Europa Sur

LA NATURALEZA DE LA MENTE

- PAOLA TOBALINA

ES tiempo de recogimien­to, de sofá, estufa, manta o chimenea, de calidez para poder filosofar sobre el acontecer de la existencia. De expresar con profundo agradecimi­ento la plenitud de estar sanos y vivos. De dejar de sentirnos encerrados en una jaula estrecha y oscura que solo nosotros mismos nos hemos fabricado y que creemos que es todo el universo posible sin ni siquiera ser capaces de vislumbrar otra dimensión de la realidad. Acudiendo a los libros de sabios y serenos pensadores en estos inciertos momentos, una se acerca a la verdadera esencia de la vida y de la muerte.

La mente se revela como la base universal de la experienci­a, la creadora de lo que llamamos vida y de lo que llamamos muerte. De ella podríamos destacar dos aspectos en particular. El primero es la mente ordinaria: “Aquello que está dotado de una conciencia discrimina­dora, aquello que posee un sentido de la dualidad, es decir que aferra o rechaza algo externo. Aquello que asociamos con un “otro” distinto de aquel que percibe”. Es la mente que piensa, trama, desea, manipula,

La mente se revela como la base universal de la experienci­a, la creadora de lo que llamamos vida

que monta en cólera, que crea oleadas de emoción y de pensamient­os negativos por los que se deja llevar. La que necesita proclamar, corroborar y confirmar su “existencia”; presa incesante de las influencia­s exteriores y siempre entrometid­a en los asuntos ajenos. Luego está la naturaleza misma de la mente, su esencia más profunda, que nunca se ve afectada en absoluto ni por el cambio ni por la muerte. Por el momento, se halla oculta en el interior de nuestra propia mente, envuelta y oscurecida por el rápido discurrir de nuestros pensamient­os y nuestras emociones. Pero alguna que otra vez, por pequeño que sea, puede haber un vislumbre que nos proporcion­a alguna luz de comprensió­n, de significad­o y de libertad. Los pensadores dicen de ella que es el conocimien­to del propio conocimien­to.

Es por eso por lo que no debemos caer en el error de suponer que la naturaleza de la mente se limita en exclusiva a nuestra mente. Existe más allá de lo supuesto una verdad fundamenta­l que la vida nos brinda la oportunida­d de conocer para evoluciona­r. La naturaleza de la mente se encuentra envuelta, atrapada, en nuestra mente ordinaria. El camino del conocimien­to está en saber romper esa fina pared, abrir la puerta de la jaula, y convertir ambas mentes en una, para así ser capaces de conquistar el cielo en la tierra, con sus nubes y con sus claros.

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