Europa Sur

Un adiós para salvar al Rey

Es una marcha temporal, no un exilio como le exigen los partidos republican­os, con el único objetivo de que sus dudosas operacione­s financiera­s no salpiquen a Felipe VI

- PILAR CERNUDA

LLEVABA más un mes dándole vueltas a su marcha de España. Una marcha temporal, en ningún caso definitiva. No se trata de partir hacia el exilio, como le exigían desde las filas de los partidos republican­os, sobre todo Podemos; ni de abandonar su residencia de La Zarzuela. Se va un tiempo, no se sabe cuánto, pero probableme­nte la duración la marcarán los procedimie­ntos judiciales abiertos contra Corinna Larsen, cuya relación con don Juan Carlos ha provocado los sucesos que ayer llegaron a su punto más doloroso. Para la Familia Real y para los que apoyan al rey Juan Carlos y a la Corona. Pero ayer será el día que marcarán en el calendario, como un triunfo, los republican­os, sobre todo los que forman parte del Gobierno. Que, por supuesto, no se conformará­n con el anunció del Rey emérito de que se va fuera de España: Felipe VI es el próximo objetivo.

Don Juan Carlos es perfectame­nte consciente de sus errores, pero también le duele la falta de apoyos ya no sólo a su figura, que tanto ha hecho por España, sino también a la Monarquía y a su hijo. Se va precisamen­te para no dañar una institució­n a la que ha dado todo, igual que a su país, lo que se olvida cuando se ha puesto en primer plano una vida personal poco ejemplar y unas operacione­s financiera­s también escasas de ejemplarid­ad. Aunque no son ciertas todas las operacione­s que han ocupado tanto espacio en los medios de comunicaci­ón, algunas perfectame­nte diseñadas no sólo para perjudicar la imagen del Rey emérito, sino para dar peso a quienes, incluso desde el Ejecutivo, utilizan la falta de ejemplarid­ad de don Juan Carlos para tratar de echar abajo, a continuaci­ón, el reinado de su hijo y a la Corona. Un dato lo avala: una ministra, Irene Montero, la pareja de Pablo Iglesias y número dos de Podemos, hizo unas declaracio­nes en las que criticaba de forma demoledora el comportami­ento de “los Borbones”, dando por hecho que don Felipe era como su padre.

A Juan Carlos I le ha dolido en primer lugar que su comportami­ento haya provocado una crisis tan grave y con tan serias consecuenc­ias. Le ha dolido la brecha que se ha abierto entre él y su hijo; estaba convencido de que si sumaban esfuerzos, podía haberse encarado la situación de otra manera, asumiendo él las responsabi­lidades pero sin que la figura de Felipe VI fuera puesta en cuestión. No por su comportami­ento personal e institucio­nal, impecable, sino porque hay todo un movimiento perfectame­nte diseñado que utilizaba sus errores para poner en cuestión que la Monarquía fuera la forma de Estado adecuada para los tiempos actuales.

El movimiento tenía a Podemos como principal impulsor, porque hay más partidos republican­os pero han sido más respetuoso­s con la Constituci­ón que el que abandera Iglesias. Una vez que entró en el Gobierno, apenas ningún ministro socialista ha defendido la Corona con la fortaleza que debe hacerlo un Ejecutivo obligado más que nadie a respetar y hacer respetar la Constituci­ón. Apenas Margarita Robles pronunció alguna frase en ese sentido; las declaracio­nes del presidente Sánchez fueron abiertamen­te de compromiso y escasament­e entusiasta­s. Lo que provocó que si algún socialista estuvo tentado de dar la cara por el Rey, no lo hizo. Con la excepción de Felipe González, que puso en valor el inconmensu­rable trabajo que hizo Juan Carlos I para convertir una dictadura en una democracia y, durante el mandato del socialista, realizó importante­s y delicadas gestiones en favor del Gobierno.

SU DESTINO

Hacía semanas que don Juan Carlos había tomado la decisión de marcharse de España para que cesara la presión sobre Felipe VI. Presión que incluía al propio Gobierno, con datos concretos que lo demuestran. Uno de ellos, la retirada al Rey emérito de su asignación, que no figuraba en la carta inicial que el Monarca envió a su padre antes de hacerla pública.

En estos meses en los que han sido tan escasos los respaldos llegados de España, que se pueden contar con los dedos de la mano, a pesar de cuánto ha trabajado con políticos, ministros y empresario­s para defender sus intereses, ya que eran los intereses de España, ha recibido sin embargo multitud de llamadas de personalid­ades internacio­nales de todos los sectores sociales, entre los que se encuentran jefes de Estado y de Gobierno que prefieren recordar su papel no sólo como impulsar de una nueva España sino como mediador en importante­s conflictos entre países que acudían al Rey español.

Han sido muchos los que le han ofrecido acogida, tanto en el plano personal, particular, como en el político, por lo que ha tardado un tiempo en decidirse a qué país viajar una vez que tomó la decisión de dejar temporalme­nte España.

Decisión tomada hace tiempo; el lugar a donde dirigirse, no. Se barajaron pros y contras, con la ayuda inestimabl­e del general Sanz Roldán, ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, el cargo militar más relevante tras el Rey, y después ex director del Centro Nacional de Inteligenc­ia, que ha sido el interlocut­or entre La Zarzuela y Jaime Alfonsín, jefe de la Casa de S.M. el Rey Felipe, cuando la mediación no ha sido directa entre don Juan Carlos y su hijo. Que han tenido alguna reunión, escasas, una de ellas con la presencia de Alfonsín.

Felipe VI conocía la decisión de su padre de alejarse de España durante un tiempo, incluso en las conversaci­ones mediadoras se pronunció la palabra “vacaciones” para alejar así que se mencionara “exilio”, como exigía el entorno podemita.

A la hora de escribir estas líneas no se conoce con seguridad su destino. Se ha barajado la posibilida­d que le ofrecían algunos emiratos árabes, con cuyos emires mantiene una relación muy estrecha, pero en La Zarzuela lo sopesaron con la máxima cautela para que la elección no perjudicar­a la imagen de la Monarquía, pues no hay que olvidar que algunas acusacione­s eran que aceptaba costosos regalos y prebendas de jefes de Estado árabes.

También se rumoreó la República Dominicana, donde cuenta con importante­s amigos en el mundo empresaria­l. En los últimos días –el Rey emérito quería marcharse cuanto antes a la vista de que cuanto más prolongaba su presencia en España aparecían más noticias demoledora­s, algunas falsas– se barajó la posibilida­d de realizar un crucero, a la espera de tomar la decisión adecuada.

La noticia, una de las noticias más relevantes de la historia de la España actual, es que don Juan Carlos abandona temporalme­nte su país para no perjudicar más a su hijo y a la Corona. Dónde va, es una noticia que se conocerá en las próximas horas.

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EDUARDO PARRA / EP

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