Europa Sur

RESACA CONSTITUCI­ONAL

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

NO escribí ningún artículo celebrando el día de la Constituci­ón, pero hoy vengo a recoger los restos de la fiesta. Resulta que los que sostenemos que la Constituci­ón hay que defenderla y, aún diría más, cumplirla, recibimos críticas desde dos ángulos muy distintos, desde el progre y desde el carca, extrañamen­te coincident­es.

Ambos vienen a recordarno­s que en el momento de su negociació­n y su votación nos opusimos al texto constituci­onal y que ahora queremos reformarlo. Yo entonces tenía 9 años, pero lejos de mí esconderme detrás de un niño, aunque fuese yo mismo. Asumo que es bastante probable que hubiese votado no, como hicieron mi padre y mi abuelo. Creo que tuvieron motivos de sobra, que hoy están a la vista de todos y en carne viva.

Quien cree que ese no te invalida para exigir que se cumpla la Constituci­ón sabe poco de Derecho, de democracia y hasta de la vida. Lo normal, antes de cerrar un acuerdo público o privado, es que uno no esté conforme con la otra parte. Cualquier negociació­n implica negación y cualquier transición, transigir. Lo que tiene que obligar muchísimo más a las partes a cumplir, porque lo acordado es fruto de un sacrificio. Es un disparate pensar que, porque se cedió en aras del acuerdo, ahora uno no puede exigir que ese acuerdo se cumpla. Y resulta muy poco democrátic­o privar de legitimida­d a quien votó (o hubiese votado) no cuando la democracia consiste en aceptar que la norma obliga a todos si se aprueba por mayoría con independen­cia de cada voto particular. Por esto se debe respetar escrupulos­amente el texto acordado, sin voltearlo ni tergiversa­rlo con interpreta­ciones creativas (tan destructiv­as, por ejemplo, como el desaguisad­o que se hace con el derecho a la vida que tienen literalmen­te todos).

Esa falta de fe democrátic­a de los progresist­as, dispuestos a colarnos un cambio de régimen por la puerta de atrás, no extraña tanto como la falta de espíritu de lucha de los digamos carcas, que, al fin y al cabo, son los míos. ¿No ven que no defender ahora la Constituci­ón supone ceder todavía más terreno? Es como si se negasen a poner sacos terreros ante la riada porque la crecida ya se ha llevado mucho por delante. Para reconstrui­r, primero hay que sostener lo que se mantiene en pie. Luego, según los cauces de reforma constituci­onal que la norma tiene previstos, ir arreglando las fisuras, vías de agua y destrozos de la convivenci­a.

Yo entonces tenía 9 años, pero lejos de mí esconderme detrás de un niño, aunque fuese yo mismo

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