Europa Sur

“He tenido que luchar contra mí misma para creérmelo”

ANA LÓPEZ SEGOVIA

- Tamara García

–¿Para qué sirve un Premio Max?

–Pues con esto de la Covid no le hemos podido sacar todo el rendimient­o porque es verdad que han salido algo de bolos, pero también se han estado cayendo otros. Pero sí, es cierto que te da más visibilida­d y, encima, como el discurso se hizo un poco viral, pues ha puesto a Las Niñas de Cádiz en el mapa. Y, luego, a nivel personal, para el ego y para la vanidad está fenomenal.

–Niña de Cádiz pero nacida en Zaragoza, ¿no?

–Pues sí. Mi madre es de La

Línea y la familia de mi abuela viene de Málaga. Mi padre de Córdoba, pero también tenemos una rama de Granada que me tira muchísimo, me siento muy vinculada a esa tierra. Y sí, nací en Zaragoza, luego nos fuimos a Cerro Muriano, donde pasamos cuatro años, y llegué a Cádiz con 11 años... Nos movíamos mucho porque mi padre era ferroviari­o.

–Vivía en una estación de tren. Eso tiene que estimular la imaginació­n...

–Totalmente... Siempre que vuelvo a Cádiz paso por allí y se me cae el alma a los pies... Ver aquella casa tan vacía con lo grande y lo bonita que era... Pero sí, era una forma extravagan­te de vivir... Cuando vivíamos en Cerro Muriano, igual, pero era una estación donde sólo pasaban trenes de mercancía y de soldados, no de pasajeros. Allí pasé mi infancia y recuerdo jugar entre las vías... Tengo un vínculo muy fuerte con los trenes.

–¿Se ha arrepentid­o de no coger algún tren?

–Sí, ha habido varios. Uno de ellos es que tuve la oportunida­d de trabajar con Miguel Narros en Yerma yenel último momento dije que no, me quedé con Chirigótic­as. Ese tren se me pasó y me duele. Fue un momento complicado para mí pero debería haberlo hecho.

–Uno que sí ha tomado es La Fortuna con Amenábar. ¿Qué tal ha ido?

–Es trabajar en una súperprodu­cción, una cosa acojonante. Y tú lo ves a él tan discreto, que tienes que mirar cuatro veces para verlo porque se pasea entre los técnicos con una sencillez, como una geisha, da las indicacion­es desde un lugar muy tranquilo... Y la historia es que me encanta. Para hacer la prueba me leí el cómic en el que está basado, El tesoro del cisne negro, y me pareció una pasada. Luego me leí el guión y es que es precioso. Entre que es una historia de aventuras muy bonita y la calidad con la que rueda este hombre, va a ser un producto brutal. Y, además, me ha dado la oportunida­d de trabajar con Karra Elejalde. Yo soy su secretaria, la secretaria del ministro.

–En Carnaval, ¿cuántas veces le han preguntado “niña, y a ustedes quién os escribe?”

–Pues ya ves... Han tenido que pasar 20 años para que no nos lo pregunten... El clásico ahora es, llegando carnavales, que te llamen para hacerte entrevista­s sobre qué es ser mujer en el Carnaval. Y entiendo que si a estas alturas me lo preguntan es porque todavía no es normal, pero he llegado a la conclusión de que lo más feminista que puedo hacer ahora mismo es no tener que explicar ni una vez más que soy una mujer.

–¿Hay visibilida­d de la mujer dramaturga?

–Pues en los últimos años también es mayor, sobre todo en los centros públicos de teatro, en el CDN, en los Teatros del Canal, en la SGAE se ha creado un premio de teatro escrito para mujeres... Una apuesta un poco controvert­ida porque, hombre, ¿por qué me tengo que presentar yo a un certamen para mujeres?, a mí me gusta presentarm­e a un certamen para creadores... Pero es cierto que es una manera de incentivar... El caso es que hay una generación de mujeres jovencísim­as con un gran talento y que además no tienen tanta carga en la mochila, que no se tienen que pedir permiso. Yo, como otras muchas mujeres de mi generación, he tenido que luchar contra mí misma para poder creérmelo.

–¿Le costó, entonces, lanzarse a escribir ?

–Sí. Por más feminista que una sea, me he dado cuenta con los años, que tenía el prejuicio de que un hombre lo iba a hacer mejor que yo. Y no sólo me refiero a la dramaturgi­a, sino a todo lo que conlleva dirigir una empresa, nosotras somos una S.L., y, de alguna manera, yo tenía muy metido dentro ese complejo de que siempre un hombre lo iba a hacer mejor que yo. ¿Es terrible, verdad? Aunque es cierto también que aun con complejo y todo considero que he hecho muchas cosas porque al final siempre he antepuesto la obediencia a mi deseo.

–¿Y qué fue lo que la impulsó?

–La necesidad de ser dueña de mi propia creativida­d. Y fue hace poco, hace tres o cuatro años. Fue cuando rompimos con el proyecto Chirigótic­as. Pasó un tiempo y yo quería dedicarme sólo a que me contratara­n (ríe), pero no hubo manera y decidimos volver a montar el chiringuit­o. Y es la suerte que tenemos, que nos podemos autoproduc­ir, podemos generar nosotras nuestros propios espectácul­os. Y, nada, así que decidimos hacer un nuevo proyecto, y ya ahí me dije, venga tú puedes y me puse a escribir para Las Niñas de Cádiz, que es un proyecto que lo siento súper mío, más que ninguno de los que he hecho.

Al Premio Max no hemos podido sacarle todo el rendimient­o pero sí es cierto que te da más visibilida­d”

–¿Qué es más complicado ser artista o autónoma?

–Autónoma sin ninguna duda.

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JESÚS MARÍN

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