobró el servicio de medicamentos mediante un pequeño despacho que abre dos horas al día y el consultorio médico. Además, también hay tres bares, entre ellos un restaurante, y el hogar del pensionista está en obras.
“Ahora hemos mejorado en servicios, pero el gran problema lo seguimos teniendo en la falta de empleo”, explica Claudia Sow, una joven de 22 años que está ocupada gracias a un plan especial de empleo de la Junta ue se realiza a través del Consistorio. Sow cuenta cómo muchos de los jóvenes de la localidad trabajan en estos momentos en Ronda, ciudad a la que se desplaza a diario, por lo que algunos suelen terminar por marcharse allí a residir. Otros, debido a su formación, han tenido que irse a municipios más lejanos, como Archidona, para encontrar un trabajo acorde.
Las palabras de Sow las ratifica Mariluz Carrasco, una vecina que estos días también trabaja gracias a los planes de empleo, y que insiste en la necesidad de contar con oportunidades para que los jóvenes no se tengan que marchar para tener un futuro.
Carrasco ve una oportunidad en la posible reconversión del edificio que en el pasado ocupó la Caja de Ahorros de Ronda –hoy Unicaja– en una residencia para ancianos. “Daría mucho trabajo para un pueblo como el nuestro”, señala Mariluz. De momento, se conforman con algunas pequeñas obras.
La propuesta de situar cajeros automáticos en los consistorios de estos pequeños municipios que se lanzó desde el nuevo gobierno de la Diputación de la Diputación de Málaga ha sido bien recibido, pues en la actualidad se tienen que desplazar a Ronda para hacer una gestión, en especial, las personas mayores, con más dificultades a la hora de realizar trámites digitales.
Dentro de este panorama, hay jóvenes que deciden hacer el viaje contrario y dejar su vida en una gran ciudad para vivir en un pueblo pequeño. Es el caso del farmacéutico Juan Manuel Palacios, que abrió el servicio de botiquín de Atajate hace un año y que regenta la farmacia de Jimera de Líbar, localidad en la que se instaló procedente de Algeciras.
Después de tener conocimiento que se vendía la botica de Jimera de Líbar, Palacios decidió “mirar si los números salían” y optó por volver al municipio natal de su madre. “Hemos buscado tener una mejor calidad de vida”, explica Palacios, quien asegura que no tarda más que en Algeciras en llevar a su hija a la guardería en Cortes de la Frontera, ya que su mujer trabaja con él en la farmacia. Además, destaca la tranquilidad y la libertad que conlleva vivir en los pequeños municipios.
De igual modo, destaca el trato más cercano con los vecinos de ambas localidades, en las que existe una mayoría de población de la tercera edad. “Es muy cercano”, al tiempo que asegura que no dudan en llevarle productos de la huerta cuando en las temporada. Mientras tanto, en el consultorio médico también pasan consulta tres veces a la semana un facultativo y una enfermera, un sistema que fue modificado recientemente, ya que con anterioridad los dos profesionales iban por separado.
La posible construcción de una residencia es vista por los vecinos como una esperanza