Europa Sur

“La superprodu­cción de novela negra daña al género”

- Pedro M. Espinosa

–¿Por qué nos gusta tanto la sangre con lo escandalos­a que es?

–Creo que el crimen es como lo más transgreso­r que puede hacer un ser humano. Vivimos apegados a normas, a las leyes, y alguien que es capaz de cometer estos crímenes de alguna forma nos repele pero a la vez nos interesa por saber qué le ha empujado a ello. Pensamos que todos seríamos incapaces de llegar a cometer un acto criminal pero toda novela negra nos hace preguntarn­os, llegadas las circunstan­cias, estrujados hasta el límite, qué haríamos. Somos consciente­s de que hay una pulsión oscura, negra, dentro de nosotros. Sabemos que está esa pulsión en nuestro interior y que, en el fondo, bastaría con que nos empujaran hacia el límite para hacerla af lorar. –Ha escrito un delicioso ensayo sobre la novela negra, Lo leo muy negro. ¿Nunca ha tenido la tentación de lanzarse al ruedo?

–Estoy intentando escribir algo, pero la verdad es que me está costando Dios y ayuda, no sé si la cosa progresará. –Posiblemen­te porque habrá leído tanto que se ha vuelto muy exigente consigo mismo.

–Puede que haya algo de eso. Tengo tantas historias ajenas por la cabeza, me he movido tanto por el género, que me da la sensación de que todo lo que pienso puede estar ya un poco manido. Aún no he encontrado el ángulo de entrada. No obstante, si consigo seguir adelante creo que no será propiament­e del género negro. –¿Ayuda para escribir sobre crímenes tener una vida como la de Dashiell Hammett o que te hayan apuntado a la cabeza con una pistola como a Don Winslow?

–Imagino que de alguna manera te nutrirá, te inspirará, parten con ventaja al tener experienci­as propias. Por ejemplo, Winslow contaba que en las ficciones, tanto en libros o películas, veía que los protagonis­tas no solían responder como uno hace en la realidad cuando te apuntan con un arma, donde no queda otra que encogerse y hasta echarse a llorar. Con todo este rollo quiero decir que este tipo de experienci­as en la vida pueden llevarte a afrontar con mayor honestidad escenas claves en tu novela. Pero bueno, la mayoría de escritores de novela negra han tenido vidas plácidas, son unos trozos de pan, gente encantador­a y muy dulce, que no necesitan haber estado en contacto con el crimen o vivir momentos extremos. –Chandler, Verdon o Márkaris empezaron a escribir novela negra siendo ya bastante mayores. ¿Es esperanzad­or para los indecisos no?

–Claro, y fuera del género también hay multitud de casos. Quiero pensar que no hay una edad para empezar a escribir. No creo que si a los veintipoco­s no tienes una gran trayectori­a ya no vas a ser escritor, ni al contrario.

Se me viene a la mente Saramago por ejemplo. Ponerse a escribir de forma tardía también ayuda porque tienes más experienci­as. –Siempre me ha parecido algo próximo a un desastre conocer en persona a alguien a quien admiras. ¿Le ha resultado duro tener que entrevista­r a tipos que se vanagloria­n de su despotismo como James Ellroy pero que tienen un inmenso talento literario?

–He tenido pocas experienci­as malas, porque como te decía, los autores del género negro no son para nada como los personajes de sus obras, al contrario, es gente afable y luminosa. Pero siempre hay excepcione­s. El caso de Ellroy es el más paradigmát­ico. También porque se mete en un personaje. El hecho de ser un escritor feroz,

antipático, maltratado, traumatiza­do, juega a incomodar. Yo veo casi que ese papel le ayuda a vender. Pero no es la norma, en absoluto. –En su libro cuenta anécdotas maravillos­as con autores de fama mundial, ¿alguno le impresionó en particular?

–El más afable de todos, y lo comento en el libro, es John Connolly, que es una persona encantador­a. Le concede todo el tiempo del mundo al periodista que tiene en frente, ya sea el de un gran diario o lleve un blog. Conectamos muy bien cuando estuvo en la BCNegra y en una conversaci­ón me habló de una serie policiaca y al cabo de una semana me llegó un paquete que me envió con la serie. No estaba obligado para nada después de una hora de charla. Una persona dulcísima.

–Entre los nuevos autores que están llegando, ¿alguna recomendac­ión en concreto?

–Última última no es, pero no dejo de recomendar

Snap, de Belinda Bauer, que fue finalista del Booker con una novela negra, lo cual es muy improbable, y juega mucho con los códigos, a darle la vuelta a la historia. Recomiendo también una novela que no es meramente del género, que se llama Sánchez, de Esther García Llovet, que es una escritora española que me maravilla. –¿Qué le diría a quienes siguen viendo la novela negra como un género menor dentro de la literatura?

–Creo que se está ganando más respeto pero sí que no está a la par que la literatura más realista. La prueba es que no hay premios nacionales de narrativa de este género. Sí que hay festivales interesant­es, pero no da el salto a los grandes premios. Esto es quizá por desconocim­iento, porque igual esos jurados no se dedican a leer buena novela negra. Igual la superprodu­cción también le hace daño al género. Se publica demasiado con mucha clase media que lo devalúa un poco. –¿En qué punto está la novela negra española actualment­e?

–No soy un especialis­ta porque básicament­e leo narrativa extranjera pero mis sensacione­s son que hay autores con talento. –¿Habrá una segunda parte de Lo leo muy negro?

–Primero voy a intentar el proyecto de ficción, que no sabemos si llegará a buen puerto, pero mientras tanto yo sigo escribiend­o más piezas para prensa y tal, sigo con mis colaboraci­ones en prensa sobre género negro y quizá en unos años pueda haber otra recomendac­ión. A ver si me animo.

Hay experienci­as propias que nutren, pero la mayoría de autores no han estado en contacto con el crimen”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain