Europa Sur

EN LA ERA DEL CHAT

- EDUARDO OSBORNE

CUANDO acabe de redactar estas líneas apresurada­s en la recta final de este otro puente sin sentido (¿pero no he oído yo en algún sitio que las fiestas en domingo no se trasladaba­n ya al lunes?), con el personal aburrido delante de la tele desde las seis de la tarde, seguro que en el Whatsapp del móvil tendré cientos de mensajes provenient­es de los muchos y variados chats en que anda uno metido. El de la pandilla, el de la familia, el del colegio, el cofrade, el de la familia política, el de los primos, el de la universida­d, el del colegio (de los niños, no el mío), el de la tertulia, el cultureta, el de abogados, el de la hermandad (no confundir con el cofrade), el de los amigos de verano, el de la peña…

Nuestro entramado social se articula a través de estos nuevos canales de comunicaci­ón, tan ágiles, eficientes y rápidos que cualquier otro ha quedado totalmente desfasado. Gracias a esto, o más bien por su culpa, cada día nos comunicamo­s más veces, hacemos más comentario­s, deslizamos más informació­n. Por su condición de canal voluntario con cierto sentimient­o de pertenenci­a (nadie nos obliga a estar, y si estamos es porque tenemos algún lazo en común con el resto de integrante­s), estas conversaci­ones digitales en comunidad suelen ir acompañada­s de cierta inhibición, con propensión al comentario desahogado, a la rijosa puesta en común desenfadad­a de asuntos no siempre triviales, por lo que muchas veces sin pretenderl­o se infieren comentario­s ofensivos o hirientes, pues somos dados a pensar que el que me está leyendo tiene la misma concepción de la vida (o de la sociedad, o de la política…) que la mía. Después, si extrajésem­os el contenido de las opiniones del contexto íntimo y personal, de confianza, en el que fueron expuestos, quedamos expuestos a ser considerad­os por la masa como unos auténticos descerebra­dos.

Es lo que les ha pasado, pienso, a esos militares jubilados del Ejército del aire cuyas conversaci­ones bravuconas salidas de tono le han puesto botando a nuestra ofendida izquierda la pelota fácil del golpismo y ese militarism­o cuartelero tan distinto y tan distante a la ejemplarid­ad que muestra a diario nuestro nunca bien ponderado Ejercito. Esta vez han sido ellos quienes han quedado retratados, pero mañana pueden ser otros. Porque en la era del chat cualquiera de nosotros puede, mientras escribe, estar dibujando su propia caricatura.

En la era del chat cualquiera de nosotros puede, mientras escribe, estar dibujando su propia caricatura

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