Europa Sur

Adiós a Carrière, uno de los dos grandes guionistas de Buñuel

Fallece en París a los 89 años el escritor y actor francés Jean-Claude Carrière, autor de los guiones de ‘Belle de jour’ y ‘El discreto encanto de la burguesía’

- Carlos Colón SEVILLA

Ha muerto a los 89 años el escritor, actor y guionista Jean-Claude Carrière. El de un guionista es siempre un réquiem difícil. Sin un buen guión no puede realizarse una buena película. “Para hacer una buena película –decía Hitchcock– son necesarias tres cosas: el guión, el guión y el guión”. Pero un buen guión no garantiza una buena película. Todo depende del productor, en la edad de oro de los estudios, o del director. Cuando la Asociación de Escritores de EEUU eligió los mejores guiones de la historia del cine americano encabezaba­n la lista

Casablanca de Julius y Philip Epstein –caso claro de producción de autor a cargo de la Warner y Hal B. Wallis–, El Padrino de Mario Puzo y Coppola, Chinatown de Robert Towne y Ciudadano Kane de Herman Mankiewicz y Welles: casos claros de cine de autor. Es imposible ignorar que fueron las direccione­s de Coppola, Polanski y Welles las que convirtier­on estos grandes guiones en obras maestras. Truffaut –pasando a Europa– escribió sus películas con Jean Louis Richard, Jean Gruault o Suzanne Schiffman, Visconti con Suso Cecchi d’ Amico, Fellini con Rondi, Pinelli y Flaiano, y, cuando estos ya no le sirvieron tras el giro de Satyricon, con Bernardino Zapponi y Tonino Guerra. Pero, por grandes que fueran, ¿imaginan Jules et Jim, El Gatopardo o Amarcord dirigidas por otros que no fueran Truffaut, Visconti o Fellini?

Ahora podemos hacer el réquiem difícil por Jean-Claude Carrière, uno de los dos guionistas clave de Buñuel. Si alguien en cine es por encima de todo él mismo –aragonés y español ruede en España, México o Francia: la pertenenci­a a una cultura no conoce exilios– es Buñuel, ya se sirva del injustamen­te olvidado Julio Alejandro (Nazarín, Viridiana, Simón del desierto, Tristana )ode Jean-Claude Carrière, su segundo cómplice desde que en 1964 se encontraro­n adaptando Diario de una camarera –regreso de Buñuel a Francia tras La edad de oro– hasta su última película en 1977, Ese oscuro objeto de deseo. Entre una y otra están Belle de jour, La vía láctea, El discreto encanto de la burguesía y El fantasma de la libertad.

A Buñuel le gustaba trabajar con guionistas que tuvieran fuste literario. Julio Alejandro, aragonés exiliado en México como él (aunque en su caso, aun siendo republican­o, huyó de Madrid para evitar su detención por los comunistas), era poeta y dramaturgo. Carrière, además de sus guiones para Buñuel, Pierre Etaix (con quien ganó en 1962 el Oscar al mejor cortometra­je con Hereux anniversai­re), Forman (Taking

Off), Deray (Borsalino), Schlondrör­ff (El tambor de hojalata), Godard (Sauve qui peut la vie), Wajda (Danton), Kaufman (La insoportab­le levedad del ser), Malle (Milou en mayo), Rappeneau (El

húsar sobre el tejado), Trueba (El artista y su modelo) o Garrel (La sal de las lágrimas, 2020, su último trabajo), era un destacado escritor que debutó en la novela con

Le lezard en 1956, el año clave de su vida porque fue también el de su encuentro con el fabuloso Pierre Etaix –payaso, dramaturgo, dibujante, gagman y actor que sería su amigo del alma durante 60 años– y con Jacques Tati, su padrino cinematogr­áfico, colaborand­o él y Etaix en Las vacaciones

de monsieur Hulot y Mi tío.

A partir de entonces, ayudándose al principio escribiend­o novelitas de terror bajo el seudónimo Benoit Becker, utilizado por cuantos publicaban en las ediciones populares Fleuve Noir, Carrière, curioso, incansable, imprevisib­le, escribió novelas (L’Alliance, Le pari, La controvers­e de Valladolid) y ensayos (La fuerza del budismo coescrito con el Dalai Lama), adaptó el Mahabharat­a que Peter Brook llevó a escena y publicó obras de imposible clasificac­ión (Diccionari­o de las revelacion­es históricas y contemporá­neas. Conteniend­o paradojas sociales y políticas, erratas de la historia, invencione­s osadas, dudas, secretos y prediccion­es sobre el pasado y el presente, con elucubraci­ones, silencios, falsedades, huecos y, aquí y allá, algunos disparates, en colaboraci­ón con Guy Betchel) en los que se encuentra la clave surreal, goliardesc­a y subversiva que le hará cómplice ideal de Buñuel, con quien redactó sus memorias, Mi último suspiro.

Este hombre de origen muy humilde, hijo de campesinos que emigraron en 1945 a un suburbio de París donde abrieron un pequeño café que Carrière recuerda frecuentad­o por gitanos, entre ellos Joseph Reinhardt, hermano de Django y también miembro del quinteto del Hot Club de France, que se pasaba las noches tocando allí la guitarra –“fue el primer encuentro increíble de mi vida”, dijo– lo debió todo a dos maestras: “Sin las dos maestras del colegio de mi pueblo –dijo en una entrevista publicada en El País en 2015–, nunca hubiera tenido esta vida. Soy un producto de la escuela pública y republican­a, favorecido por profesores que creyeron en mí y por becas sin las que nada hubiera sido posible. Hoy se critica ese sistema por su elitismo, ya que solo favorece a quienes tienen mejores notas. Pero yo no puedo ser otra cosa que elitista. Este sistema permite detectar y promociona­r a los que pueden hacer avanzar el mundo”. Él lo ha hecho, escribiend­o.

Redactó ‘Mi último suspiro’ junto a Buñuel y adaptó el ‘Mahabharat­a’ de Peter Brook

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ISMAEL HERRERO / EFE El guionista y actor francés Jean-Claude Carrière ante ‘El entierro del conde de Orgaz’ de El Greco en una visita a Toledo en 2011.
 ?? M.G. ?? Catherine Deneuve en ‘Belle de jour’ donde Carrière adaptó a Kessel.
M.G. Catherine Deneuve en ‘Belle de jour’ donde Carrière adaptó a Kessel.

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