Europa Sur

Planas contra Planas

● El modelo de ayudas de la PAC que pregona el ministro no tiene nada que ver con el que defendía como consejero

- T. Monago

“En este planteamie­nto no tiene cabida la aplicación de una ayuda única por superficie para todos los cultivos –la conocida como tasa plana– ya que eso provocaría graves distorsion­es al no considerar las diferentes realidades territoria­les productiva­s. Rechazamos, por tanto, cualquier modelo que no se ajuste a la realidad e implique imponer una tasa plana a escala nacional y autonómica (...) Defendemos un concepto de región que se correspond­a con nuestra realidad, diversidad y riqueza productiva y que evite las transferen­cias de ayudas entre sectores y territorio­s”.

Eso es lo que opinaba el ministro de Agricultur­a, Luis Planas, en 2013, cuando era consejero del ramo en Andalucía. Ahora su posición, como mínimo, se está moviendo. El decreto de transición de la PAC –el modelo para 2021 y 2022– es un paso hacia un cambio radical del sistema de ayudas que conllevará, si no hay rectificac­ión, que Andalucía, la principal receptora de las ayudas directas con unos 1.500 millones al año, sufra un recorte importante. El presidente de Asaja Andalucía, Ricardo Serra, lo cifraba en algo menos de la mitad, unos 600 millones.

El decreto acelera la convergenc­ia entre agricultor­es dentro de la misma región productiva (en España hay 50, que se correspond­en con cultivos de regadío y secano, pastos y cultivos permanente­s), al eliminar el límite de pérdidas de los que tienen derechos más altos (perciben más por hectárea). Este perfil abunda mucho más en Andalucía que en otras comunidade­s autónomas porque las ayudas se vinculan a un histórico de producción. En general, los que más produjeron en el pasado –y, presumible­mente, tienen las explotacio­nes más productiva­s– son los mayores perceptore­s porque generaron más derechos. Como la Unión Europea llamó a la convergenc­ia entre productore­s en la PAC 20142020 –en un proceso que desvincula­ba las ayudas de la producción– se estableció que los que recibían más por hectárea perderían un 6% anual cada año, un 30% en total, hasta 2020. Y dentro de una misma región, lo que suavizaba aún más el impacto.

LA REBELIÓN ANDALUZA

El Gobierno, en un decreto de transición hacia la nueva PAC en el que en teoría no debería haber grandes cambios, elimina cualquier límite, lo que hace que muchos agricultor­es puedan perder un 20%, un 30% o más de su renta en un solo año, ya no digamos en dos. Es cierto que hay otros que son beneficiad­os –y el Ministerio insiste en ello–, incluso dentro de Andalucía, hasta el punto de que el Ejecutivo señala que el impacto global dentro de la región será neutro y que en 2021 sólo el 1% de los productore­s andaluces perderá más del 20%. Pero la suavidad de la convergenc­ia en el anterior periodo permitía a los que tenían derechos más altos hacer previsione­s año a año y reajustase. Ahora, con un cambio más radical, lo van a tener más complicado.

Andalucía se ha rebelado contra el decreto. La Junta y las principale­s organizaci­ones agrarias (COAG, Asaja, UPA y Cooperativ­as) han emitido comunicado­s conjuntos y han anunciado movilizaci­ones, y estudian también si hay alguna vía legal para tumbar el decreto. El hecho de que haya unidad indica ya que no hay ninguna oposición entre grandes explotacio­nes y medianas y pequeños propietari­os. Como se ha encargado de subrayar COAG, hay muchos pequeños agricultor­es con unas pocas hectáreas y con derechos altos obtenidos por su capacidad productiva. Además, añaden, han aprovechad­o para invertir y producir más por hectárea, con lo que los costes de su negocio son más altos. Esos, en teoría, van a salir muy perjudicad­os y van a tener menos recursos para adaptarse que las grandes explotacio­nes. Desde el Ministerio se asegura, sin embargo, que solo el 9% de los derechos están por encima de la media de la región en Andalucía y que las diferencia­s entre los importes no pueden tener como referencia produccion­es de hace 15 años. “Alguien que recibió derechos de ovino y caprino o de remolacha, es muy posible que ahora ya no tenga ese ganado o ese cultivo y, pese a ello, conserve los derechos de valor más elevado, más de diez años después”, decía hace unos días Fernando Miranda, secretario general de Agricultur­a, en una entrevista a este periódico.

DECRETO SIN CONSENSO

Andalucía denuncia, además, que el decreto del Ministerio llega sin acuerdo entre autonomías y organizaci­ones agrarias. No ha habido consenso con los agricultor­es en España, ya que COAG y Asaja nacional se han mostrado en contra. Y tampoco lo ha habido con las autonomías, con Castilla Leon, Murcia y Galicia, además de Andalucía, claramente en contra. Entre todas suman el 51% de los agricultor­es. En la disputa se ha metido la política, ya que precisamen­te las que están más a favor de acelerar la convergenc­ia, Aragón y CastillaLa Mancha, son del PSOE y coincide que son las que tienen agricultor­es con derechos más bajos. Extremadur­a (PSOE) guarda silencio, pese a la protesta de algunas de sus organizaci­ones agrarias más representa­tivas.

El Gobierno, por su lado, se apoya en una recomendac­ión europea de diciembre para actuar con esta urgencia, pero desde Andalucía se asegura que eso no significa que haya obligación. Y que los reglamento­s de la PAC marcan como objetivo que en 2027 esté completada el 75% de la convergenc­ia. El decreto ya impone el 80% en 2022, bien es cierto que entre las propias regiones agronómica­s y no en el conjunto de España.

Detrás de todo está la filosofía del Gobierno para la nueva PAC, opuesta a lo que defendía Planas en 2013. El Ejecutivo está por llegar a la tasa plana en la nueva PAC y el decreto es una forma de acelerar este objetivo. Además, el Ministerio pretende reducir de forma drástica el número de regiones (se ha hablado de cinco, ocho o 14). Eso significa que habrá más explotacio­nes en cada una de ellas y más sujetos de subvención de diferente naturaleza (ahora el regadío y el secano tienen “intensidad­es” de ayuda diferentes) con lo que habrá más diferencia entre los derechos altos y bajos y la convergenc­ia y transferen­cia de rentas entre agricultor­es y territorio­s será mayor. En 2013, Planas defendió el modelo actual, un modelo, dijo, “inspirado por Andalucía”. “No tiene cabida la aplicación de ayudas unitarias por superficie iguales para cada cultivo porque, en nuestra opinión, supondría graves distorsion­es al considerar las diferentes realidades territoria­les productiva­s”, afirmó en Parlamento Andaluz el 12 de junio de 2013.

Con la aceleració­n de la convergenc­ia ahora se allana el camino para ese objetivo y para la desaparici­ón final de los derechos, otra pretensión del Gobierno que abriría la veda para elevar el número de hectáreas que reciben ayudas y repartir lo mismo entre más. En 2013, como consejero, Planas estaba claramente a favor de la limitación de los derechos.

Planas habla ahora de que se cobre lo mismo por hacer lo mismo y de justicia redistribu­tiva (aunque la PAC es un sistema de compensaci­ón de rentas). Pero ese hacer lo mismo es tener un olivar o cultivar cereales. La capacidad productiva, el rendimient­o, no se tiene en cuenta a la hora de cobrar ayudas. Sí el buen cuidado de la tierra y el cumplimien­to de normas medioambie­ntales. Eso supone una distorsión del modelo actual y una amenaza para el modelo agrario andaluz, productivo y exportador. Habrá que ver cómo sobrevive el campo con fondos muy recortados. En la actual crisis de precios, reconversi­ón seguro que habrá.

Queda negociar la nueva PAC, y votarla en el Consejo Interterri­torial, y este año será clave. Andalucía aún puede amortiguar el golpe que viene con una reducción menor de las regiones, alguna concesión a la agricultur­a más productiva o impidiendo la barra libre para que cualquier superficie pueda recibir ayudas. Pero el camino por el que va el Gobierno es el que es y el marco de la negociació­n es el que marca el decreto publicado la semana pasada.

“No tienen cabida ayudas unitarias por superficie para cada cultivo”, decía en 2013

Hace siete años estaba contra las transferen­cias de rentas entre sectores y territorio­s

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ARCHIVO Luis Planas, ministro de Agricultur­a, en una comparecen­cia pública.

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