EN EL DÍA DE LA NATIVIDAD
EL cristianismo no es sólo un cuerpo religioso sino también un soporte cultural sólidamente afianzado. Bien podría decirse sin reparos, que la cultura occidental es cristiana. Lo es en sus valores y en su iconografía. Claro que para ser cristiano hay que ser creyente, pero se trata de superar el sentido religioso del término y comprender que lo que pretendemos para nuestras sociedades, es alcanzar un estatus basado en la doctrina social cristiana. Las universidades son instituciones de origen religioso estructuradas en torno a la idea de que la búsqueda de la verdad es la búsqueda de Dios. El conocimiento es el camino para llegar a Dios y las artes se han desarrollado en esa búsqueda.
Claro que hay cantidad de personas que no creen en Dios. En unos casos por no plantearse su existencia, en otros por negarla desde la razón y en muchos por resentimiento. No pocas de ellas han probado su excepcional inteligencia en determinadas parcelas del saber y han necesitado hacer uso de una gran capacidad deductiva. Pero probablemente ninguna de ellas ha pensado en lo sugerente que es estar seguro de la imposibilidad de poseer todo el conocimiento, en lo absurdo que sería siquiera imaginar una sociedad
Tal día como hoy nació al otro lado del Mediterráneo un niño al que llamaron Jesús de Nazaret
en la que todo se supiera. Parece como si nadie se hubiese parado a preguntarse por qué no tiene sentido pensar en la posibilidad de abarcarlo todo, en por qué no se puede llegar a saber responder a todas las preguntas.
Desde que allá por el siglo XVII, la civilización occidental empezó a descartar a Dios como explicación y fue remitiéndolo todo a la razón y a la ciencia, nos hemos ido quedando sin recursos, empeñados en buscar el modo de sustituirlo. Sin embargo eso es imposible. Ello debiera animar a las inteligencias a asumir el supuesto de la existencia de Dios. Así podría atenuarse la inquietud de que la luz sea apenas nada ante la infinita oscuridad que nos precede y nos precederá siempre. Y ¡ay el mal!, y la enfermedad, el desasosiego y la desesperación. Dios los permite porque ha de permitir que la libertad sea inherente a la naturaleza humana.
Podemos recurrir a eufemismos y a falsos símbolos respecto a lo que el día de hoy significa, pero lo que significa es que tal día como hoy nació al otro lado del Mediterráneo un niño al que llamaron Jesús de Nazaret: Dios hecho hombre para nuestra cultura. La historia cambió y quedó entonces dividida en dos partes. Eso es lo que conmemoramos.