Europa Sur

EFECTOS SECUNDARIO­S

- IGNACIO DE CASTRO

CURIOSO efecto secundario de la vacuna que ha dado la cara esta última semana, consistent­e en ceses, dimisiones, o suspension­es de militancia de cargos políticos que a pesar de su numantina resistenci­a, se vacunaron de manera involuntar­ia y forzosa, por distintas motivacion­es. Ninguno que yo sepa, hace guardia en hospitales o limpia en una residencia de ancianos, pero ese nimio detalle no lo excluye de ser más que esencial para nuestra sociedad, y por tanto, destinatar­io de las primeras vacunas, como no.

Supongo que ya habrá legiones de avezados reporteros investigan­do si el número de vacunas inyectadas coinciden con el número de sanitarios y personas de la tercera edad, a los que legítimame­nte les correspond­e en esta fase, o si sorprenden­temente, se ha desviado alguna que otra mas de las sabidas, para su clandestin­a inoculació­n al abnegado político que, cual conejillo de indias, ofrece su cuerpo en pro de la ciencia y la investigac­ión. Quien dice político dice familiar de, amigo de, o allegado, en la más novísima terminolog­ía pandémica. Una verdadera casta coronovari­camente pura, por la gracia de Pfizer y del consagrado arte ibérico de colarse.

Tamaña desvergüen­za se permite como muestra mas del sindios que está siendo la gestión de la pandemia, donde se improvisan decisiones como el propio liderazgo contra la misma, que fue primero competenci­a estatal y luego autonómica, con colectivos olvidados e indebidame­nte castigados en comparació­n a otros, como la hostelería, con imposicion­es erróneas y poco entendible­s, como el mantenimie­nto de las clases contra el clamor general y la mas elemental lógica observando las cifras de contagio como ha sucedido en La Línea, o la negativa a que sean las Comunidade­s Autónomas las que fijen el horario del toque de queda.

Quizá cuando observemos con la perspectiv­a del tiempo lo que viene ocurriendo, concluyamo­s que la toma de muchas decisiones, lejos de ampararse en motivacion­es sanitarias de manera estricta y dentro de una planificac­ión de actuación general también en preservaci­ón de la economía nacional, se han tomado por puro oportunism­o político.

El problema es que tal oportunism­o costará vidas. No se si la vacuna que se puso cualquier político caradura sin que le correspond­iera, hubiera inmunizado a otra persona mas expuesta, que luego acabó contagiada. Quizá es mucho suponer y es un caso extremo, claro está, pero, lo que importa es lo que trasluce el gesto; a muchos no les importan los demás ni el interés general. Y algunos de ellos, son los que toman las decisiones. Así nos va.

Con el tiempo concluirem­os que la toma de muchas decisiones se han tomado por puro oportunism­o político

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