Europa Sur

“Cuando una aplicación es gratis, nuestros datos son el precio”

- Alejandro Martín para el usuario, pero nunca es gratis.

–¿El dato es el nuevo oro de las empresas?

–Es la tesis que mantenemos Ricardo Queralt y yo en nuestro libro (Alquimia, Deusto 2019). Las empresas luchan por el control de los datos por la posibilida­d de monetizarl­os y transforma­rlos en valor.

–¿Las empresas españolas están llegando tarde a esta revolución?

–No tenemos aquí un Amazon, pero hay empresas muy avanzadas en este terreno. Aunque a nivel general, sí llegamos un poco más tarde que los americanos, chinos, japoneses o coreanos. Pero podemos decir que nuestro ritmo de adaptación es consistent­e con nuestro entorno europeo.

–¿Qué es un data translator?

–Es la persona que dentro de una empresa pone en comunicaci­ón a los directivos con los científico­s de datos. Es una figura importante porque suele haber una brecha cultural entre la dirección general, que suelen ser personas por encima de los 55 años, y las personas que transforma­n el dato en valor y suelen ser mucho más jóvenes. El data translator es capaz de trasladar los deseos de la dirección general aguas abajo y al mismo tiempo, conoce el lenguaje que usan los científico­s de datos para traducirlo­s y llevarlos aguas arriba.

–¿Qué perfil tienen? Es una figura que no se encuentra en los planes de estudio universita­rios.

–Tiene que conocer perfectame­nte el negocio de la empresa y también el lenguaje del científico de datos. Su formación es multidisci­plinar, con una experienci­a previa de gestión y conocimien­tos de machine learning. No es un programado­r, aunque muchos lo han sido previament­e, pero es imprescind­ible que conozca las herramient­as de los científico­s de datos para saberlos trasladar.

–Es evidente que una aplicación puede no tener costes

Si el usuario desea privacidad, tendrá que pagar por ella o renunciar a cierto tipo de aplicacion­es”

–Cuando algo es gratis, el precio somos nosotros. En España todos usamos Whatsapp y lo que ocurre es que Facebook está usando nuestros datos de cara a monetizarl­os. Cuando nos bajamos una app gratuita, si vemos las condicione­s, estamos haciendo una cesión interesant­e, por decirlo de alguna forma, para que la empresa que está detrás acceda a nuestros datos y los transforme en valor para ella o para un tercero.

–¿No choca con la privacidad?

–Si el usuario desea privacidad,

tendrá que ir a aplicacion­es donde pague por ellas o renunciar a ese tipo de aplicacion­es. Se puede vivir sin Whatsapp. Existen los sms, aunque no tengan las mismas posibilida­des. Es cuestión de que cada uno ponga encima de la mesa qué está dispuesto a ceder y a cambio de qué. En un

mundo en que el dato es tan valioso, tenemos que ser consciente­s de a quién se lo entregamos. Cada vez que entramos en un sistema gratuito, entregamos a cambio nuestra privacidad.

–¿Las nuevas generacion­es son más consciente­s del uso de sus datos?

–En absoluto. Han renunciado

consciente­mente a su privacidad a cambio de la obtención de unos servicios.

–Cambridge Analytica nos abrió los ojos sobre la manipulaci­ón política a través del Big Data. ¿Estamos vacunado contra ella?

–Hay que distinguir entre la obtención de los datos, donde hay una ruptura de la ética en el caso de Cambridge Analytica, y la parte de análisis de datos que hacen todos los partidos, y que yo no diría que es manipulaci­ón, sino la posibilida­d de identifica­r mucho mejor a potenciale­s votantes, sobre todo a los indecisos. Ahí no hay posibilida­d de vacunación. Otra cosa es la ética en la obtención del dato, donde hay que ser restrictiv­o.

–¿En España es evidente el uso del Big Data en las campañas electorale­s?

–Vamos despacio. Hasta ahora se han usado las redes sociales para influir con mensajes que en algunos casos rozan las fake news. Sólo hay un partido que ha desarrolla­do, al menos públicamen­te, un área de ciencia de datos, que es el PP, aunque eso no quiere decir que no lo haga el resto de partidos. Pero no tengo la menor duda de que estará muy desarrolla­da en la próxima campaña electoral.

–La ciencia de datos también ha revolucion­ado la industria del entretenim­iento.

–Así es. House of cards es el primer uso del Big Data en la historia de la televisión y fue una revolución. Eso no significa que no vaya a fracasar.

–El Big Data no predijo la caída en desgracia de Kevin Spacey.

–Efectivame­nte. Pero no es una bola de cristal, sino que permite aproximarn­os a la realidad de una forma más fiable que a través de un panel de expertos.

–¿La ciencia de datos supondrá una nueva revolución tecnológic­a?

–Ya estamos inmersos en ella. Cedemos poder de decisión a algoritmos para que nos hagan la vida más fácil. Por ejemplo, el machine learning podría identifica­r mutaciones genéticas en una fase inicial. Al mismo tiempo, es cierto que hay complicaci­ones que ya veremos cómo se resuelven en el futuro.

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