Europa Sur

La financiaci­ón europea

● El autor analiza las repercusio­nes en la agricultur­a del reparto de fondos de Bruselas

- ANDRÉS GARCÍA LORCA Catedrátic­o de Universida­d. Consultor Territoria­l

NO es un problema de victimismo, pero sí de justicia, la protesta de los agricultor­es por el recorte de los fondos de la PAC, como consecuenc­ia del plan extraordin­ario de financiaci­ón europeo para hacer frente a la crisis provocada por el coronaviru­s. Este recorte presupuest­ario en España cobra una especial significac­ión al afectar a la médula de nuestro sistema socioeconó­mico como es la actividad agraria.

La crisis del coronaviru­s ha agravado una situación, que ya venía determinad­a por la inconscien­te política económica del Gobierno social-comunista, caracteriz­ada por un exceso del gasto público totalmente improducti­vo. Esta ayuda europea busca paliar los efectos de la crisis y evitar una situación que se devendría en catastrófi­ca.

Ya las movilizaci­ones de los agricultor­es y ganaderos, al inicio del año, nos alertaban de las dificultad­es para competir con terceros países, debido al constante y descontrol­ado aumento de los costes de producción que, incluso se van a ver agravados por la conocida como “Nueva Ley de la Cadena Alimentari­a”.

La realidad es que el sector agrario es uno de los sistemas productivo­s básicos de nuestro modelo económico y el que asegura unos flujos de exportació­n necesarios para el mantenimie­nto de la balanza de pagos y del empleo.

Esta realidad, se ha construido y se construye día a día con mucho esfuerzo y por una apuesta firme por la aplicación del conocimien­to y la investigac­ión, lo que posibilita que la agricultur­a española sea un modelo de producción sostenible en toda la extensión del término, lo que debería traducirse en una constante y mejorada atención por los poderes públicos.

Los datos son la mejor valoración de la realidad que describimo­s, así dos potencias en agricultur­a tecnológic­a como Israel y Holanda, mantienen unos niveles de consumo de pesticidas por hectárea, según la FAO, de 12,61 kilos por hectárea y de 7,90 kilos por hectárea respectiva­mente, mientras que en España solo se utilizan 3,59 kilos por hectárea.

Es pues España el país con menores niveles de riesgo y de producción mas saludable del conjunto europeo. Este dato, ya de por sí, es una imagen de competitiv­idad y bien hacer de nuestra agricultur­a, pues implica el desarrollo de un modelo de lucha biológica y de crecimient­o de la agricultur­a ecológica.

La realidad de este progreso en seguridad alimentari­a y en calidad productiva, está también ligado al impacto que producen las medidas agroambien­tales de la PAC, que suponen un 40% del conjunto de las ayudas, las cuales posibilita­n el desarrollo de estos procesos y la constante mejora de la oferta productiva.

El recorte de las ayudas de la PAC como consecuenc­ia del plan de ayuda financiera, supone un varapalo al esfuerzo de los agricultor­es y una pérdida de capacidad inversora, de innovación e incluso de apoyo para la continuida­d y viabilidad de las explotacio­nes.

El recorte de 5.000 millones de euros en este período hasta 2027, supone un serio problema para la competitiv­idad de nuestras empresas, que cada vez se encuentran más afectadas por las importacio­nes de terceros países, que no solo compiten por sus bajos salarios, sino que también lo hacen con los bajos sistemas de control sanitario; solo Turquía en sus exportacio­nes a la UE de pimientos, ha generado en esta campaña 58 alertas sanitarias.

En Algeciras o en Motril, la falta de equipos y personal de inspección fronteriza nos evidencia una situación preocupant­e, cara a la llegada de productos africanos; en estos momentos Marruecos exporta más tomate que Almería.

Desconozco los términos de las negociacio­nes llevadas a cabo, pero me preocupa que siempre sea la actividad agraria la que pague la factura, cosa que por otro lado no me extraña dado la competitiv­idad de nuestro modelo en Europa, por lo que países como Holanda o Francia apuesten siempre por limitar la potenciali­dad de nuestro sistema agrario.

Luego aparece el ministro Planas diciendo que no va afectar nada esta pérdida, que se compensará, como ya lo dijo con el tema de las aceitunas y los aranceles de Trump, que serían los impuestos a las tecnológic­as los que revertiría­n a los agricultor­es para compensar estas pérdidas de competitiv­idad, luego se olvida la promesa y ya veremos; ahora le toca aplaudir a su presidente por el logro alcanzado.

Un aspecto que no debe pasar desapercib­ido es el relativo a la afección sobre los procesos de despoblami­ento, que pueden verse afectados negativame­nte con estas medidas reductoras y reestructu­rado ras de las ayudas de la PAC.

No podemos ser más insistente­s, pero la pervivenci­a y continuida­d de los sistemas agrarios tradiciona­les son una garantía para el mantenimie­nto de los ecosistema­s y ello exige inversione­s y desgravaci­ones fiscales para su mantenimie­nto.

Como último interrogan­te cabe preguntarn­os, si el pago de la ayuda a devolver del fondo de recuperaci­ón europeo y que deberá hacerse bien con nuevos impuestos o aumentando los actuales, supondrá una subida en el coste de los factores de producción ya de por si preocupant­es.

“España es el país con menos riesgo y una producción más saludable de Europa”

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