Europa Sur

La Navidad y el Covid-19

● Este año es importante ser flexibles y tratar de adaptarse a las circunstan­cias, frente a pensamient­os negativos del estilo “no habrá Navidad”, para salvar vidas

- PAULA IGARTUA

UNA de las fechas que más nos han preocupado a todos durante esta pandemia es la Navidad. Desde verano hemos escuchado a personas cercanas preguntars­e qué pasará con la Navidad, si habrá Navidad o si podremos celebrarla. Esta preocupaci­ón de la población nos lleva a preguntarn­os, ¿qué hace a la Navidad la fecha más importante y señalada del año? Hemos tenido que anular otras festividad­es, como la Semana Santa, ferias, incluso los próximos carnavales. ¿Entonces qué pasa con la Navidad que tanto nos preocupa, incluso a familias menos cristianas? Durante años nuestra comunidad ha celebrado la Navidad desde una cultura cristiana y eso implica dar importanci­a al mensaje de estas fechas, dar y recibir amor, la unión familiar y el disfrute de los pequeños momentos juntos para alimentar el alma simplement­e con la compañía. Todo ello, hace más difícil desprender­nos de nuestras costumbres en estas fiestas, pues tienen un gran trasfondo de acompañami­ento mutuo.

Algo que oímos a menudo es que “el ser humano es un animal de costumbres”, y así es, nos sentimos cómodos en nuestra zona de confort y en lo conocido, sin embargo, el dilema navideño va más allá, implica sentimient­os más profundos y superiores, pero también humanos, como la responsabi­lidad por el prójimo y la culpa en muchos casos. Por eso, es importante poder darle un giro a nuestra visión sobre qué responsabi­lidad tenemos este año respecto a la familia. Hasta ahora, en estas fechas, éramos responsabl­es de no dejar a nuestros mayores solos, por ejemplo, de hacerles sentir el calor familiar y el amor de los suyos, y siempre lo hemos hecho mediante la compañía física en las comidas señaladas. Sin embargo, ahora nos encontramo­s ante nuevos retos, hacer un cambio en la concepción de nuestros valores, pues nuestra responsabi­lidad es también cuidar la salud del prójimo y esto conlleva que las reuniones familiares deben cambiar.

Como hemos escuchado estos últimos días a expertos virólogos, esta Navidad no se trata de salvar la Navidad, sino de salvar vidas. Parece un mensaje muy navideño, teniendo en cuenta el origen de esta festividad. Lo difícil es flexibiliz­ar nuestros esquemas mentales, pero es el primer paso para adaptarnos. Durante este último año hemos aprendido mucho sobre esto, adaptación al cambio y recursos para afrontar la incertidum­bre. La Navidad, con el fin de año, también nos trae la oportunida­d de revisar lo aprendido y ponerlo en práctica para el próximo año. Por eso, es un gran momento para hacer revisión y aplicar todo lo aprendido en el confinamie­nto de la primera ola, como la cercanía con los más íntimos, la utilidad de las videollama­das para hacer comidas o reuniones familiares o el poder aceptar emociones como la tristeza y el enfado y poder expresarla­s, puesto que son adaptativa­s y nos ayudan a aceptar los cambios.

Por otro lado, estas fiestas son un momento especial y mágico para los más pequeños, y muchos tenemos la preocupaci­ón de que no pierdan la ilusión y vivan esa alegría navideña que los adultos recordamos de nuestra propia infancia. Si pensamos en cómo los niños y niñas se adaptaron al confinamie­nto, nos viene a la mente que a pesar de lo que todos pensábamos, fueron capaces en muchos casos de disfrutar de forma plena en casa, pues estar con sus padres, disfrutand­o de ellos, ya de por sí a los peques les resulta mágico. Además, en esa época hablamos mucho de lo importante de explicarle­s las circunstan­cias de forma serena, sin sobresalto­s ni transmitie­ndo el miedo. Por ello, en estos momentos será primordial retomar aquellos consejos. Contar a nuestros hijos e hijas que ese espíritu navideño de proteger a los nuestros ahora implica que en muchas familias celebrarem­os separados las reuniones, pero darles alternativ­as para esa demostraci­ón de afecto caracterís­tica de las fechas. Escribir y dibujar postales y cartas, hacer un intercambi­o de éstas con nuestros familiares por correo, añadirlas a la decoración de nuestro árbol, dar más prioridad al espíritu navideño de cocinar en familia, decorar juntos la casa, hacer videollama­das con aquellos a los que no veremos este año… y sobre todo poder transmitir­les que esta situación, también pasará y que vamos estando más cerca de conseguirl­o, pues los niños no tienen el mismo sentido de temporalid­ad que los adultos.

En resumidas cuentas, se trata de poder ser f lexibles, dejar atrás los mensajes pesimistas como “no habrá Navidad” o “esto no es una Navidad”, aceptar esas emociones negativas por la pérdida de lo normativo pero sin anclarnos en ellas, más bien para poder cambiar el prisma desde el que vemos estas fiestas. Celebrar la Navidad más que nunca, con su verdadera esencia y mensaje, dar y recibir amor y cuidar al prójimo, simplement­e este año tendremos que renovar nuestras costumbres para cumplirlo.

Estas fiestas son un momento especial y mágico para los más pequeños

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NACHO MARÍN El alumbrado navideño de Algeciras.
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