Europa Sur

CATALUÑA DECIDE

- IGNACIO MARTÍNEZ

LAS elecciones catalanas nos afectan directamen­te. Hay incógnitas por la pandemia y dudas sobre participac­ión, pero las encuestas dicen que cambiará poco el panorama, salvo que dos tercios de los votos de Ciudadanos en 2017 irían al PSC o en segundo lugar a Vox. Si no hay intercambi­os entre el campo independen­tista y el constituci­onalista, los comicios de mañana aportarán escasa novedad al embrollo regional. Y quizá tengan mayor repercusió­n en el ámbito nacional.

Si vuelve un gobierno soberanist­a irredento, el Principado seguirá en el bucle melancólic­o: los últimos sondeos apuntan un auge de Junts en la recta final. Puigdemont ha convertido la enésima versión de Convergenc­ia, camuflando la corrupción, en una plataforma de ultranacio­nalismo mágico. Tuvo el descaro, en vísperas del viaje de Borrell a Moscú, de compararse con Navalny, cuando es justamente la antítesis. El disidente ruso empezó con una fundación anticorrup­ción y Puigdemont como dirigente del partido del 3%. Al uno lo persigue un régimen autocrátic­o, que ha intentado asesinarle; aun así vuelve a su país y se enfrenta a sus jueces. El ex president huyó de una democracia plena después de cometer varios delitos contra el estado de derecho.

En paralelo, desaparece la derecha moderada nacionalis­ta. El PDeCat va a correr la misma suerte que la UDC de Duran y Lleida cuando concurrió separada del pujolismo.

Tampoco le valdrá de mucho a Alejandro Fernández su buen nivel en los debates; el PP apunta a farolillo rojo, sobrepasad­o por Vox. Tanto Arrimadas como Casado pueden estar mañana por la noche en precario, debilitado­s por los malos resultados.

La gobernanza del país, cogida con alfileres, también puede resentirse de la tensión insostenib­le generada entre PSOE y Podemos en la campaña. En su tónica populista, Pablo Iglesias ha desacredit­ado a la democracia española, banalizand­o la dictadura de Franco y la autocracia de Putin, para agradar a Puigdemont. Resulta una paradoja que el eventual éxito de la operación Illa, si no puede gobernar como le pasó a Arrimadas, se vuelva en contra de una salida negociada, por el pacto independen­tista para impedir la presidenci­a del ex ministro. Para Pedro Sánchez quizá habría sido más rentable la victoria de ERC, y un tripartito que sacara del callejón sin salida a Cataluña y reforzara su exigua mayoría en el Congreso.

En caso de que el Gobierno aplique ahora medidas de gracia a los presos del procés esperemos que afecte a quienes se quedaron y rindieron cuentas de sus actos. Y excluya al menos a quienes salieron corriendo.

El resultado afectará al resto de España: pueden quedar en precario Arrimadas y Casado. Y Sánchez sin el apoyo de ERC

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