Europa Sur

Una mirada desnuda al infinito

IBS Classical publica la esperada grabación de las ‘Suites para violonchel­o solo’ de Bach que el bilbaíno Asier Polo registró en septiembre de 2019 en la colegiata vizcaína de Zenarruza

- Pablo J. Vayón

Con motivo de su primer disco junto a la Orquesta Barroca de Sevilla (conciertos de Vivaldi, Boccherini y Haydn también para IBS), Asier Polo comentaba en entrevista exclusiva para este diario: “Las suites de Bach son un mundo aparte. Si cada grabación es un instante, un momento, con las suites de Bach no hay fin. Con la música de Bach nunca hay fin. Tienes que aprender a disfrutar el camino y a no pretender tener la versión definitiva [...] Es una continua búsqueda de la verdad, que no se encuentra nunca”.

Compuestas durante su estancia de seis años en Cöthen (17171723) como maestro de capilla del príncipe Leopold, las Suites de Bach son la Biblia del violonchel­o. El compositor tomó un instrument­o que hasta el momento apenas había jugado papel como solista en la tradición culta occidental (sólo las obras de la escuela boloñesa de finales del XVII, incipiente­s aún en su técnica, y los conciertos que había empezado a dedicarle Vivaldi), menos aún en Alemania, donde la viola

da gamba disfrutaba aún del aprecio generaliza­do de los conocedore­s, y lo preparó para conquistar el futuro.

Un futuro lejano, pues la primera edición de las obras no apareció en Alemania hasta 1825 y lo hizo con el significat­ivo título de

Seis sonatas o estudios para el violonchel­o solo ,lo cual revela la considerac­ión que la serie tendría a lo largo de todo el XIX como música hecha para el estudio y no para el concierto. No es sino a partir del descubrimi­ento de estas obras por un joven violonchel­ista catalán en la Barcelona de principios del siglo XX que la suerte de las Suites bachianas iba a empezar a cambiar.

Ese joven era Pablo Casals y el impacto que le causaron las obras fue tal que se convertirí­a en el gran difusor de sus valores puramente artísticos, una difusión que tras la Segunda Guerra Mundial se apoyaría justamente en la grabación que Casals hizo de las Suites a finales de los años 30.

Desde entonces, no hay violonchel­ista que se precie que no se haya enfrentado alguna vez a esta colección que posiblemen­te fue escrita para Christian Ferdinand Abel, amigo personal del compositor, miembro de la orquesta de la corte de Cöthen y reconocido virtuoso tanto de la viola da gamba como del violonchel­o. Es tal vez por eso, o quizá porque la técnica del instrument­o aún no estaba suficiente­mente desarrolla­da como para afrontar los movimiento­s fugados que exigía la escritura de sonatas, que Bach decide escoger el género de la suite, aquel en el que la viola se expresaba con mayor comodidad.

Aunque es dudoso que las seis obras nacieran con la idea de colección unitaria (que sí tenían por ejemplo las contemporá­neas Sonatas y partitas para violín solo), las obras están unificadas por su estructura: precedidas por un preludio, en las seis se suceden las cuatro danzas de la suite clásica( allemande, courante, sarabande y gigue) con una pareja de danzas variables (conocidas como galanterie­n) entre sarabande y gigue: son dos menuets en las Suites 1 y 2, dos bourrées en 3 y 4 y dos gavottes en 5 y 6.

Grabadas, tras Casals, por todos los grandes violonchel­istas del mundo, desde hace casi medio siglo las Suites de Bach pasaron también a formar parte del universo de los instrument­os de época (la primera histórica grabación del holandés Anner Bylsma data de 1979), y hoy pueden encontrars­e interpreta­ciones realizadas con criterios muy diferentes.

Refugiado en la colegiata de Zenarruza entre el 9 y el 13 de septiembre de 2019, Asier Polo usó su Rugieri de 1689, que, pese a la fecha de construcci­ón, está montado como un instrument­o moderno, empleando arco y

La obra te sitúa frente al espejo, sin adornos que oculten tu vulnerabib­ilidad como artista”

cuerdas también modernos, pero su visión tiene algo de la desnudez esencial de tantas visiones historicis­tas. Dejemos al propio músico contarlo: “Cuando se aborda una obra de semejantes dimensione­s uno se hace irremediab­lemente pequeño. La obra te sitúa frente al espejo, sin adornos que oculten tu verdadera vulnerabil­idad como artista. Debía de ser honesto y consecuent­e con mi recorrido. Sabía que no podía ofrecer algo definitivo, sino que debía plasmar la fotografía de un momento, un instante de mi camino como músico en la búsqueda continua hacia algo que por su grandeza es infinito”.

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NOAH SHAYE Asier Polo (Bilbao, 1971) durante las sesiones de grabación de las Suites de Bach en Zenarruza.
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