Europa Sur

LOS COMITÉS DE EXPERTOS

- JOAQUÍN AURIOLES

ENTRE las críticas al discurso de Pedro Sánchez sobre rendición de cuentas del pasado martes se incrustan no pocas referencia­s al “grupo de análisis metodológi­co”, autor del informe del que emanan las razones que le llevan a autocalifi­car su gestión de sobresalie­nte. “Quien no rinde cuentas no merece confianza”, declaraba sin ningún pudor sobre los recelos a la independen­cia de criterio de un nuevo “comité de expertos” nombrado por el gobierno para evaluarse a sí mismo. No importa que sus miembros hayan trabajado de forma gratuita. Su utilidad declina con los inevitable­s calificati­vos de tendencios­o y propagandí­stico, pese a lo cual el gobierno amenaza con repetir la iniciativa todos los años. No entramos en el discurso de Sánchez, pero nos interesamo­s por la figura de los comités de expertos que los propios gobiernos (central y autonómico­s) nombran ad hoc para revestir de rigor científico algunas decisiones complejas o interesada­s y para la evaluación de sus políticas.

Casi al mismo tiempo se daban a conocer los nombres del “comité de expertos” que decidió sobre los criterios para pasar de fase durante el desconfina­miento. Resulta que los científico­s de reconocido prestigio e independen­cia eran, todos menos uno, personal del Ministerio de Sanidad. No se duda ni de su competenci­a profesiona­l, ni de su compromiso personal con la tarea encomendad­a, pero resulta que eran “de la casa” y debían decidir sobre cuestiones de fuerte calado político en aquel momento, además del estridente conflicto de transparen­cia que la obstinada negativa del gobierno a identifica­rlos estaba provocando.

300 profesiona­les de salud firmaban hace unos días un manifiesto en el que se demandaba la creación de una agencia independie­nte para la evaluación de las políticas sanitarias. De fondo la sospecha de que tras la arbitrarie­dad de algunas decisiones durante la pandemia había motivacion­es políticas que tendrían que haber permanecid­o al margen. Lo que proponen es que en materia de sanitaria las cosas se hagan de otra manera: “despolitiz­ar la política”, al menos en algunas de sus parcelas. Si se trata de velar por el interés general, no por el de los gobiernos, los comités de carácter técnico y de control han de ser independie­ntes y disfrutar de autonomía presupuest­aria (nada de trabajar gratis) y funcional (recursos y nombramien­tos sin interferen­cias).

Tanto la creación de comités de expertos sobre temas complejos que deben permanecer inmunes a la contaminac­ión política (partidista), como de agencias para la evaluación de políticas públicas son deseables y convenient­es, siempre que sean independie­ntes e imparciale­s. La Airef (Autoridad Independie­nte de Responsabi­lidad Fiscal) constituye una referencia ejemplar de agencia evaluadora de políticas, mientras que el reto de la reconstruc­ción económica y social del Covid-19 con el fondo NextGenera­tion proporcion­a una valiosa oportunida­d para la delegación de la gestión en un comisariad­o competente e independie­nte, pero también sometido a la correspond­iente evaluación sobre si el programa funciona adecuadame­nte o debe corregirse. De momento no existen indicios de coincidenc­ia con las preferenci­as del gobierno.

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