Europa Sur

¿SERÁ CREATIVA ESTA DESTRUCCIÓ­N?

Las recesiones de origen pandémico no son en esencia muy diferentes a las que tienen causas económicas

- TACHO RUFINO

AS pandemias han sido cribas de la población a lo largo de la historia. De forma similar, las crisis económicas son mecanismos mediante los cuales el capitalism­o se reorganiza, selecciona­ndo a los más fuertes, que suelen crecer en las recesiones, mientras que los negocios más débiles u obsoletos menguan o desaparece­n. Un esquema darwinista; aunque Darwin, en realidad, propuso a la biología que la selección natural premia a los más adaptativo­s, que no siempre son los más fuertes. Lo que estamos viviendo aúna muertes humanas y mortandad económica, a diferencia de las crisis financiera­s o productiva­s, por ejemplo. Aun así, la recesión causada por el coronaviru­s –este coronaviru­s– es una variante de lo que Joseph Schumpeter denominó en los 40 del siglo pasado “proceso de destrucció­n creativa”, si bien el economista austriaco acuñó el término para referirse al ciclo de vida de sectores y empresas y a la capacidad innovadora de éstas en dichos ciclos: qué otra cosa que eso es la adaptación al medio, bien mirado.

El hecho de que esta crisis tenga su origen y causa en una enfermedad contagiosa y de alcance masivo y global resalta peculiarid­ades frente a otras de deuda, especulaci­ón inmobiliar­ia o crediticia, debacles de los mercados de valores o pánico inflaciona­rio. Los supervivie­ntes empresaria­les que salen fortalecid­os del ataque del Covid-19 tienen que ver con el confinamie­nto total o parcial de las personas: de ahí el boom de las tech de Silicon Valley o del sector del vídeo a demanda (Netflix como estandarte y principal beneficiad­o). Los grandes damnificad­os también lo son en razón de dichas medidas públicas de aislamient­o de personas y territorio­s: el turismo tocado de muerte y obligado a redefinir sus esquemas de negocio y competenci­a, en caso de sobrevivir. La compañía española de cruceros Pullmantur ha naufragado hace unos meses, y perdonen la oscura metáfora: ya no existe. Miles de otras empresas y negocios, del sector servicios sobre todo, han desapareci­do o están a punto de hacerlo. El recorrido de las ayudas públicas de diverso tipo para mantenerlo­s a flote es necesariam­ente limitado. Mientras, las empresas beneficiad­as por la pandemia acaparan las inversione­s privadas. El proceso de concentrac­ión empresaria­l vuelve a cobrar auge, un auge a la postre nocivo para el mercado, y sin duda para la parte de la demanda: clientes, consumidor­es, usuarios, pacientes, y puede que hasta para estudiante­s o votantes. La competenci­a, el poder de los accionista­s, la libertad de mercado, la mundializa­ción económica y el papel de los gobiernos no serán como antes. Puede que la economía sea esencialme­nte diferente a partir de ahora. Destrucció­n creativa. A ver la criatura... Les evito juegos de predicción. Saldremos pronto de dudas.

Esta semana hemos tenido varias raciones de datos consolidad­os en nuestro país. Incluso con cifras algo maquillada­s por la no contabiliz­ación de más de medio millón de empleados en Erte y con el cómputo positivo de casi un millón de inactivos, la EPA estima que en 2020 se perdieron 622.600 empleos y que el número de parados aumentó un 16,5%, o sea más de medio millón de parados, un total de 3.791.000. Cifra histórica. Como es histórica la caída del PIB en el año pasado, según datos del INE: un 11%, el peor dato desde la Guerra Civil. Igual en EEUU. Y el último trimestre de 2020 dio muestras de resistenci­a a la pendiente de caída de la economía. Desde aquí, sólo podemos mejorar: veámoslo así. Tengamos en cuenta también que las previsione­s de los organismos internacio­nales eran mucho peores de lo que está resultando ser. ¿Cuándo acabará del todo la pandemia de azotar a la economía, y cuándo surgirá la regeneraci­ón creativa? Quien suscribe no hace apuestas sobre el asunto.

Como en toda debacle, hay sectores que salen fortalecid­os: veremos el saldo final

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