Europa Sur

VICIOSOS DE LAS ‘BLACK’

- MAGDALENA TRILLO

NUNCA he pagado más multas de tráfico que el año que me nombraron directora de Granada Hoy: me convertí en personaje vip de la ciudad (eso pensaba yo) cuando el Ayuntamien­to me obsequió con una tarjeta de movilidad para desplazarm­e por el casco histórico como si fuera un taxi y aparcar en zonas restringid­as. ¡Una ruina! No sólo me llegaron infraccion­es sin descanso a un piso en alquiler que abandoné antes de acabar enterrada en escombros; resulta que la tarjeta tenía su letra pequeña. En aquella rotonda no vale el giro, si es “carga y descarga” tampoco… Me cansé de quejarme y reclamar hasta que me doblegué para aprender la lección oficial (el desconocim­iento de la ley no te exime de su cumplimien­to) y grabarme a fuego mi moraleja particular: por la vida hay que ir de frente, sin ventajas tramposas ni atajos pantanosos. Doy fe: un año pagando multas a plazos.

He repasado mi cartera y todas las tarjetas relacionad­as con dinero son “black”. Debe ser una señal. Todo lo que tiene que ver con el dinero evoca al negro. A lo peligroso, a lo seductor, a lo sucio. Dicen que Victoria Federica y Froilán se hartaron de pagar viajes en Uber, compras en El Corte Inglés y clases de piano con las black del Rey Emérito. Me confiesan personas muy cercanas al monarca que, si hay algo realmente compromete­dor para Juan Carlos I, no son las comisiones del AVE a la Meca sino estos tejemaneje­s… No lo voy a exculpar (tampoco a esos felices nietos que no tienen que esperar la paga de la semana ni hacer turnos en un bar para darse algún capricho) pero cada vez tengo más claro que yo (tampoco) pasaría la prueba. Digo la del maletín, la de las black ,ladela “coca rosa” que acabo de saber que existe gracias a Rafael Amargo. Todavía estoy impresiona­da: resulta que tiene pareja (mujer) cuando todos pensábamos que era gay y encontraro­n en su casa algo que parece coca pero no lo es y que puede producir ¡canibalism­o!

Somos viciosos por naturaleza. De pequeña aprendí que el dinero “no nacía en los almendros”. Entonces no había tarjetas. Ni blancas ni negras. Mi padre traía el sueldo del mes en un sobre (de esos que ya no se utilizan ni para las bodas), sisaba lo que le parecía para sus cosas y mi madre administra­ba el resto. El dinero tenía un esfuerzo (mucho) y un valor. Es evidente que ni Victoria Federica ni Froilán saben de qué estoy hablando. ¿Pero lo sabe el rey Juan Carlos? Los privilegio­s, siempre, tienen un precio.

Es evidente que ni Victoria Federica ni Froilán saben lo que ‘cuesta’ el dinero, pero ¿lo sabe su abuelo?

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