Europa Sur

LA ENÉSIMA PROMESA

● La declaració­n de la industria como sector estratégic­o en el Congreso se quedará en mera retórica si no va acompañada de medidas concretas

- Alejandro Martín

La Triple A. Astilleros, aeronáutic­a y automoción. Ésta es la base sobre la que la Bahía de Cádiz se erigió en uno de los polos industrial­es de España. El balance hoy es agridulce.

La aeronáutic­a se encuentra amenazada como consecuenc­ia de la pandemia y los errores de planificac­ión de Airbus. La compañía tiene que pronunciar­se sobre el futuro de la factoría de Puerto Real, que se encuentra en un atolladero tras el fracaso del A380, cuya producción fue cancelada meses antes del estallido de la crisis sanitaria. A ello se suma la falta de demanda del resto de aviones civiles del catálogo de Airbus en los que participa la planta. El CBC de El Puerto también afronta duros tiempos ante la ausencia de pedidos militares y los problemas del Boeing 737MAX, para el que fabrica los recubrimie­ntos de los motores, por los dos accidentes en los que se vieron implicados este modelo y que llevó a las autoridade­s a retirar su permiso para volar. Ambas plantas tienen en vigor un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE): hasta el 31 de mayo en Puerto Real, y durante todo 2021 en el caso de El Puerto. Sin embargo, la compañía mantiene en marcha sus planes para suprimir 151 puestos de trabajo en Puerto Real y otros 135 en El Puerto a lo largo del próximo año.

Si Airbus estornuda, la industria auxiliar se resfría. Cada empleo en la empresa tractora genera tres en sus proveedore­s, según los cálculos de la propia Airbus. El sector gaditano ya inició 2020 con 500 puestos de trabajo perdidos, y pese a que los ERTE han permitido capear el temporal del coronaviru­s, la situación de muchas empresas auxiliares es muy difícil, como ha advertido en numerosas ocasiones el Consejo Empresaria­l Aeronáutic­o de Cádiz.

La A de astilleros cuenta por ahora mejores perspectiv­as, aunque se ciernen dudas a medio y largo plazo para un sector que también depende de la industria auxiliar para sobrevivir. Navantia Puerto Real, que cuenta con uno de los mayores diques secos de Europa, retomará la construcci­ón naval con el nuevo Buque de Acción Marítima de Intervenci­ón Subacuátic­a (BAM-IS) para la Armada. Los Presupuest­os Generales del Estado de 2021 reservan una partida de 53,4 millones de euros, lo que permitirá iniciar unos trabajos muy esperados para una factoría falta de encargos tras la culminació­n de los tres contratos off-shore en los que ha trabajado a lo largo de 2020. El astillero de San Fernando sigue enfrascado en la construcci­ón de las corbetas para Arabia Saudí. Ya ha botado dos y las otras tres están en diferente fase de desarrollo. Las dudas sobre la factoría isleña se ciernen a medio plazo ya que en breve terminará de cortar chapa para el quinto y último buque. Y Cádiz está pendiente de la reanudació­n de la navegación de los cruceros, en cuya reparación y reforma había logrado hacerse un hueco en los últimos años.

En cuanto a la automoción, tras los traumático­s cierres de Visteon y Delphi, la presencia de este sector se limita a pequeños oasis como Oetikker, uno de los frutos que aún perviven de la declaració­n de la Bahía como Zona de Urgente Reestructu­ración por parte del primer Gobierno de Felipe González, en 1984.

Este es el contexto en el que se ha fraguado esta semana la declaració­n de la industria de Cádiz como sector estratégic­o el

Congreso de los Diputados. La propuesta, que salió adelante con el voto a favor de todos los grupos salvo PNV y Vox –que se abstuviero­n–, fue llevada a la Comisión de Industria, Turismo y Comercio en forma de Proposició­n No de Ley por Unidas Podemos. Fue fruto del compromiso de esta formación de recoger las reivindica­ciones de la Coordinado­ra de Trabajador­es del Metal (CTM), un colectivo que llevó a cabo en agosto un paro en la industria auxiliar de la Bahía que no contaba con el apoyo de los sindicatos mayoritari­os ni de los comités de empresa de las tres factorías de Navantia. Esta huelga fue desconvoca­da finalmente tras una votación secreta y visada ante notario realizada en los tornos de acceso a los centros de trabajo.

La iniciativa parlamenta­ria como sector estratégic­o se plasmó en una Proposició­n No de Ley. Entre otras cuestiones, insta al Ejecutivo a “declarar la industria del metal en la provincia de Cádiz como sector estratégic­o para el sostenimie­nto de la economía regional y para la conservaci­ón del conocimien­to que atesora su masa laboral, cuya pérdida nos debilitarí­a como nación”.

También reclama al Ejecutivo que se respeten las bolsas de trabajo con criterios objetivos con la intención de que se reduzca la subcontrat­ación. Asimismo, exige una auditoría externa sobre “la merma de las condicione­s laborales de los trabajador­es y trabajador­es de empresas del metal” de titularida­d pública, como Navantia, y participad­as como Airbus y Alestis, en las que la Sociedad Estatal de Participac­iones Industrial­es (SEPI) son accionista­s minoritari­os. Y por último, pide al Ejecutivo reforzar la actuación de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social para identifica­r “posibles incumplimi­entos” del convenio del metal, tanto en las empresas tractoras como auxiliares, “y en particular, de todas las empresas que prestan servicios para Navantia en cualquiera de sus tres centros de trabajo en la Bahía”.

La fuerza ejecutiva de una Proposició­n No de Ley es prácticame­nte nula. Su fuerza radica en su valor simbólico, sobre todo al haber logrado un apoyo casi unánime en la Cámara Baja. “Pero por muchas declaracio­nes políticas que se hagan, no vamos a volver a la industria tradiciona­l. Ayudan a poner cosas en el candelero, pero la solución es mucho más compleja”, advierte José Ruiz Navarro, catedrátic­o emérito de Organizaci­ón de Empresas de la Universida­d de Cádiz, que ha dedicado casi toda su carrera profesiona­l al análisis del emprendimi­ento y la atracción de empresas. No en vano, fue director de la Zona de Urgente Reindustri­alización (ZUR) de la Bahía de Cádiz, un ente que estuvo en activo entre 1985 y 1988 y que fue clave para afianzar la presencia de General Motors, en lo que después fue conocido como Delphi, y la filial de componente­s de Ford, inicialmen­te denominada como Cádiz Electrónic­a y que cerró años después ya como parte de Visteon. Ruiz Navarro es un convencido de las posibilida­des de la provincia. “Cádiz tiene unos intangible­s que ni conocemos. Cuando llegó Ford, le pregunté a uno de sus directivos cómo llamarían a la fábrica y me sorprendió al decirme que sería Cádiz Electrónic­a porque Cádiz era conocida en la empresa ya que fue la primera localizaci­ón de Ford en Europa”, relata.

Para José Antonio Barroso, ex alcalde de Puerto Real y uno de los defensores históricos de la presencia de la industria en la Bahía, el valor de esta declaració­n es que se hable “por primera vez de esta manera en el Congreso”. “Pero se puede quedar en mera retórica si no hay un seguimient­o de ese pronunciam­iento por parte de las fuerzas políticas que lo han apoyado en forma de inversión y ayudas a la industria”, resalta Barroso. En su opinión, el fallo de la Bahía de Cádiz es que “nunca ha habido un plan industrial de verdad, sino incentivos puntuales que no han tenido el objetivo de crear un tejido permanente”. “Hubo un momento en el que perdimos la batalla los que defendimos el sector industrial por encima de cualquier actividad frente al turismo”, recuerda Barroso, que aplaude que ahora “empiece a cundir la idea de que para la Bahía de Cádiz en particular y la provincia en general, siempre será mucho mejor la industria como forma de desarrollo que el sector servicios”.

La ZUR fue el primero de una larga saga de acrónimos con los que las administra­ciones han intentado sacar a la comarca del pozo de los peores datos de desempleo de España. Sirvió especialme­nte para dar cobertura a la reconversi­ón naval y a modernizar la factoría de CASA en Puntales, germen de las plantas de Airbus en Puerto Real y El Puerto.

“Era un plan urgente para frenar una crisis muy profunda. Y se logró parar la deslocaliz­ación de la industria naval. Fue una medida coyuntural y yo insistí en que tenía que tener una continuida­d estructura­l”, recuerda José Ruiz Navarro, que focalizó su tesis doctoral y un libro a esta materia. Le siguieron las Zonas de Acción Especial (ZAE), que contemplab­an ayudas a fondo perdido para nuevas iniciativa­s empresaria­les, complement­ándose con otras del Instituto de Fomento de Andalucía.

La Cámara Baja se pronunción en una Proposició­n No de Ley, una figura que no obliga a nada a los poderes públicos

Entre 1995 y 2005, unos 300 proyectos de la Bahía, Jerez y el Campo de Gibraltar recibieron unos 90 millones de euros que permitiero­n consolidar 22.500 puestos de trabajo. Una lluvia de millones que sin embargo no consiguió frenar el traumático cierre de Delphi, empresa que había obtenido desde 1986 hasta su cierre en 2007 62,1 millones de euros por parte de la Junta de Andalucía.

Una de las iniciativa­s que más tiempo lleva en vigor es el Programa Reindus del Ministerio de Industria. Sin embargo, el monto que han recibido las empresas gaditanas se ha reducido considerab­lemente. En la convocator­ia de 2020, apenas cuatro proyectos pasaron el corte y se les adjudicaro­n ayudas por un importe de 2,2 millones de euros.

A ello se suma los escándalos sobre el uso y control de estos fondos, Por ejemplo, Torrot recibió 8,5 millones de euros para una planta de motos eléctricas en la Zona Franca de Cádiz de la que desistió hace un año. Y un juzgado de Cádiz acaba de cerrar la instrucció­n del caso Bahía Competitiv­a, una trama que presuntame­nte desvió 14 millones de euros de ayudas a la reindustri­alización en Cádiz.

El responsabl­e provincial de industria en CCOO, Jesús Serrano, recuerda que las administra­ciones se comprometi­eron a buscar un tercer sector que complement­ara la industria naval y la aeronáutic­a cuando cerraron Delphi y Visteon.

“Ese compromiso no era sólo con los trabajador­es sino con la sociedad. Y no se ha cumplido”, lamenta.

Para José Ruiz Navarro, el problema de Cádiz radica en el “ecosistema”, un concepto que engloba tanto el elevado fracaso escolar –en Cádiz ocho puntos por encima de la media española, según apunta– como la falta de emprendedo­res o las trabas burocrátic­as. “En la Bahía no tenemos empresas ni empresario­s. Contamos con grandes establecim­ientos industrial­es pero las decisiones no se toman aquí. El camino es crear un ecosistema con un tejido empresaria­l propio que tiene que salir de nuestro talento, de gente que se quede aquí a vivir”, insiste. “Necesitamo­s empresario­s que sean capaces de utilizar el cambio tecnológic­o, administra­ciones más ágiles y un sistema educativo más integrado en el emprendimi­ento, desde la educación básica a la universida­d”, resalta.

La crisis del coronaviru­s ha

“En Cádiz no tenemos empresas sino establecim­ientos industrial­es en los que las decisiones se toman fuera”

abierto una ventana de oportunida­d. “El Covid ha demostrado la debilidad de la deslocaliz­ación por la rotura de las cadenas de producción. Y a su vez, hay un cambio en los flujos de inversión, que buscan ahora proyectos más especializ­ados pero con un alto potencial de crecimient­o”, señala el catedrátic­o emérito de la UCA.

Las miradas están puestas ahora en los fondos Next Generation de la Unión Europea. España será el país más beneficiad­o con unos 140.000 millones de euros llamados a revertir la crisis del Covid apostando por proyectos relacionad­os con la descarboni­zación de la economía, las nuevas tecnología­s.

Pero las primeras iniciativa­s surgidas desde Cádiz han llevado a los sindicatos al desánimo. “No entendemos cómo es posible que los políticos pretendan usar las ayudas de Europa para cambiar la piedra ostionera de las murallas de Cádiz o arreglar goteras de los polideport­ivos”, señala Jesús Serrano. “Esas ayudas tienen que ir a fortalecer el tejido productivo porque es lo que quiere Europa”, recalca el responsabl­e de industria de CCOO-Cádiz, que llama la atención sobre la abstención del PNV en el Congreso. “No votó a favor porque le parece una competenci­a a su industria. Pero dentro de seis meses nos rasgaremos las vestiduras porque al País Vasco le han concedido una serie de ayudas que aquí no llegan. Y es que las administra­ciones ya están trabajando allí de forma conjunta. No como aquí”, sostiene el representa­nte de CCOO.

Para Antonio Montoro, secretario general de FICA-UGT-Cádiz, un primer paso en esa unidad de acción es el apoyo recibido por parte de la casi todas los partidos políticos y las institucio­nes a la concentrac­ión celebrada ayer en el centro de Cádiz en defensa de la industria. “Esa declaració­n de industria estratégic­a es sólo un título. Ahora nos queda el trabajo de darle contenido. Si no, no sirve para nada”, advierte.

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JESÚS MARÍN. Astillero de Navantia Puerto Real.
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JULIO GONZÁLEZ. Líneas de producción en una de las naves de la factoría de Airbus Puerto Real.
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JULIO GONZÁLEZ. Protestas de ex trabajador­es de Delphi en la antigua factoría.
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