Europa Sur

La almadraba de Barbate vela armas

● Los almadraber­os de la localidad jandeña han iniciado la preparació­n para calar las redes del laberinto milenario extremando las medidas de prevención por el coronaviru­s

- Pedro M. Espinosa

Antes de que los primeros atunes comiencen a lanzar sus destellos plateados entre las aguas gaditanas, mucho antes incluso de que la llamada de lo salvaje les haga iniciar su milenaria peregrinac­ión hacia el Mediterrán­eo para desovar y caer en el laberinto de redes benditas que aporta riqueza a La Janda desde que el mundo es mundo, la danza de las almadrabas comienza a ejecutarse en tierra. Centenares de anclas, toneladas de cadenas, kilómetros de cables (tratados con alquitrán extraído de huesos de aceitunas para contaminar el océano al ser sumergidos), boyas gigantesca­s para resistir mareas bravas, otras que marcan los límites del laberinto, redes que se cosen para no dejar pasar a los reyes de nuestros mares… La apariencia bien podría ser la de un pequeño ejército que se prepara para una dura batalla. Casi un centenar de guerreros del mar que han empezado ya en Barbate una trabajera de dimensione­s bíblicas para ir tejiendo el armazón de esa gran estructura submarina que, en esencia, sigue funcionand­o con el mismo mecanismo ideado por los fenicios cuando el levante y las ganas de conquista les empujó hacia estas costas.

Porque, como cada año, la almadraba barbateña ya está en marcha. Hablamos de la más grande de las cuatro con que cuenta la provincia junto a Conil, Zahara y Tarifa, una provincia que en 1928 llegó a contar con hasta 11. A los valientes almadraber­os barbateños no los detiene ni el levante, ni la mala mar ni, por supuesto, un virus malaje. Eso sí, las precaucion­es en la era covid son máximas en las instalacio­nes que Petaca Chico, que tiene la concesión de la almadraba barbateña a medias con la empresa Ricardo Fuentes, posee en el puerto de la localidad jandeña. En la mañana de ayer el paisaje no había cambiado pero sí las circunstan­cias. Todos los operarios con mascarilla­s de triple filtro realizando su labor manteniend­o la distancia de seguridad. Y todos, unos 75 hombres, con una prueba diagnóstic­a realizada por personal sanitario contratado por la firma para estar seguros de que el coronaviru­s no está invitado a la fiesta. “La seguridad es lo primero”, decía sobre el terreno Pedro Muñoz, gerente de Petaca Chico. “No podemos permitirno­s que por un positivo tengamos que parar todos. Si siempre somos muy cuidadosos pues este año lo seremos un poquito más”.

Hasta que las primeras levantás de atunes comiencen a producirse, en la última semana del mes de abril o la primera de mayo, quedan muchas jornadas de duro trabajo tierra adentro. La geometría almadraber­a es sencilla: 60, 60 y 60. 60 días de cala, 60 de pesca y 60 de leva. 180 días que traen prosperida­d a una comarca gaditana golpeada por el fantasma del paro y que, por si fuera poco, colocan a la provincia de Cádiz en el mapa de la alta gastronomí­a mundial con un producto único.

La pandemia que estalló a principios de 2020 hizo que la ICCAT decidiera en su momento prorrogar los acuerdos plenarios a este 2021. Eso quiere decir que España mantendrá una cuota de 6.107,60 toneladas, que se repartirán entre las diferentes pesquerías existentes en el país. Las cuatro almadrabas gaditanas se repartirán 1.479,408 toneladas, casi un 10% más con respecto a 2019. La división que se ha hecho entre las cuatro almadrabas, según su tamaño y los derechos adquiridos en su concesión, son de 408,866 toneladas para Barbate, mientras que las otras tres, pertenecie­ntes a la Organizaci­ón de Productore­s Pesqueros de Almadraba (OPP-51), ten

drán una cuota de 383,837 en el caso de Zahara; 372,078 para la de Conil y por último la de Tarifa, la más pequeña de las cuatro, podrá pescar 314,627 toneladas.

Pero, además de esas 408 toneladas que le correspond­en, el año pasado la almadraba de Barbate llegó a comprar más de 700 toneladas a diferentes pesquerías, como la flota del País Vasco o la del Cantábrico. En esta ocasión, Pedro Muñoz, afirma que seguirán trabajando en esa misma línea. “Aquí no vale llorar, aquí vale luchar. Eso es lo que me enseñó mi padre y eso es lo que nosotros hacemos. Vamos a ver cómo está el mercado e intentarem­os adquirir más cuota, porque nosotros con cuatrocien­tas y pico de toneladas no tendríamos para montar las piscinas de acuicultur­a”, dijo.

En una nave cercana a donde se trabaja preparando la almadraba,

otros pescadores ya se afanaban ayer en ir poniendo a punto las redes de las piscinas de engorde, donde toneladas de atunes son trasvasado­s en primavera hasta que alcancen la grasa ideal más apreciada en el mercado nipón.

“Nuestra idea –contaba Muñoz– es matar mucho atún salvaje y dejarlo sobre todo para el mercado europeo. Hemos capeado la crisis trabajando mucho, aumentando la cartera de clientes. Ha sido un año complicado para la hostelería, así que hemos tenido que esforzarno­s más para vender lo mismo”.

Y es que la visibilida­d de la firma gaditana es cada vez mayor, y no sólo en España. Esto no quiere decir que Pedro y los suyos se olviden del mercado asiático. “Aquello es como jugar la Champions League. Por eso, también nos interesa que atún de la almadraba de Barbate esté en el top del mejor restaurant­e de Tokyo, y que la gente lo valore, y piense que cuando está comiendo atún de Barbate está degustando el mejor atún del mundo. Porque es un producto excepciona­l”.

Para ello, Pedro Muñoz afirma que ya han iniciado contactos para que, al igual que ya sucedió el pasado año, un barco factoría ultraconge­le el atún rojo salvaje en la misma almadraba. “Desde que el atún muere hasta que es ultraconge­lado en el barco factoría pasan si acaso diez minutos. Por eso conserva todas sus propiedade­s intactas”.

En el día de ayer el viento de levante soplaba con fuerza. Hace algunos años, un temporal persistent­e puso las cosas difíciles a los almadraber­os. “Recuerdo que fuimos capaces de calar la almadraba en cuatro días. Lo teníamos todo preparado en tierra y en cuanto que nos dio un respiro nos pusimos sin descanso”. Para poder realizar esta tarea la almadraba barbateña cuenta con una f lota importante en la que sólo la sacá (el navío tradiciona­l con varios mástiles donde los hombres van recogiendo y soltando las redes del copo), que tiene cien años, sigue siendo de madera. El resto se ha ido renovando y ahora es de fibra, incluyendo una gran barcaza de 21 metros de eslora y seis de ancho que permite llevar grandes cantidades de las anclas que fijan las redes al lecho marino.

Atentos a todas las maniobras de sus hombres, estaban ayer los dos capitanes de la almadraba, así como el maestro redero. En todos los ámbitos de la vida, pero en la pesca aún más la experienci­a es un grado. Y en experienci­a pocos pueden igualar a estos marineros curtidos en mil batallas. Ellos aún no lo saben y nadan felices en el Atlántico, pero en Barbate ya los esperan con los brazos abiertos.

 ?? JULIO GONZÁLEZ ?? Un almadraber­o mostrando las piezas utilizadas para calar las redes que conforman el laberinto de redes.
JULIO GONZÁLEZ Un almadraber­o mostrando las piezas utilizadas para calar las redes que conforman el laberinto de redes.
 ?? JULIO GONZALEZ ?? A la izquierda, el maestro redero de la almadraba de Barbate ayer junto a otro compañero.
JULIO GONZALEZ A la izquierda, el maestro redero de la almadraba de Barbate ayer junto a otro compañero.
 ?? JULIO GONZALEZ ?? Toneladas de cables impregnado­s con alquitrán de hueso de aceituna que sujetará las redes a las anclas en el lecho marino.
JULIO GONZALEZ Toneladas de cables impregnado­s con alquitrán de hueso de aceituna que sujetará las redes a las anclas en el lecho marino.
 ?? JULIO GONZÁLEZ ?? La ‘sacá’, con más de un siglo, puesta ya a punto para otra campaña.
JULIO GONZÁLEZ La ‘sacá’, con más de un siglo, puesta ya a punto para otra campaña.

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