Amplia preocupación en el PP por la extrema debilidad del socio naranja
Ciudadanos, aliado fundamental del PP andaluz, se le escurre de las manos al presidente Juanma Moreno. Los naranjas van mal en los sondeos, la mitad de sus consejeros son técnicos sin pulso de partido, la vicepresidencia de Juan Marín está oculta bajo el gran abrazo de Elías Bendodo y ahora se ha puesto en cuestión el liderazgo de Inés Arrimadas.
Hay un consenso general en Ciudadanos, en todos los niveles, en Madrid y en Andalucía, sobre el escaso rédito que le saca a su participación en el Gobierno andaluz, y a eso desean dedicarse los próximos dos años, hasta que lleguen las elecciones andaluzas. La siguiente prueba de Arrimadas
es su otra tierra, Andalucía, y un descalabro similar la dejaría en una muy mala situación para encarar las elecciones generales.
El problema del PP andaluz no es sólo Ciudadanos, es que sube, pero no lo suficiente como para aspirar a gobernar en solitario o con un socio menor.
Y, luego, está Vox. Su portavoz, Alejandro Hernández,
lo explicaba la semana pasada en estos términos: el objetivo no es gobernar junto al PP, sino gobernar, quedar líderes del grupo de la derecha.
Vox está subido a la parra, se explica desde el Gobierno andaluz. Y con razón. Vox tiene 52 escaños en el Congreso, en Cataluña más que PP y Ciudadanos juntos, y Andalucía aportó la primera entrada del partido en las instituciones. Por ahora, no pedirá entrar en el Gobierno de Moreno, pero rentabilizará su apoyo en el Parlamento, le sacará más jugo al Ejecutivo que si estuviese dentro.