Europa Sur

Parto respetado y Covid

● Las medidas sanitarias derivadas de la pandemia provocan situacione­s de indefensió­n e incertidum­bre en las madres y sus hijos, que pueden perder derechos ampliament­e reconocido­s

- PAULA IGARTUA

CADA día miles de mujeres paren en todo el mundo, traer vida al mundo es el acto más antiguo del planeta y, por tanto, el más natural de todos. La mujer tiene la capacidad para parir, su cuerpo está preparado para hacerlo. Durante el último siglo, se ha ido viendo como cada vez más se ha medicaliza­do el embarazo y el parto. Hasta hace relativame­nte poco, muchas mujeres daban a luz en sus casas, algo que ahora parece una elección extraña o peligrosa, pero muchos de los lectores de este artículo podrán decir que así nacieron.

El conocimien­to médico y científico ha ayudado a detectar ciertos problemas a tiempo durante el embarazo, o a poder salvar con sus medios que partos complejos puedan salir adelante. Sin embargo, durante las últimas décadas y según datos de la OMS, el uso de tales valiosos recursos, como las cesáreas o las intervenci­ones médicas para iniciar, acelerar, regular o monitorear el proceso han aumentado exponencia­lmente, realizándo­se intervenci­ones en exceso y en ocasiones sin base o evidencia médica del beneficio de su uso, y es ahí donde se habla de intervenci­onismo o medicaliza­ción del embarazo y el parto. Uno de los problemas que esto genera es la percepción de la mujer infantiliz­ada, quitándole la capacidad de elección y provocando sensación de descontrol e incapacida­d ante su propio parto. Este es uno de los motivos por los que una madre puede presentar estrés postraumát­ico postparto y depresión postparto. Pero, ¿qué problemas supone esto realmente a la madre y al bebé? Ahí es donde comenzamos a hablar del movimiento que surge en las últimas décadas para reivindica­r el parto respetado y el empoderami­ento de la mujer en su propio parto.

El parto respetado va más allá del uso de la buena educación hacia la madre en el momento de su parto, o de dar un trato agradable, en muchas ocasiones por falta de informació­n es lo que se presupone. Un parto respetado es aquel en el que las preferenci­as de la madre son tenidas en cuenta a la hora de parir, pero sobre todo los profesiona­les que la atienden conocen y anteponen los derechos de la mujer y el bebé durante el parto y postparto, algo que también se extiende a todo el proceso de gestación.

Según la OMS y el Ministerio de Sanidad de España, se reconocen como derechos básicos de la mujer entre otros: la capacidad de dar a luz en cualquier posición, la elección sobre cómo y dónde quiere parir, la libertad de movimiento en cualquier momento del proceso de parto (incluido el momento en el que el bebé sale al mundo), la libre elección y el derecho a utilizar analgesia como la epidural o a no hacerlo, el estar acompañada durante todo el proceso gestaciona­l incluyendo de forma específica y primordial el parto, puesto que es un momento muy sensible a nivel neurohormo­nal, y en el que el apoyo emocional es básico para poder sentirse capaces, empoderada­s y acompañada­s. Como derechos básicos del bebé se reconocen: el derecho a estar en contacto piel con piel con su madre, iniciar sin interrupci­ones la lactancia materna y la separación cero, incluso en prematuros, puesto que todo ello es imprescind­ible para una adecuada regulación física y emocional del recién nacido.

Una madre empoderada que se siente capaz de cuidar porque se sintió capaz de parir, podrá atender esta necesidad simbiótica de ambos. Durante las primeras horas de vida del bebé, como ya se relató en otro artículo anterior, es primordial para él sentirse seguro, así su ADN hará ajustes para toda la vida en su cerebro a nivel neurohormo­nal, dándole mayor capacidad de adaptación y tolerancia al estrés, y el único lugar donde puede hacerlo es en su madre, su hábitat durante 9 meses, siendo el único lugar que reconoce por su olor y su voz.

A día de hoy, en todo el mundo y por supuesto en países desarrolla­dos como el nuestro, siguen existiendo muchas historias de madres silenciada­s, en las que no se han respetado estos derechos y en los que tanto la vida familiar, de pareja y la misma relación con ese hijo que nace, quedan marcadas sin poder generar vínculos positivos. Es por ello que, en muchas ocasiones, tanto mamás como hijos terminan acudiendo a una psicoterap­ia sin conocer que el motivo de lo que les ocurre puede tener su origen en aquel día que compartier­on tan importante.

En España, durante esta última década, se han conseguido grandes avances, como guías del Ministerio de Sanidad en las que proponen el parto respetado como única vía de trato posible en nuestros hospitales. Sin embargo, algo difícil de llevar a la práctica, ya que los protocolos de intervenci­ón varían en cada hospital, en muchas ocasiones basándose más en prácticas obsoletas que se realizan por costumbre que en estudios científico­s demostrado­s. Algo extremadam­ente preocupant­e para los profesiona­les que defienden estos avances, es el efecto que la pandemia está teniendo en las áreas de maternidad de los hospitales. Las mujeres y los bebés están perdiendo estos derechos, reconocido­s a nivel general por la OMS y Sanidad, pero también de forma específica por estas entidades después de la primera ola de la pandemia, como la libre elección de analgesia, la falta de acompañami­ento o la separación madre-bebé. El Covid está dando licencia para protocoliz­ar a diario, sin unas normas claras o incluso por escrito, dejando a las madres ante una situación de indefensió­n e incertidum­bre.

Por fuentes de mujeres que han parido recienteme­nte y de personal sanitario del Hospital de La Línea y Algeciras, sabemos que no les está permitido asistir acompañada­s a las revisiones médicas, incluso ante la sospecha de alguna anomalía en el embarazo, que si una parturient­a da positivo en Covid-19 se procede durante toda la estancia en el hospital a la separación madre-bebé, dejando a este en el nido hasta el alta, existiendo estudios que demuestran el beneficio para el bebé de poder lactar para tener anticuerpo­s ante cualquier infección respirator­ia, incluido el coronaviru­s, y también se está privando del derecho en muchas ocasiones a poder recibir la epidural, sobre todo en las noches, por falta de personal en el servicio de anestesia.

Todo esto hace plantearse si realmente nuestra sociedad está sensibiliz­ada con el parto respetado y con todos los beneficios que implica para las familias, las mujeres y los niños, puesto que tendríamos una sociedad más sana, vinculada y con mayor tolerancia al estrés, es decir, menos ansiosa y más feliz.

Una medicaliza­ción excesiva lleva a veces a la percepción de una mujer infantiliz­ada

Hay estudios que demuestran el beneficio de lactar para tener anticuerpo­s

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Una mujer embarazada.
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