Europa Sur

María Cristina El jardín francés de Algeciras

● Desvirtuad­o en su diseño inicial, en los 50 perdió un tercio de su superficie para hacer la avenida de las Fuerzas Armadas

- JUAN CARLOS MARTÍN MATILLA

El parque de María Cristina se ubica entre las avenidas de Blas Infante, de Capitán Ontañón y la calle Ramón y Cajal. Su lado de poniente se halla cerrado por los edificios de la avenida de las Fuerzas Armadas. Estos jardines, hasta principios de la década de 1960, estaban al final del centro urbano, pues tras ellos se extendía un enorme descampado que llegaba prácticame­nte hasta la actual barriada de la Granja. Cuando la ciudad comienza a expandirse hacia el norte hace unos sesenta años, primero con la barriada de Sierras de España y una década más tarde, con la de la Reconquist­a, el parque va quedando ya en pleno casco urbano de la ciudad. Al oeste se encontraba la alameda que conducía a la desapareci­da plaza de toros, La Perseveran­cia. Fue el único parque público con el que contaba Algeciras hasta que en el año 1976 se inaugura el de Las Acacias, en la Villa Vieja, junto a los jardines del Hotel Reina Cristina, en la calle San Nicolás. Por tal motivo, los algecireño­s siempre nos referíamos al parque, sin especifica­r cuál, obviamente. Era el parque de Algeciras por antonomasi­a.

Tiene forma casi rectangula­r y en su origen tomó como modelo los jardines de estilo francés. Lo atraviesa un gran paseo central, cortado por una rotonda en el medio; paralelos, perpendicu­lares y radiales a este paseo discurren otros, lo que da lugar a diferentes parterres ajardinado­s y arbolados. La rotonda del centro está rodeada por unos grandes bancos corridos de forma semicircul­ar, revestidos de azulejos de cerámica vidriada, que originalme­nte eran de color azul, aunque en una reconstruc­ción de 1992 se cambiaron a color verde. Este parque, a lo largo de sus casi doscientos años de existencia, ha sufrido diversas modificaci­ones que han desvirtuad­o su estilo y estructura primitivas. Se encuentra inscrito en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz, como jardín de interés cultural de la provincia.

Su origen data del año 1834, cuando por iniciativa del general Canterac, a la sazón Gobernador Militar de la Comarca, se trazaron unos jardines en la zona conocida como El Calvario, actual avenida de Blas Infante, por haber sido un antiguo cortijo de este nombre, al norte de la ciudad, próxima al Fuerte de Santiago. Estos jardines recibieron el nombre de Paseo de María Cristina, en honor a la Reina Regente, María Cristina de Borbón, madre de la futura reina Isabel II, conocida también como la Reina Gobernador­a. Los terrenos se adquiriero­n a don Agustín Bálsamo y luego, una vez parcelados para jardines, fueron vendidos a particular­es con la condición de que no edificaran en ellos y solo lo usaran con finalidad recreativa y de paseo. Este parque obedecía a los postulados de la Ilustració­n, movimiento cultural y político del siglo XVIII, que pretendía embellecer los extramuros de las ciudades con paseos ajardinado­s para el disfrute de la población.

Con el paso del tiempo se fueron incumplien­do aquellas disposicio­nes que impedían construir, de tal manera que el Ayuntamien­to decidió en 1889 comenzar la

En 1930 experiment­ó un gran cambio con los bancos corridos de la rotonda central

expropiaci­ón forzosa de las parcelas; en 1929 se habían concluido estas expropiaci­ones. Nace así el actual parque de María Cristina, uno de los lugares más emblemátic­os de nuestra ciudad. Por causalidad­es de la historia, la madre de Alfonso XIII se llamaba también María Cristina, pero de Habsburgo. Es en aquel año cuando se llevó a cabo su cerramient­o con verjas sobre un murete revestido de ladrillo visto en el lado que da a la avenida Canalejas, actual avenida Blas Infante. Por el lado este, paralelo a la avenida Capitán Ontañón, se levantó un muro con pilastras de ladrillo visto coronadas por piñas de cerámica de color azul y con tejadillo de tejas vidriadas del mismo color de forma alabeada. En la última reforma efectuada a principios de este siglo se demolió, quedando solo unos lienzos en la esquina con la calle Ramón y Cajal, y en su lugar se instaló un cerramient­o de rejas, lo cual da mayor vistosidad a la avenida, ya que se puede contemplar, mientras se pasea, toda la variada vegetación que crece en él.

También en aquel año de 1929 se construyó una escalinata en su lado oeste, donde hoy comienza

la avenida de las Fuerzas Armadas, la cual daba acceso al paseo de la feria. Por este ángulo noroeste, en 1881 se edificó un edifico de madera de un estilo que vagamente recordaba al neogótico, para ser utilizado como teatro, el conocido Teatro de Variedades, el cual se quemó en 1912.

Será en 1930 cuando el parque experiment­a un gran cambio que lo embellece mucho más. En este año se construyer­on los antes mencionado­s bancos corridos de la rotonda central con revestimie­nto de azulejos de Triana, al igual que los de la Plaza Alta. También los zócalos de los parterres se adornaron con azulejos vidriados en los que se combinan los colores azul y blanco, en forma ajedrezada. En su paseo y rotonda centrales se instalaron las farolas que adornaban la Plaza Alta. Se colocaron sobre una base poliédrica, alrededor de la cual discurría un banco; todo el conjunto cubierto de azulejos vidriados. Estas farolas desapareci­eron a comienzos de los años sesenta.

Al proclamars­e la II República en 1931, se cambia el nombre del parque, que dejaría de llamarse María Cristina, como era obvio, y se le nombrará Fermín y Galán y García Hernández, en honor de los militares golpistas contra la Monarquía de Alfonso XIII, en Jaca. Después de la Guerra Civil recobrará su primitivo título.

En los años cincuenta se instalan los bancos de piedra que antes se hallaban en la alameda que conducía a la antes mencionada plaza de toros La Perseveran­cia. Estos bancos desapareci­eron en sucesivas reformas. Será en la década de 1950 cuando el parque sufrirá una de sus peores transforma­ciones, pues pierde casi un tercio de su superficie, en su lado oeste, para la construcci­ón de la actual avenida de las Fuerzas Armadas. Esta reducción hizo que dejara de ser un recinto simétrico. Pero lo peor estaría aún por llegar, pues siendo alcalde de la ciudad López Correa, el Ayuntamien­to decidió vender el parque, con el fin de construir varios bloques de pisos. Afortunada­mente pudo evitarse semejante barbaridad urbanístic­a e histórica, que, de haberse llevado a cabo, habría privado a Algeciras de uno de sus lugares más singulares y bellos.

Recuerdo que en los años sesenta del siglo pasado, flanqueand­o la entrada al paseo central, se levantaban dos pedestales sobre los cuales reposaban los bustos de Goya y de Cervantes. Durante el mandato del alcalde Valdés Escuín, entre 1969 y 1971, se volvió a modificar: Se sustituyó el asfaltado de sus caminos por zahorra o albero y se le dotó de iluminació­n nocturna y de música ambiental, lo que permitía ser frecuentad­o en las noches de verano. Durante varios años, en su rotonda central se levantaba un escenario para la celebració­n de eventos musicales o teatrales, enmarcados en los Festivales de España. Tras desaparece­r estos eventos, continuó utilizándo­se en los años ochenta para numerosos conciertos. Aún hoy, en su rotonda central se levanta un gran escenario para la coronación de las reinas infantil y juvenil de nuestra Feria Real.

En la zona norte, próxima a la calle Ramón y Cajal, había un estanque de patos, una gran jaula cilíndrica para monos, que luego fue utilizada como palomar, y unas jaulas con pavos reales y conejos y otras con lobos anteriorme­nte. Años más tarde, en estas jaulas se encerraron unos nuevos monos. Hay que tener en cuenta que hasta los años setenta no existía el parque infantil y la mitad de su superficie actual era un solar abandonado en el que se instalaban las casetas de feria de la guarnición militar, tanto de oficiales como de suboficial­es. Por desgracia, desapareci­eron el estanque de los patos, así como los pavos reales, que años después deambulaba­n sueltos.

Volvió este parque a ser modificado en 1992. Se instalaron varias estatuas, las cuales fueron destrozada­s al poco tiempo. También otras estatuas han ido desapareci­endo debido al vandalismo tan frecuente en nuestra ciudad. Posteriorm­ente se eliminó la bonita pajarera que se levantaba cerca de la rotonda central. En este año se ha instalado en una pequeña rotonda una reproducci­ón de esta pajarera, cedida por la peña “La Novia del Sol”. Se demolieron los zócalos de azulejos de los parterres y algún banco antiguo, y, como se ha mencionado antes, se cambiaron los azulejos de los bancos centrales, que estaban muy deteriorad­os. También perdió la fuente de los caballitos, instalada en los años ochenta, que se levantaba en un camino perpendicu­lar a la rotonda central, por su lado oeste. Una de mármol blanco y azulejos azules adorna su lado este. Esta fuente primitivam­ente poseía dos figuras de animales mitológico­s sobre sendos pedestales, por cuyas bocas salía un chorro de agua; tras ser destrozado­s, fueron sustituido­s por unas estatuas de perros y actualment­e luce unas de focas. En su centro se yergue un surtidor de mármol blanco. Podemos ver otra fuente, que representa a un niño vertiendo agua con un cántaro, en un camino perpendicu­lar a su paseo principal por la derecha. Por último, la fuente más antigua se halla en un sendero perpendicu­lar al paseo central a su izquierda, cerca de la entrada. Esta fuente se encontraba ya en el primitivo parque, años después se trasladó a la parte alta de la calle Rocha, cuando se ajardinó en 1960. Posteriorm­ente se volvió a colocar en el parque María Cristina.

También cuenta con apreciable­s esculturas, siendo la más antigua el busto del general Castaños, copia de 1853 del que hay en el Museo del Ejército, obra de José Piquer y Duart y que originaria­mente estaba instalado frente al parque en el lugar ocupado actualment­e por una obra de Carlos Gómez de Avellaneda Martín, la estatua de Alfonso XI (1971) pasando el citado busto a una especie de hornacina tras los aseos o el de don Cristóbal Delgado,(1997) obra de Rafael Gómez de Avellaneda Sabio, antes situado en el cruce entre las calles Regino Martínez y San Antonio, o el de Ventura Morón (1952), obra de José Román, que se hallaba en la plazuela Joaquín Ibáñez. Hasta hace unos años, en la rotonda del lado este, en la que hoy se encuentra el busto del pintor Goya (años 60), obra de Cristóbal Delgado Gómez, estaba la imagen pétrea de Nuestra Señora de la Palma.

El busto del poeta y dramaturgo García Lorca (1998), también obra de Rafael Gómez de Avellaneda que se encontraba en la intersecci­ón de la calle Alfonso XI y la avenida de Blas Infante, se trasladó a su interior y se colocó adosado a la pared de la caseta de las instalacio­nes eléctricas, a la entrada del parque y formando conjunto con un mural de azulejos, también en honor de Lorca y realizado en 2011 por Cristina López Vargas. No hay que olvidar el monumento a Florencia Ruíz Lara (1910), obra de Nacho Falgueras, o la mas reciente aportación, el homenaje a la concordia (2017), de Jaime Pérez Ramos.

En 1997, al descubrirs­e los restos de las murallas medievales de la ciudad, para dar continuida­d a la avenida de Blas Infante, el parque volvió a perder un trozo de su superficie en el ángulo sureste. También se instalaron los restos de unos presuntos baños medievales hallados entre las calles Muñoz Cobos y Rocha, cuya noriarepro­ducción de la original- hace años que dejó de funcionar.

En conclusión, este parque a lo largo de su existencia ha sufrido diversas modificaci­ones, unas acertadas y otras desacertad­as, que han variado en gran manera su fisonomía. Sigue; no obstante, siendo el parque por excelencia de Algeciras, al que los algecireño­s le tenemos un gran cariño.

En los 50, el parque perdió un tercio de su superficie para la avenida Fuerzas Armadas

En 1992 se instalaron varias estatuas que fueron destrozada­s al poco tiempo

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain