Europa Sur

SÁNCHEZ, MÁS FUERTE POR LA DEBILIDAD DE SUS RIVALES

- PILAR CERNUDA

NI Pablo Casado ni Inés Arrimadas contemplan su dimisión. Se comprende en el caso de Arrimadas, la debacle anterior ya provocó la de Rivera y no es lógico cobrarse una segunda; pero Casado se resiste, no acaba de asumir que no está a la altura de lo que se le exige al líder de la oposición. No reestructu­ra su equipo, un clamor en el PP, ni tampoco reconoce los errores cometidos, sigue empeñado en culpar a la corrupción de los tiempos de Aznar y Rajoy.

Pedro Sánchez mientras tanto se frota las manos. Sigue ganando terreno a pesar de que nunca ha habido peor Gobierno. Y lo hace porque le dejan, porque los que deberían ocuparlo para que no lo ocupe el dirigente socialista, están cruzados de brazos en lugar de proponer iniciativa­s serias y rigurosas que solucionen los problemas de los españoles. Casado debería analizar por qué tan pésimo presidente le gana las batallas y por que un partido de extrema derecha que apenas existía hace apenas dos años, ahora le come por los pies.

Se justificab­an algunos dirigentes del PP con que las elecciones de Cataluña son especiales, que en las generales se vota distinto, que el PP tiene una solidez incuestion­able, con implantaci­ón en todas las provincias… Eso sirve de mucho si la dirección nacional se emplea a fondo en hacer política. Si se mantiene en el error, ni hace autocrític­a, no hay implantaci­ón que valga. Ejemplos hay en la historia reciente de partidos desapareci­dos por la desidia de sus dirección. Por cierto, si la potencia del PP está en su estructura regional, no se comprende que García Egea no tenga más propósito que cargarse a los dirigentes provincial­es que son referentes del PP. Se han cargado a los formaban parte de la mejor historia del partido y ahora van a por los del segundo escalón.

Sánchez, con el triunfo catalán, se siente con manos libres para hacer los disparates que temen millones de españoles: indulto para los independen­tistas condenados a prisión y mesa negociador­a en la que se asumirán algunas de las exigencias de Junqueras y Puigdemont, incluida la de abrir un debate sobre la monarquía, y también de limitar, o anular, la presencia del Rey en Cataluña. Si alguien recrimina al presidente por su entreguism­o, tiene la respuesta fácil: es lo que quieren mayoritari­amente los catalanes, que han votado masivament­e a los independen­tistas y al PSC mientras PP y Cs no hacía los deberes para pararles los pies.

Sólo Vox hizo los deberes y en pocas semanas se ha hecho un nombre en Cataluña y se refuerza en toda España.

Como hoy, en la reunión de la ejecutiva, Casado no reaccione de alguna manera, situará a Abascal en una posición inmejorabl­e para las generales.

El presidente del Gobierno se frota las manos; se fortalece por la debilidad de Casado y Arrimadas

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