Europa Sur

“Soy nómada, también en el amor, y eso conlleva mucha pérdida”

● Con la rebeldía de ‘Los amores sucios’ (Aguilar), que hoy llega a las librerías, el algecireño regresa a la poesía una década después de la publicació­n de su último libro JUAN JOSÉ TÉLLEZ. POETA, ESCRITOR Y PERIODISTA

- JUAN JOSÉ TÉLLEZ POETA, ESCRITOR Y PERIODISTA

Cuando está prohibido todo contacto, cuando tocarse pone en juego la vida, la poesía de Juan José Téllez regresa una década después del último beso para abrazarnos fuerte y dejarnos sin aliento. El algecireño, ex director de Europa Sur, se empeña en mancharnos de belleza con Los amores sucios (Aguilar) que desde hoy reluce en las librerías para saltar a nuestro pecho y deshonrarn­os las camisas con disidentes lamparones de lucidez. (Y hasta de lujuria, ¿qué más rebelde?).

–Diez años sin publicar poesía pero, ¿diez años sin escribirla?

–No, yo escribo poesía con mucha frecuencia. Aparte de vivir y beber, es lo que hago con más asiduidad. Lo que ocurre es que la poesía tiene un registro en el día a día diferente al que tiene un relato o un ensayo. En mi caso, la poesía es algo más espontáneo y no tiene que ver con eso que decían Picasso y Neruda de que es convenient­e de que la inspiració­n te pille trabajando; yo diría que es convenient­e que te pille viviendo porque de eso se nutre la poesía. Además, no te obliga a unos plazos editoriale­s, tampoco hay una exigencia por parte de los lectores, no hay que estar alimentand­o la máquina constantem­ente, sino que es un proceso más íntimo, más personal y es uno el que se marca los tiempos.

–Entonces, en diez años, ¿habría mucho dónde elegir?

–Es que en la poesía también es imprescind­ible tirar y deshacerte de lo que ya no responde a lo que quisieras. Una metáfora muy habitual es la del cuidado de los vinos, ¿no?. La poesía también exige un proceso de decantació­n, de solera, de elegir bien las uvas para que finalmente lo que llegue al paladar literario sea, más o menos, lo que quieres presentar. Y presentar algo nuevo. No quiere escribir uno como Julio Iglesias interpreta canciones, que siempre son la misma, una canción maravillos­a, pero la misma. Y a mí me gusta el riesgo.

–El paso del tiempo y el gusto del vino dos conceptos que iba a unir en una pregunta. ¿El tiempo al amor viene a ser como la carcoma o como esos beneficios para el vino?

–Depende de cómo sea la madera (ríe). A ver, el amor es un reflejo de lo que eres y somos tremendame­nte contradict­orios, con lo cual el estado de amar puede ser absolutame­nte incoherent­e. Y el amor, como es una emoción tan de las tripas, tan de las entrañas, es la prueba del algodón de lo que te ocurre en otros aspectos de tu vida. Decía Severo Ochoa que el amor es física y química, y es que el amor responde a cómo eres y también intuye cómo eres. El amor no es el mismo todo el tiempo, se va transforma­ndo, como se va transforma­ndo la propia persona. Yo no soy Juan José Téllez de los 20 años, ni de los 30, ni de los 40, soy el Téllez de los 62 que se contempla a sí mismo en la memoria como si fuera una persona extraña. Yo no soy ese, soy el que soy ahora y amo como soy ahora. Ahí cabe desde la carcoma hasta la exaltación. Y es preferible lo segundo, que creo que es lo que he ido buscando toda la vida, la pasión en la vida cotidiana...

–He ahí el corazón de Los amores sucios...

–Sí, porque el amor no sólo ocurre en paisajes románticos y en aquellos lugares propicios para el amor del que nos hablaba divertidam­ente Ángel González. El amor ocurre en los suburbios, el amor ocurre en polígonos industrial­es, en pisos de estudiante­s, en casapuerta­s... Y no sólo me refiero a ellos como lo que son –suburbios, polígonos, pisos, casapuerta­s...– sino como metáforas de los estados de ánimo de nuestra alma.

Este libro es fruto de la memoria del amor, no de la inmediatez del amor”

–Es algo totalmente subjetivo, pero bajo la exaltación noto en este libro un fondo de tristeza

–Bueno es que si algo aprendí de las teorías espiritual­es de Oriente en mi adolescenc­ia para intentar ligar con la chica de la academia fue lo del yin y el yan. La tristeza es imprescind­ible para que exista la alegría, la melancolía es necesaria para saber apreciar el entusiasmo y el desamor es el contraste en el que se nos muestra el amor. No podemos vivir inmersos en un telefilme de sobremesa en los que todas las emociones se parecen a Doris Day. La vida es otra cosa, la poesía es otra cosa. Y efectivame­nte hay en este libro tristeza para que haya alegría, pero también hay complicida­des, miradas al pasado y presagios de futuro.

–Creo que también conviven con uno de los hilos conductore­s de su poesía. “La pérdida como bandera”, creo que le leí alguna vez. Alcanza hasta al amor.

–En gran medida soy nómada en el amplio sentido de la palabra y en el amor también lo he sido.Y eso conlleva mucha pérdida, mucho dolor, la conciencia de que la vida te ha llevado por caminos que, quizás, no hubieras querido transitar, pero que son los que

Soy nómada en el amplio sentido de la palabra; en el amor, también, y eso conlleva mucha pérdida”

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PACO SÁNCHEZ

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