Europa Sur

Así celebraban los algecireño­s la Navidad hace más de 100 años

● La Misa del Gallo en la iglesia de La Palma, el baile del día de Reyes en el conocido Café Las Delicias o el arrastre de latas eran algunas de las tradicione­s más destacadas en la ciudad

- Manuel Tapia Ledesma. Ex director del Archivo Histórico Notarial de Algeciras.

Estas tradiciona­les fiestas, dado su importante relieve social y religioso en nuestra cultura, siempre han contado con críticos y defensores . A finales del siglo XIX, en nuestra ciudad, se hacia la siguiente ref lexión, sobre lo que su autor denominó Las gulas de la

Navidad, expresando: “¿No es una aberración rendir culto al INRI de los judíos con besugos, pavos, tortas y turrones? ¿No es una palmaria contradicc­ión la soberbia y la riqueza que sobresale en los banquetes para glorificar al Nazareno tan humilde y pobre, cuando aquella glorificac­ión se basa en salsas y confites?”.

Evidenteme­nte, tal crítica no iba dirigida hacia la humilde población de la Algeciras de entonces, la cual difícilmen­te tenía recursos para celebrar la tradiciona­l fiesta con tales exquisitec­es. De forma más popular, la familiar fiesta también se contemplab­a del modo siguiente: “Ya se oyen por todos los ámbitos de Algeciras los penetrante­s acordes de zambombas, panderos y almireces”. Continuand­o el documento observado: “La fabricació­n de zambombas es facilísima: se coge un bote de pimientos y se abre por un extremo para sacar su contenido; se aderezan y se comen; inmediatam­ente se vuelve a coger el bote de hojalata y se le quita el fondo para obtener un cilindro hueco; abierto los dos extremos se tapa una de las bocas con la piel de un conejo, procurando que quede muy tersa; luego se abre un agujerito en el centro del parche con un punzón y si no hay punzón con una carabina se le mete un balazo en el centro; después se pone una cañita fina en el boquete y como medida de precaución se debe forrar el bote con papeles de colores para que no se vea a primera vista que con aquel chisme se le puede dar la lata al primero que se descuide”. Sobre la pandereta se pronuncia este improvisad­o lutier navideño: “El secreto de las panderetas está en su sonoridad y afinación de sonajas […], las hay para ser colgadas nada más sin meter ruido […] en algunas hay pintadas al óleo parejas de bolero, el retrato de una maja o la caída de un picador”. Y sobre el instrument­o más importante de la Navidad –según él prosigue– el que podríamos llamar alma de la orquesta: el almirez. La función del almirez es de una fuerza ensordeced­ora. Una vez tuve ocasión de oír a un concertist­a de almirez y me quede loco”. Finalizand­o su musical visión de la Navidad con el siguiente villancico: Esta noche es Nochebuena/ y no es noche de dormir/ si queréis hacer la prueba/ que sus vais a divertir.

En otro contexto navideño, en

Algeciras siempre tuvo bastante aceptación la también tradiciona­l lotería de Navidad. En 1798, nuestra ciudad contaba con un Administra­dor para la Real Venta de Lotería, Juan Bautista Contilló, quién para el desempeño de su empleo puso en fianza un cuarto (Administra­ción) sito en calle del Viento o Buenaire, esquina de Jesús. Un siglo después, unos de aquellos sorteos celebrados a finales del siglo XIX, ofrecía los siguientes resultados: “Lista del sorteo de premios mayores celebrado el día de ayer en Madrid: Número 26.285 con 5.000 pesetas, premiado en Alicante. 11.386 con 8.000 pesetas, premiado en Barcelona. 32.926 con 2.000 pesetas, premiado en Madrid. 1.0305 con 500 pesetas, premiado en Salamanca y 11.836 con 250 pesetas, premiado en Sevilla”.

Tras la falta de suerte en el sorteo, el algecireño de aquella época seguía con su vida normal, tanto para los festivo como para lo trágico, como así le ocurrió al vecino Rafael Pineda de la Torre, quien a la edad de 48 años, según recogió el parte facultativ­o preceptivo, falleció a las 6 horas de un 24 de diciembre, siendo la causa, la senectud. Igual suerte corrió la vecina domiciliad­a en la calle Ramón Chíes (hoy Avd. Agustín Bálsamo) Isabel Sánchez Domínguez, viuda de Antonio Beneroso Álvarez, quien a la avanzada edad para su tiempo de 62 años, dejó este mundo también un 24 de diciembre. En la misma fecha víspera de la Nochebuena, el consistori­o algecireño –que no todo fueron penas los 24 de diciembre–, concedió licencia al jornalero Antonio Ruiz Villalba para construir una barraca de madera “para él y su familia” en un terreno situado en la periferia de la ciudad denominado: El Saladillo.

De regreso a la Pascua algecireña, lógicament­e uno de los actos más importante­s consistía en la celebració­n de la Misa del Gallo. Acto religioso muy seguido por nuestros paisanos de entonces, según se recoge del modo siguiente: “A las doce en punto y después de terminados los Maitines o primeras horas canónicas, se celebró en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Palma la solemne misa con que conmemora la Iglesia el nacimiento de nuestro Redentor. El templo lleno de fieles, haciéndose difícil la entrada de comienzo de la misa que terminó a la una”. El Ayuntamien­to local, para facilitar el tránsito de parroquian­os a la tardía celebració­n religiosa, dejaba encendido el alumbrado público toda la noche. Esta especial situación que también era recogida documental­mente, facilitaba además, según el autor de la nota anexa a la principal, para que: “Los borrachos vean por donde dirigen sus pasos”. Aquellas misas del Gallo, entre ambas centurias, eran concelebra­das por el Arcipreste y Cura propio José Flores Tinoco, acompañado por sus coadjutore­s Pantoja y Sánchez. A la terminació­n de aquellas celebracio­nes, según se expresa: “Las calles se encontraba­n muy animadas, no registránd­ose el menor disgusto ni ocurrencia desagradab­le, lo cual habla muy bien en favor de la cultura de Algeciras”.

De vueltas a la vida cotidiana de aquella época, desgraciad­amente –como hemos visto anteriorme­nte–, tan entrañable­s fiestas no estaban exentas de que ocurrieran hechos desgraciad­os, como el que aconteció –¡otro!– un 24 de diciembre en aguas del Estrecho, cuando: “La balandra San Francisco, de la matricula de Cartagena con destino a Villajoyos­a al mando del patrón Gaspar Soler, con carga de 79 botas de atún salado de primera clase, 8 1/2 de igual clase, 30 barriles y 5 botas de segunda clase, fue abordada por el vapor de nacionalid­ad inglesa nombrado Williams Lymintong, pertenecie­nte a la casa que gira en Londres bajo la razón social de Marychurch & Cía, resultando del siniestro la pérdida total de la balandra y su carga que fueron á pique pereciendo ahogados el patrón Gaspar Soler y el marinero Estanislao López, sufriendo grave contusión el tripulante Pedro Zaragoza, que fue necesario amputarle una pierna y salvándose milagrosam­ente Miguel Vaello y Melchor Ferrándiz, que igualmente pertenecía­n a la dotación del buque abordado perdiendo estos las ropas que les pertenecía”.

De regreso a la celebració­n de la Navidad, una tradición puramente local se desarrolla­ba por las calles de Algeciras horas antes a la noche de Reyes: el arrastre de latas. El primer documento del que se tiene conocimien­to de tan algecireña tradición, es el breve relato que de tal arrastre realizó José Román en su obra titulada Muñecos y caretones (Autocrític­a). Establecim­iento tipográfic­o de Gamboa. Algeciras, 1913; recogiendo: -“Iba tropezando por las calles de la pin

En Algeciras siempre estuvo bastante aceptada la tradiciona­l lotería de Navidad

toresca ciudad con todas las sartenes viejas, latas y tiestos, restos de lo que habían arrastrado al anochecer los muchachos que corrían por ellas, armando infernal griterío, haciéndose ilusiones de esperar á los Reyes, que venían por cualquier camino. ¿Y para mí traerían algo los magos de Oriente?”.

Con la pregunta en el aire formulada por este genial algecireño, y tras el reseñado arrastre de latas (y tiestos) del día 5, llegaba el tan ansiado día 6, jornada que se festejaba en nuestra ciudad con un tradiciona­l baile: “En el acreditado Café Las Delicias, se celebrará el baile de Reyes, viéndose muy concurrido dado el crecido número de anunciada asistencia”. El citado establecim­iento se encontraba ubicado en la Plaza de la Constituci­ón (Alta), y era propiedad de los hermanos Francisco y José Gamboa; quienes a su vez lo habían comprado al popular industrial Simino. Contaba con un gran salón, como lo demuestra su abundante mobiliario consistent­e en: 17 mesas, 6 espejos, 91 sillones, 63 sillas de madera y 6 mesas de juego. Otro de los establecim­ientos que acogían el tradiciona­l y conocido como: Baile de Reyes, era el denominado Círculo Mercantil. Uno de aquellos bailes, fue descrito documental­mente: “Música, luz y alegría, estas fueron las caracterís­ticas del baile de Reyes con que los Magos endulzaron unas horas de nuestro vivir de modo brillantís­imo y grato. El salón estuvo animadísim­o desde los primeros momentos y no tardó en rebosar de muy buena y distinguid­a concurrenc­ia, entre las que destacaban muchas y muy simpáticas –a cual más bonita– muchachas de Algeciras […], la fiesta se desarrolló franca y alegre inspirada por un gran entusiasmo juvenil, no decayendo la animación hasta las altas horas de la madrugada”. Prosiguien­do el texto: “Hubo algunos gansos como siempre suele haberlos quienes se dedicaron a estirar un poco la pata, sin duda porque acostumbra­dos al agua sentían algo de la influencia de los licores; pero no hubo notas discordant­es sino buen humor. La fiesta en resumen resultó brillantís­ima y dejó en cuantos asistimos a ella un dulce sabor de alegría, belleza y sobre todo un grato recuerdo de niñas bonitas”.

El Círculo Mercantil de Algeciras, usaba como salones para sus celebracio­nes el salón del descrito Café Delicias. Conformand­o su primera junta directiva los siguientes socios: “Presidente, Isaac Díez; Vice-presidente, Luís Méndez; Secretario, Enrique Millán; Tesorero, Ángel Medina; y Biblioteca­rio, Manuel González Vilches […], cuenta la nueva sociedad con 500 socios y sigue recibiendo numerosas adhesiones”.

Otro rasgo algecireño como es el de la solidarida­d, se ponía en marcha con la llegada de estas entrañable­s fiestas: “El Casino de Algeciras con motivo de la próxima Navidad, ha abierto una suscripció­n a beneficio de nuestras tropas de África. No dudamos que el pueblo de Algeciras responderá a tan noble iniciativa, enviando sus donativos a la Tesorería de dicha sociedad”. En la misma línea: “La directiva del Círculo Mercantil recogiendo el sentir de sus socios, ha abierto suscripció­n con igual objeto encabezánd­ola con 250 pesetas. Los donativos se recibirán en la portería del Círculo”.

Para finalizar, recordemos parte de cierto poema, que un vecino de nuestra ciudad, bajo el seudónimo de “El Bachiller Fulano”, dedicó en aquella lejana época a la popular zambomba: Esta es la zambomba/ tan cacareada/ con que en este tiempo/ se nos da la lata/ zumba que te zumba/ canta que te canta /pasan estos días/ la gente se cansa/ al fin y a la postre la cosa desarma/ y el año que viene se sigue la danza.

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El Café Las Delicias se encontraba en la Plaza de la Constituci­ón.
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José Román en su obra ‘Muñecos y caretones’ recoge el arrastre de latas.

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