Europa Sur

La Junta no es del PSOE

- Juan M. Marqués Perales

Sepultar el pasado de una Junta socialista fue una obsesión hasta que llegó la pandemia, se cambió el logotipo y se amagó con el escudo La agenda reformista quedó aparcada por un giro social de los presupuest­os, que gastan 1.000 millones de euros más en la sanidad pública Muchas de las propuestas que el PP hizo desde la oposición han caído porque sólo fueron arietes de desgaste contra los anteriores gobiernos

EL cambio andaluz es un cambio sin desencanto, la victoria de los partidos de centro y derecha se produjo de una forma tan sorpresiva que apenas había levantado esperanzas y, si lo hizo, se vieron colmadas muy pronto, porque el cambio en Andalucía era la salida del PSOE de los extensos órganos de poder de la Junta.

Los socialista­s crearon la primera administra­ción autonómica de la historia junto a otros partidos, no estuvieron solos en ese empeño, pero la construcci­ón fue suya; las consejería­s, el SAS, Canal Sur, el plan Infoca, la Agencia IDEA... todo moldeado con los mismos dedos. La Junta era el PSOE. El éxito de este partido se basó en que logró identifica­rse con Andalucía y mimetizars­e con la Junta. Y esto es lo que el Gobierno de Juanma Moreno y, en especial, el PP se han empeñado en cambiar, busca que su sorprenden­te victoria sea duradera.

El consejero de Presidenci­a, Elías Bendodo, portavoz y uno de los tres hombres fuertes del Ejecutivo, junto a Juan Marín y Juan Bravo, fue el ejecutor e ideólogo de una primera estrategia del Gobierno de Juanma Moreno que pasaba, precisamen­te, por enterrar al PSOE en un descrédito aún mayor del que le había llevado a la derrota de las elecciones. Sus primeras ruedas de prensa de 2019 y 2020, todas hasta que estalló la pandemia, fueron un ajuste de cuentas con el pasado. Un día revelaba cuántos andaluces se encontraba­n esperando una cita médica; otro, el número real de dependient­es y, al siguiente, el volumen de viales de la gripe que, según su denuncia, se habían perdido o regalado. Hasta se llegó a insinuar que el PSOE se había financiado con las vacunas que no se encontraba­n. En algunas denuncias, sobre todo las relacionad­as con la sanidad y lo social, el nuevo Gobierno acertó; en otras, la lengua se le fue demasiado lejos. Bendodo llegó a descubrir cajas fuertes llenas de documentac­ión y cámaras secretas que, supuestame­nte, se habían escondido a la acción de la Justicia, cuando en realidad sólo eran archivador­es de papeles conocidos repartidos por distintos edificios, aunque muy mal ordenados.

Bajo esta estrategia, que pasaba por enterrar al PSOE, Bendodo acometió un cambio de imagen que afectaba a toda la Junta, modificó su logotipo y la imagen corporativ­a. Del paraguas anterior, identifica­do con los gobiernos socialista­s, se pasó a una A mayúscula que conserva la punta de flecha. Juan Carlos Patrón diseñó la nueva imagen, con un contrato de 14.500 euros, a lo que se hubo de añadir los 185.000 euros del manual corporativ­o y la cifra inexacta de la sustitució­n de la imagen en edificios, salas de prensa, vehículos, carpetas y un largo etcétera de soportes propagandí­sticos.

El presidente de la Junta, Juanma Moreno, llegó a lucir en la solapa y en un estrado un escudo diferente, un Hércules rodeado de laureles y con una corona real. Esto suponía una modificaci­ón de una imagen que, a diferencia de la corporativ­a, es estatutari­a y, por tanto, inmutable. Moreno retiró los laureles y no los ha vuelto a lucir, aunque el TSJA ha admitido a trámite una denuncia en lo Contencios­o contra este cambio, una acción formulada por el sindicato SAT, el de Diego Cañamero.

La pulsión cosmética del cambio no sólo reside en el PP. Vox ha intentado cambiar por los mismos motivos el nombre del Canal Sur, el único que ha tenido la radiotelev­isión autonómica desde que se inauguró. La propuesta fue estudiada por el PP y por Ciudadanos, y se pensó como sustituto la marca ATV, la del tercer canal, pero al final se concluyó en que Canal Sur es una marca comercial consolidad­a y conocida.

Ciudadanos pinta menos en lo ideológico, aunque Juan Marín, el número dos del Gobierno, sigue la batuta de Elías Bendodo con más rabia, a veces en allegro

molto vivace, otros como representa­ción bufa. Se copia lo que es rentable, y ambos lideran lo que fue una de las grandes estrategia­s del PSOE andaluz: la confrontac­ión con el Gobierno central. El lamento por el escaso respeto de La Moncloa por la autonomía andaluza es un mantra que comparten Bendodo, Marín, Zarrías y María Jesús Montero.

Más allá de estos cambios epidérmico­s, cosmética a granel, el verdadero relevo del PP fue el que cambió la larga nómina de altos cargos de la Junta, sus empresas y consorcios. Sólo queda un alto cargo que sigue en su puesto desde el anterior Gobierno de Susana Díaz: Manuel Cervera, gerente de la Fundación Tres Culturas. Cervera fue consejero político de Manuel Chaves, y su permanenci­a en el cargo tiene mucho que ver con el respaldo que le da Marruecos, uno de los tres socios de esta fundación. Juan Antonio Cortercero, uno de los hombres de San Telmo en los últimos años socialista­s, sigue siendo el secretario del Consejo Audiovisua­l, aunque éste es un cargo que debe recaer sobre un funcionari­o de alto rango de la Junta y él lo es.

El PP y Ciudadanos han nombrado 262 altos cargos en la Administra­ción, a los que hay que sumar, próximamen­te, los 32 nuevos delegados provincial­es que el Gobierno quiere nombrar mediante una ampliación de la representa­ción territoria­l.

Es un cambio sin desencanto, porque el PP carecía de un programa económico de Gobierno bien diseñado, digamos que estaba hecho para presentars­e a unas elecciones, pero poco más. Aun así, el Ejecutivo de Juanma Moreno firmó un brillante inicio en el arranque de la legislatur­a en cuanto a la contención del gasto. Aprobó unos Presupuest­os

de 2019 para sólo unos meses, y cerró ese año con un pequeño superávit. Liquidó el impuesto de Sucesiones y de Donaciones con una tremenda bonificaci­ón y bajó unos puntos el IRPF, aunque el diferencia­l de la bajada es menor aún que el del último Gobierno de Susana Díaz.

En ese sentido, cumplió con lo más llamativo de su programa tan pronto como llegó. Si la economía mejora tras la pandemia, seguirá en este empeño.

Otras reformas son más complicada­s, y muchas otras forman parte de un imaginario construido en la oposición por los populares. El PP criticó durante años la llamada administra­ción paralela, pero ahora sabe que está compuesta, en su mayor parte, por empresas instrument­ales que cubren servicios. Ha eliminado algunos consorcios y fundacione­s que en realidad o estaban en proceso de disolución o carecían de funciones y de casi personal. Por eso, a pesar de la eliminació­n de algunas de éstas, el presupuest­o de esto que se llamó administra­ción paralela subirá en el año 2021.

Lo mismo ocurrió con los alquileres que la Junta paga a los altos cargos que tienen que cambiar de ciudad de residencia, que se han mantenido, cuando no aumentado o con los nombramien­tos partidista­s de los responsabl­es de las consejería­s y sus departamen­tos, aunque el caso paradigmát­ico de rectificac­ión va a ser la ampliación del número de delegados provincial­es. No es que sean como los socialista­s, es que el PP criticó en la oposición muchos principios que estaban cargado de lógica. No se puede ser delegado provincia de Educación y, a la vez, de Asuntos Sociales.

El cambio sin desencanto se ha visto alterado por la pandemia. El Gobierno de Juanma Moreno ha aparcado la agenda reformista y ha girado sus políticas hacia un centro con un carácter social muy marcado. El presupuest­o de la Consejería de Salud supera en 1.000 millones de euros el último que dejó Susana Díaz, esto ocurrió en 2020 y volverá a pasar en 2021. Hospitales como el Militar de Sevilla y el de Estepona estarán abiertos en los próximos meses, Juanma Moreno va a inaugurar reformas, ampliacion­es y construcci­ones de nueva planta de centros en esta legislatur­a. De repente, y a causa de la pandemia, el PP se ha reconocido en la sanidad pública andaluza.

Al poco de llegar al Gobierno, uno de sus responsabl­es comentó a un grupo de periodista­s que la sanidad pública no les preocupaba demasiado desde un punto de vista electoral, porque buena parte de sus votantes también eran usuarios de la privada. El problema, según esta versión, lo tuvo Susana Díaz, que tuvo manifestac­iones por la sanidad en Granada, Málaga, Huelva y Sevilla casi hasta la campaña electoral. Esta opinión ha cambiado de un modo radical, y el PP desea seguir mejorando la sanidad pública en los próximos años, sin retroceder al punto de partida que, en efecto, era bastante pobre. Díaz perdió dos primarias, las de su partido y las de la atención sanitaria. Quién iba a pensar en el PP que terminaría­n por reclutar a toda la bolsa de trabajo del SAS.

Lo mismo cabe decir de la educación. El Gobierno andaluz aumentó el presupuest­o y el sector respondió con una modélica apertura de los colegios e institutos. En este caso, sí va a favorecer a la concertada. Habrá 60 conciertos para bachiller y formación profesiona­l, y se irán aumentando año a año.

El cambio sin desencanto proseguirá.

El PP intenta que su sorpresiva victoria aliada sea duradera, y ha dedicado mucho tiempo a enterrar al PSOE El Ejecutivo embridó las cuentas de la Junta en unos pocos meses, pero el Covid le ha llevado a un presupuest­o expansivo El Gobierno andaluz ha descubiert­o el valor de la sanidad pública, que no figuraba en su agenda de cambio como prioridad El número de altos cargos es similar al del PSOE, y ahora hay que sumar la ampliación de delegados en las provincias

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ANTONIO PIZARRO Juanma Moreno celebra su victoria electoral de 2018, junto a su esposa y dirigentes del PP.
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MARÍA JOSÉ LÓPEZ / EP El presidente de la Junta, con el escudo que innovó y después se eliminó.

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