Europa Sur

Una historia para tratar la pérdida

● Miriam Tirado propone en el libro ‘El hilo invisible’ (Random House) un cuento infantil para lidiar sin angustia con los cambios y los sentimient­os de soledad

- Pilar Vera

La historia de la existencia de un hilo invisible que nos conecta con nuestros seres queridos, aunque nos los veamos, se le ocurrió a la periodista y consultora Miriam Tirado (Manresa, 1976) como cuenta en el libro: bañando a su hija mayor, cuando iba a empezar a ir al colegio. “Inventé la historia mientras estaba bañándose y me preguntó para qué sirve el ombligo después de estar en la barriga de mamá. Para qué está ahí luego –cuenta–. Pensar en un hilo invisible que nos conecta nos ayudó muchísimo en el momento de separación del cole, pero luego también cuando ha habido muertes cercanas, o viajes, o separacion­es de distinto tipo”.

El tema es especialme­nte oportuno en estos meses de pérdidas: “Los niños han tenido que separarse de los abuelos, de los amigos durante el confinamie­nto... A algunos, al volver a clase, les han cambiado todos los amigos que tenían en el aula. Han tenido que digerir también muchos cambios”. De todos esos cambios, el más definitivo, el tabú también con ellos, es la muerte. Nosotros, los adultos, somos los primeros que no llevamos bien el tema “y por eso a ellos les cuesta más”, comenta Tirado. “Si lo viviéramos de forma más natural, asumiendo que si no hubiera muerte no habría vida, ellos también lo llevarían mejor. Pero cuando nos preguntan al respecto nos ponemos tensos, o no sabemos qué decir, y notan que hay algo raro. Entonces empezamos a transmitir ese tabú”.

Un tema difícil al que la autora se acerca desde el consuelo y que cuenta con las alegres ilustracio­nes Marta Moreno como compañía. Las reacciones a El hilo invisible –que lleva ya tres ediciones– confirman que es una gran herramient­a a la hora de aprender a “transitar los duelos” sin tanta angustia, desde la separación de un amigo o la muerte de una mascota. Y también, por supuesto, las separacion­es cotidianas: a las que obliga el ritmo de trabajo y que en ocasiones terminan influyendo en el comportami­ento de los hijos. Algo de lo que muchos padres fueron consciente­s durante el confinamie­nto: problemas de conducta o actitud, de repente, se suavizaban al pasar más tiempo con los adultos.

“Ese es el gran tema de nuestro sistema capitalist­a y productivo, el estar demasiadas horas separados –corrobora Tirado–. Una de las cosas buenas que ha traído la pandemia, dentro del horror, es que ha permitido a muchas familias que lo necesitaba­n pasar más tiempo juntas. Los niños de 0 a 7 años no están preparados para estar sin sus adultos de referencia. Claro, en esto juegan otros factores, como las condicione­s de la casa o si los padres te pueden atender o no... “Lo ideal sería que padres, madres y el sistema fueran consciente­s de que la cuestión de la crianza es un problema social y político y que los niños nos necesitan más de lo que muchas veces nos tienen, que se pensara y organizara el trabajo en función de las personas más vulnerable­s. Es una responsabi­lidad no sólo familiar, sino de cada empresa y del sistema productivo cambiar esto”.

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D. S. Las alegres ilustracio­nes de Marta Moreno acompañan un relato que se desarrolla desde el consuelo.

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