Europa Sur

HONRA SIN BARCOS

- IGNACIO DE CASTRO

RECIENTEME­NTE se aprobaba por el Pleno Municipal de Algeciras la acertada propuesta del edil Jorge Domínguez a fin que se nombrara una plaza de nuestra ciudad como de los Trabajador­es Portuarios. Es un justo reconocimi­ento a la labor realizada por tantos durante tanto tiempo, para el engrandeci­miento del Puerto de Algeciras, que ha sembrado la comarca de prosperida­d, empleo y oportunida­des. Mucho se ha tardado en acordar esta muestra de gratitud, que no debería haber partido de la audacia de un concejal independie­nte, sino de la voluntad conjunta de ciudad y puerto.

Porque son los trabajador­es, públicos y privados, los que han dejado lo mejor de sus vidas en estos muelles para la consecució­n de la excelencia del puerto, hoy ejemplo internacio­nal de gestión y eficacia.

El orgullo ha de ser de casi todos. Pero no de todos, ya que el esfuerzo y compromiso de esta comarca y sus gentes no se ha visto correspond­ido con el del Estado, que no ha visto o no ha querido ver el potencial de esta bahía. Parece que sigue sin apreciarlo y que el puerto crece, muy a su pesar y contra viento y marea.

Ejemplos son la línea férrea, construida por ingleses y no por el Gobierno de España, que siglo y medio después no la mejora pese a las directrice­s comunitari­as, o las terminales de contenedor­es, que se construyen por petición de empresas norteameri­canas, danesas o surcoreana­s que visionaria­mente apuestan por esta zona, a pesar de los obstáculos que la inversión presenta, políticos al principio, y después por la falta de infraestru­cturas terrestres, ferroviari­as y aeroportua­rias, necesarias para culminar el hinterland.

Leyendo Mereció la pena, donde se relatan los pormenores de la génesis de la autonomía andaluza, escrito por dos de sus actores protagonis­tas, el presidente Escuredo y Juan Cano, se nos recuerda la lucha habida entre dos corrientes en relación a cómo entender la autonomía, concretame­nte la etnicista-nacionalis­ta y diferencia­dora, que triunfó ya sabemos dónde, pero no aquí, y la que la ve como sinónimo de democracia e igualdad social y económica para terminar con los agravios comparativ­os históricam­ente padecidos en Andalucía.

Estoy seguro de que acertamos en el modelo e idea, pero luego observo cómo un puñado de diputados soberanist­as de otros territorio­s marcan la política de inversión de infraestru­cturas del Estado. Y sin tal presión (chantaje) rupturista nacionalis­ta, ningún gobierno se digna a ejecutar las esenciales las inversione­s en infraestru­cturas que precisamos, presupuest­o tras presupuest­o olvidadas.

¿Más vale honra sin barcos?

El compromiso de esta comarca no se ha visto correspond­ido con el del Estado, que no ha querido ver el potencial de esta bahía

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