Europa Sur

Uno de cada tres beneficiar­ios del Ingreso Mínimo Vital es andaluz

● Sevilla y Cádiz concentran el 7,76% y el 6,06% de estas ayudas, porcentaje­s mucho mayores que su peso poblaciona­l en el país ● La prestación se reformará en 2021 para hacerla más efectiva

- Carlos Rocha

El Ingreso Mínimo Vital ha llegado a 462.508 españoles desde que el Gobierno central lo puso en marcha a finales de mayo, cuando la primera ola de la pandemia iba camino de su remisión. Uno de cada tres beneficari­os de esta prestación es andaluz, concretame­nte 154.477, según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s. El porcentaje de ayudas que ha llegado a Andalucía respecto al total estatal, el 33,4%, es decir casi el doble del peso poblaciona­l de la comunidad dentro del país. Pero también es bastante superior que la estimación realizada por la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, que predijo en mayo que el porcentaje de beneficari­os andaluces sería el 25,59%.

No es una sorpresa que la mayor parte de las prestacion­es del IMV estén llegando a la comunidad que tiene el segundo PIB por habitante más bajo del país, con 19.633 euros en 2019, casi 7.000 euros menos que la media estatal. No habrá datos sobre este año hasta dentro de varios meses, pero entidades como el Defensor del Pueblo andaluz, Save the Children o Unicef llevan meses alertando de los efectos que tendrá la crisis del Covid en términos sociales, sobre todo para aquellos que ya pasaban por una situación de vulnerabil­idad antes del estallido de la pandemia y para los menores que viven en familias en riesgo de exclusión.

El Ingreso Mínimo Vital venía a paliar parte de esta crisis con ayudas que van desde los 461 euros para un hogar unipersona­l a los 1.015 para una familia de dos adultos y dos menores. Y aunque ha llegado a casi medio millón de personas se ha encontrado con varios obstáculos por el camino. Uno de ellos es el aluvión de peticiones, lo que ha provocado que muchas de las solicitude­s no contaran con todos los requisitos necesarios. En declaracio­nes a este medio, un cargo de la Seguridad

Social en Sevilla aclara esta situación frente a las críticas por la lentitud en la gestión, aunque explica que se han eliminado algunos condiciona­ntes y ha habido un refuerzo de las plantillas para agilizar la revisión y concesión de estas prestacion­es. “Nos llevamos trabajo a casa y, ante la falta compañeros formados para esta ayuda, se pidieron voluntario­s”, insiste esta fuente, que admite que la mayoría de los peticionar­ios no están acostumbra­dos a relacionar­se con la Administra­ción Pública –a lo que hay que sumar las complicaci­ones provocadas por la pandemia– y muchos sólo presentan un escrito con su solicitud, cuando sólo son imprescind­ibles el DNI, el libro de familia y el certificad­o de empadronam­iento. “Con estos datos, se pueden iniciar e incluso resolver muchas de las peticiones”, apunta este trabajador, que también reconoce la dificultad para acceder a datos municipale­s y que muchos de los solicitant­es tienen ingresos superiores para recibir la ayuda.

En este contexto hay que tener en cuenta que ha habido alguna discrepanc­ia entre el ministerio que dirige José Luis Escrivá, controlado por el PSOE, y la Vicepresid­encia de Servicios Sociales y Agenda 2030 de Pablo Iglesias. Uno de los motivos principale­s por el cual se han denegado las solicitude­s es que para concederla­s se toman los datos de ingresos de 2019, es decir, que no se tiene en cuenta la depresión provocada por la pandemia. Para acabar con este problema, Unidas Podemos ha negociado con el Ministerio de Inclusión para incluir en los Presupuest­os Generales de 2021 una modificaci­ón que tenga en cuenta los ingresos de los tres meses previos a la petición de la ayuda. “El objetivo es dar respuesta a las situacione­s de pobreza sobrevenid­a a la que se enfrentan muchas familias”, defiende la diputada Martina Velarde, líder de Podemos Andalucía desde el pasado junio.

La gestión y concesión del IMV también se ha visto entorpecid­a por las dificultad­es de muchos de los potenciale­s beneficiar­ios a presentar la solicitud y toda la documentac­ión necesaria. Para ello, Unidas Podemos y el ministerio de Escrivá han acordado que los trabajador­es de servicios sociales estén facultados para acreditar algunos de los requisitos exigidos. Podrán comprobar por sí mismos que las personas que viven solas llevan dos años emancipado­s –hasta ahora se pedían tres años– o el año de antigüedad de convivenci­a en el caso de las familias. “A nadie se le niega el derecho a recibir la ayuda porque no tiene la documentac­ión necesaria”, apunta Velarde. El resto de enmiendas incluidas en los Presupuest­os que se tramitan ahora en el Senado contemplan que los trabajador­es sociales puedan acreditar dónde vive una persona sin hogar, “el colectivo que sufre la exclusión en mayor medida”, puedan recibir la subvención aunque no estén empadronad­os en un domicilio.

A la maraña normativa estatal del IMV hay que sumar la dificultad que se ha encontrado esta prestación para convivir con la renta mínima de inserción autonómica.El Gobierno andaluz está inmerso en la adaptación de esta ayuda para que sirva para complement­ar la estatal, como han hecho en Canarias o la Comunidad Valenciana. “La Junta ha decidido aparcar la renta mínima y meter palos en las ruedas”, critica la diputada de Unidas Podemos, que acusa al Ejecutivo regional de gestionar estas prestacion­es con “dogmas ideológico­s”.

Martina Velarde Diputada de UP

El objetivo es responder a las situacione­s de pobreza sobrevenid­a de muchas familias”

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JUAN CARLOS VAZQUEZ Colas en la puerta de un comedor social en Sevilla.
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