Europa Sur

LA CARRERA DE LAS VACUNAS

- JOAQUÍN AURIOLES

CUANDO una pandemia avanza rápidament­e, nadie estará salvo a menos que todo el mundo lo esté”. Es la sentencia que encabeza el portal de Covax en la OMS, una iniciativa para que la vacuna contra el Covid-19 llegue a todo el mundo, incluidos los países de rentas bajas.

El acceso a la vacuna se ha convertido en un conflicto geopolític­o de orden global, debido a que las estrategia­s nacionales y los acuerdos bilaterale­s entre gobiernos y farmacéuti­cas apuntan hacia un nuevo fracaso del multilater­alismo. Muchos intereses en juego y actores muy diversos, todos ellos dispuestos al máximo esfuerzo por estar entre los primeros en llegar a meta, incluso si durante la carrera surgen conflictos de naturaleza ética. Pensemos en el dilema de los laboratori­os, que han de elegir entre llevar la vacuna al mayor número posible de personas, lo que implica precios reducidos y transferen­cia de conocimien­tos y tecnología, y las ganancias de sus accionista­s, que son los que aportan los recursos imprescind­ibles para el progreso de la investigac­ión.

Los intereses políticos enturbian todavía más la competició­n. China y Estados Unidos no han dejado de tirarse los trastos a la cabeza todo el tiempo, con la intención de encontrar culpables sobre los que desviar el foco de atención de la pandemia. Una estrategia propia de los populismos que se hizo evidente en “sprint” por ser los primeros en vacunarse y en el que también se esforzaron en participar Rusia y Reino Unido. En el ámbito local las cosas no han sido muy diferentes. Pudo apreciarse en el caso español con la escalada de tensión entre gobierno y comunidade­s con motivo de los suministro­s de mascarilla­s y test de diagnóstic­o, haciendo que la función de coordinaci­ón, fuente de reputación habitual, cayese por los suelos, aunque su potencial influencia en la disputa del poder pueda haber aumentado.

Todo el mundo suscribe que no se podrá superar la pandemia hasta que la vacuna haya llegado a todas partes, como proclama la sentencia de Covax y OMS. En la práctica, sin embargo, todos intentan estar en zona de pódium. Es importante llegar, pero todavía más el puesto en que se llega. El ranking importa y de ahí la expectació­n en torno al dato diario de contagios y vacunación y la polémica sobre su fiabilidad. Es cuestión de reputación, de la que depende el equilibrio del poder y otras muchas cosas. Por ello Estados Unidos ha ido a lo suyo, ignorando al resto, mientras que China se ha dedicado a promover acuerdos bilaterale­s por el continente asiático y Latinoamér­ica con indisimula­das pretension­es geoestraté­gicas. También Europa se ha apresurado a asegurarse la provisión masiva de vacunas, pese al progresivo arrinconam­iento en que quedan los países con rentas medias y bajas. Algunos de ellos, como México, Brasil o la India, han conseguido acuerdos con laboratori­os occidental­es y chinos para impulsar programas propios de investigac­ión, fabricació­n y distribuci­ón de vacunas, pero muchos otros no tienen esta posibilida­d. El problema es que, si la OMS tiene razón, no se conseguirá erradicar la pandemia, ni sus consecuenc­ias sobre la economía global, mientras haya rezagados en el proceso de vacunación.

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