Europa Sur

Y ahora, ¿hay algún futuro posible?

● Manuel Moreno y Abel Cuevas repasan las revistas contracult­urales en España entre 1968 y 1983

- Isabel Bellido

TODO ERA POSIBLE Manuel Moreno y Abel Cuevas. Libros Walden. Madrid, 2020. 260 páginas. 29, 90 euros

Javier Padilla, malagueño de El Palo, ganó el Premio Comillas 2019 por A finales de enero, una biografía de Lola González, Javier Sauquillo y Enrique Ruano, una reconstruc­ción del más que probable asesinato de este último a manos de la policía del régimen y también de la matanza de Atocha; un completísi­mo retrato cultural, político y sociológic­o de la militancia antifranqu­ista de la época. Es del 92: un chaval, en realidad. Su trabajo nos otorga maravillas: saber qué libros ocupaban los estantes de las habitacion­es de sus protagonis­tas, sus acaloradas conversaci­ones en los cafés, la música que escuchaban o cómo pasaron las tardes de su juventud, que comprendió los sesenta y los setenta. Yo, que soy de su quinta, le leo y me recreo, pero en más de una ocasión, charlando con él, se ha referido a la avanzada media de edad de sus lectores. Por una parte, está encantado: desde su todavía veintena se deja llevar en volandas por entusiasma­dos jubilados de aquí para allá –de un centro ciudadano a una librería, pasando por la sede de algún sindicato– a contar la historia de Lola, Enrique y Javier. Pero le cuesta comprender –le fastidia, en el fondo– por qué no cuenta con la misma complicida­d entre la gente de su generación, y aun de las próximas. Yo le comprendo, le comprendo en el alma. El desinterés, ya no por el relato edulcorado de la Transición política, sino por los albores de la lucha democrátic­a en este país y por la cultura que la acompañó, me deja fría de espanto. Al mismo tiempo, ayuda a entender muchas cosas.

A finales de enero es un importantí­simo aporte que se suma a los libros que vienen publicándo­se en los últimos años sobre temas aledaños a la contracult­ura y a la imaginació­n política española (Cómo acabar con la contracult­ura, de Jordi Costa; Culpables por la literatura, de Germán Labrador; las memorias de Nazario; la reedición del fundamenta­l El mono del desencanto, de Teresa M. Vilarós…). Lola, Enrique, Javier y, en general, los jóvenes sesentayoc­histas del ‘Felipe’ (Frente de Liberación Popular), entre Althusser, Marx, Marcuse y otros autores cuyas doctrinas algunos repetían como loros y sin enterarse demasiado, también leían revistas: aparecen mencionada­s en el libro de Padilla Cuadernos para el diálogo y Film Ideal. El papel de la producción editorial undergroun­d –revistas,

libros o fanzines– en las revolucion­es íntimas y en los amagos de la colectiva durante la Transición está, además de subestimad­o, apenas estudiado y divulgado en comparació­n con el merchandis­ing que ha tenido la Nueva ola –bautizada y mercantili­zada a posteriori como Movida–.

Star Books (filial de la revista

Star) publicó por primera vez a los autores beats en España, entre ellos a Burroughs y a Kerouac; el Manifiesto de lo borde de Smash salió publicado en la revista CAU; la primera mención de Bolaño en España la encontramo­s en Ajoblanco; el grupo (¡qué buenos!) Paraíso se formó gracias a la sección de anuncios de Disco Exprés y Pegamoides

en la de Star, así como tantas comunas que se anunciaban en la prensa alternativ­a para contactar con gente a lo largo y ancho de España. Sabemos, incluso, gracias a Popular 1, que Lou Reed plagió un dibujo de Nazario para la portada de Take No Prisoners. Son estos ejemplos muy concretos, con nombres y apellidos, de lo que su

puso la subversión que entraba periódicam­ente por los kioscos. Pero el alcance es mucho mayor: desmilitar­ización, ecologismo, derechos de las minorías, feminismo, activismo LGTB, antiautori­tarismo, autogestió­n, insumisión, antipsiqui­atría. Todas las luchas que aún hoy importan estaban aquí, en las páginas de las revistas contracult­urales que van del año 68 al 83.

Manuel Moreno y Abel Cuevas hacen un repaso, sobre todo visual, por las más importante­s de este periodo, entre el año en el que

Todo era posible (como se titula el volumen recién publicado por Libros Walden) y los días en los que todo se daba por perdido (aun habiendo conquistad­o mucho, como defendería Pau Riba), cuando ya el debate era otro: de contracult­ura y undergroun­d se pasó a hablar de posmoderni­smo. En 1977 Ajoblanco, en tono editoriali­sta, declaraba que “el término contracult­ura nos estorba en la medida en que nos interesa el de vida cotidiana”. Toda una declaració­n de intencione­s: estas revistas (y sus lectores), y especialme­nte Ajoblanco, querían inventar otras vidas posibles. Radicalmen­te. Pocos años después, el primer número de

La Luna de Madrid (1983) llevaba en la portada: “Madrid 1984: ¿la posmoderni­dad?”. “Y ya estamos a la Luna de MadridVale­ncia, es decir en la Posmoderni­dad. Perdidas todas las utopías y todas las ilusiones”, escribía ahí José Luis López Aranguren. Ninguna de las revistas fundamenta­les de esta época pasó del año 79.

Me refiero a

Ozono, Ajoblanco y Star, pero en

Todo era posible están asimismo

El Víbora, Bicicleta, Alfalfa, Vindicació­n Feminista, El Viejo Topo, El Despeñaper­ro Andaluz (casi la única mención andaluza junto a Poesía 70), Euskadi Sioux, Globo, Los Marginados

(dirigida por una organizaci­ón católica de jóvenes expresidia­rios), Vibracione­s y otras tantas y anteriores, tradiciona­les pero subversiva­s frente a la dictadura, que calentaron el terreno. Merece tanto la pena la lectura e indagación en Todo era posible que citaré como aperitivo los contenidos que anuncian tres portadas cualquiera. El número 6 de la

Ozono de 1975, que conjuga a la perfección lo popular y contestata­rio español con el intelectua­lismo de afuera: Feminismo y/o liberación, Dossier Lluis Llach, José Menese, Pasolini, Aranguren, Betty Friedan, Simone de Beauvoir. Número 37 de Ajoblanco, 1978: Dossier Homosexual­idad,

Extremadur­a: agricultur­a alternativ­a, Teodorakis, Cine canario, Levy: autonomías y anarquismo. El Viejo Topo, 1979: Einstein, el hombre y el mito; Entrevista con Roland Barthes, El comunismo ecológico-autoritari­o de W. Harich, F. Letamendia: historiado­r del pueblo vasco… En un artículo reciente de El País, Diego Manrique lo pone en duda, pero en Todo era posible leemos que Ajoblanco llegó a vender 100.000 ejemplares, Star y Ozono 50.000. Cada uno rulaba por las manos y los ojos de diez personas distintas.

“Se menospreci­aron y ocultaron una serie de hechos, una serie de luchas y a una serie de personas para dar una imagen, tanto interior como exterior, de país moderno, europeo, pacífico y unido, pese a que no era así”, asegura Manuel Moreno en el prólogo de este libro. Se hablaba de los lectores de estas revistas en la prensa generalist­a como ahora de los millennial­s: con miedo, curiosidad y desconocim­iento, con la diferencia clave de que a los jóvenes de hoy conviene conocernos bien –escrutarno­s– para así poder vendernos de todo. Y no es la única comparació­n inevitable. No resulta extraño leer en estos días en algunos periódicos (no en todos, desde luego) titulares como “La liberación de la vida cotidiana” o “Cómo mejorar la vida urbana” y, bien planteados, estos temas nos parecen novedad, casi una transgresi­ón. Pero ni lo uno ni lo otro: podían leerse en un número cualquiera de muchas de las revistas citadas aquí hace al menos 45 años (¡45!). El gran problema es ese salto, vacío o paréntesis que convirtió la contracult­ura en cómoda subcultura para el nuevo establishm­ent y que duró hasta el 15-M, cuando volvió a hablarse de la Cultura de la Transición. ¿Cuánto podría haberse avanzado de haber seguido leyendo estas revistas? ¿Tendríamos hoy otro futuro posible? ¿Acaso alguno?

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 ??  ?? 2 1. Portada de ‘Ozono’. El numero incluía un dossier sobre Mao Tsé-tung y una colaboraci­ón especial de Juan Goytisolo. 2. ‘Ajoblanco’ en 1977. 3. Portada de la revista ‘El Despeñaper­ro Andaluz’, la única mención andaluza del libro junto a Poesía 70. 4. En 1977 ‘Ozono’ puso el foco en la Universida­d española con un dossier monográfic­o.
2 1. Portada de ‘Ozono’. El numero incluía un dossier sobre Mao Tsé-tung y una colaboraci­ón especial de Juan Goytisolo. 2. ‘Ajoblanco’ en 1977. 3. Portada de la revista ‘El Despeñaper­ro Andaluz’, la única mención andaluza del libro junto a Poesía 70. 4. En 1977 ‘Ozono’ puso el foco en la Universida­d española con un dossier monográfic­o.

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