“Es posible producir naranjas sostenibles de gran calidad”
–¿Cómo llegan 15 productores del Bajo Guadalquivir a producir naranjas 100% sostenibles con una gran cadena de supermercados de Europa?
–Nuestro proyecto Zitrus surge de una cooperación de WWF Alemania con Edeka, el principal supermercado alemán, que eligió Andalucía, la huerta de Europa, para uno de sus productos estrella: las naranjas y mandarinas. Los consumidores europeos demandan estos productos sostenibles al tener una mentalidad ambiental y social. En España el consumidor busca más precio que calidad. Eso explica que aquí aún no repunte este tipo de proyectos.
–Las empresas son de Sevilla, de Huelva y Córdoba.
–Uno de los principales proveedores de naranjas de Edeka era la empresa sevillana Iberhanse, con su finca El Esparragal. Ahí empezó el proyecto en 2014 con WWF Alemania que se extendió a 14 fincas de Sevilla y Córdoba y a otra en Huelva (Charofruit). Es único porque combina cuatro claves: el uso eficiente y legal del agua, la eliminación de los agroquímicos más tóxicos para la salud y la biodiversidad, recupera la fertilidad del suelo e integra la biodiversidad en las plantaciones. No hablamos de certificaciones sostenibles una vez al año para pasar una auditoría. El proyecto es serio y sólo se le da el distintivo del Oso Panda a esas naranjas si cumplen esos objetivos. Nuestros expertos hacen un seguimiento semanal exhaustivo.
–¿Para cuándo en España?
–Cada vez preocupa más lo ambiental y social, aunque en épocas de crisis tiramos a precio. Lo importante sería buscar ese equilibrio. Estos productos estrella van con un sobrecoste para el consumidor europeo, que paga más por esta fruta que por una convencional, y con un precio justo para el agricultor.
–La formación y capacitación de los agricultores y agricultoras que participan es obligatoria…
–El proyecto les ofrece un plan de formación anual en agua, suelo, buenas prácticas agrícolas y biodiversidad. El aprendizaje es mutuo. El proyecto se diseña con los agricultores y no es una imposición de la cadena de supermercados. Todos estamos al mismo nivel. Los agricultores están contentos porque su producto marca diferencia y se posicionan en el sector.
–Dejar que crezca la hierba natural es lo primero.
–Estamos intentando romper mitos. En la Escuela de Agrónomos se enseña históricamente a tener las fincas limpias de hierba por considerar que son reservorio de plagas. ¡En absoluto! Hemos comprobado que si dejamos hierbas en las calles y en las lindes es mucho mejor para la biodiversidad y para frenar la erosión. Esas hierbas naturales albergan insectos neutros o auxiliares, nunca insectos plaga. Las principales plagas de los cultivos siempre tienen un insecto que se las come (las mariquitas son depredadores naturales de los pulgones) y si echas insecticida te estás cargando al insecto que te daña el cultivo, pero también al que te ayuda. El mejor insecticida es la naturaleza.
–¿Cómo es esa agricultura sostenible en sus fincas?
–Todas son legales en el uso del agua y tienen que reducir al menos un 8% del agua de concesión, que es la falta de agua a futuro prevista por el cambio climático. No pueden usar pesticidas como glifosato o insecticidas muy tóxicos ni en lindes, calles o arroyos. Hay que dejar que la naturaleza actúe y si no, usar los productos menos nocivos. Dejamos crecer la hierba natural para que los insectos auxiliares tengan comida y refugio. En las balsas de regadío se colocan nidos flotantes para aves acuáticas. Y en los cultivos, posaderos con cajas de rapaces que controlan conejos y topos. Estamos demostrando que es absolutamente posible producir naranjas de gran calidad sin perder rendimiento ni producción y de forma sostenible.
–¿Por qué se usa el glifosato si es perjudicial para el medio ambiente?
–Es más barato y más fácil de conseguir que los menos nocivos.
–Hay que volver a la agricultura de nuestros ancestros ....
–La agricultura de nuestro proyecto es aplicar el sentido común, la cabeza. Si superamos las presiones políticas y de los lobbies, en Andalucía estamos preparados para adaptarnos ya a los cambios en la agricultura que pronto van a venir a Europa. Estamos perdiendo una oportunidad histórica para posicionarnos.
–El beneficio social de este proyecto es interesante.
–Los cítricos están todos en el mercado y con la venta garantizada. Se ha contratado a 200 trabajadores más y se ha abierto un nuevo almacén ante la demanda en Alemania. El proyecto crea también una economía verde por la necesidad de contar con expertos en cuestiones sostenibles, y aplicamos ya requisitos que en 2030 se exigirán en toda la Unión Europea con el Farm to Fork: reducir el uso de fitosanitarios y fertilizantes, agricultura ecológica e integrar la biodiversidad.
Las fincas del proyecto Zitrus son legales en el uso del agua, no usan glifosato y acogen biodiversidad”