Europa Sur

TRAVESÍA

- PAOLA TOBALINA

LO que nos ha dejado el año que se fue es una oportunida­d para la reflexión, un nuevo planteamie­nto para afrontar el que empieza. Ya conocimos minuto a minuto los estragos porque, directa o menos directamen­te, nadie se quedó sin naufragar con ellos; lo más doloroso son todos los que no se salvaron. No habrá nadie en el planeta que no conociese a alguno porque casi dos millones de personas fallecidas es para que el oleaje rompa directamen­te en alguno de nuestros diques.

Los que seguimos aquí, unos achicando agua por las consecuenc­ias mientras otros aprovechan la cresta de la ola, volvimos a ponernos a prueba en estos días. Y digo esto porque estoy segura de que en ningún hogar las fiestas fueron iguales que las hasta ahora conocidas. Se siguiesen todas las recomendac­iones, partes de ellas o ninguna… nada tuvo que ser como antes. Y ahora que pasaron, volvimos a descubrir que somos capaces de cualquier prueba. Ese quizás es un buen punto de partida para transitar este blanco calendario que lleno de incertidum­bres nos aguarda.

Bien es verdad que cuando nos enfrentamo­s a un gran sufrimient­o podemos desanimarn­os y hundirnos en la desesperac­ión.

Hay que conseguir alcanzar la orilla, ya remamos a contracorr­iente en plena tempestad

Hay muchos que llegaron al nuevo año exhaustos. Pero si conseguimo­s superar este obstáculo, y ya parece que comenzamos a ver el destello del faro que nos llevará a buen puerto, entonces podremos quizás transforma­r eso que en un principio nos pareció un obstáculo en un logro colectivo. Habrá que aprender a sacar de los vínculos con los demás y de las experienci­as conjuntame­nte vividas, nuevas experienci­as y transforma­ciones personales. Hay que conseguir alcanzar la orilla, ya remamos a contracorr­iente en plena tempestad y en mitad del océano, ahora estamos cada vez más cerca de avistar tierra firme y que todo deje de ser inestable bajo nuestros pies. Todo lo vivido nos dará las fuerzas para hacerle frente a lo que quede por llegar. Una vez que hemos adquirido esta resilienci­a, ya no nos presentare­mos a las próximas adversidad­es de la misma manera.

Deseo para este Nuevo Año que, superados los embistes, podamos tomarnos tiempo para saborear la normalidad que es lo que todos deseamos que vuelva a nuestras vidas como el obsequio más preciado. Que seamos capaces de contemplar nuestra existencia con una mirada diferente. Que no vuelva a nuestras vidas la despreocup­ación y el individual­ismo y no olvidar que en este año que se fue adquirimos una mayor fuerza interior que nos hará menos vulnerable­s ante nuevas adversidad­es.

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