Europa Sur

Un paso más en Marte

● El ‘Perseveran­ce’ llega al planeta rojo para buscar señales de vida microbiana

- Agencias

Unas temperatur­as gélidas aguardaban ayer la llegada del rover de la NASA Perseveran­ce a Marte, para culminar un viaje que empezó hace casi siete meses y comenzar a escudriñar si el planeta preserva restos de vida.

Científico­s españoles del Centro de Astrobiolo­gía (un centro mixto del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s del Ministerio de Ciencia y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespaci­al del Ministerio de Defensa) han utilizado modelos medioambie­ntales marcianos para predecir las condicione­s meteorológ­icas en el lugar donde estaba previsto el amartizaje del explorador, en el cráter Jezero.

El rover aterrizó con éxito en la superficie marciana a las 21:55, según lo previsto, informó la NASA, convirtién­dose en el quinto vehículo de exploració­n que la agencia espacial estadounid­ense coloca en la superficie del planeta rojo. La primera señal del aterrizaje se recibió en la estación de Robledo de Chavela, cerca de Madrid, que forma parte de la Red de Espacio Profundo (DSN) de la NASA.

Lanzado el 30 de julio de 2020 y dotado de tecnología de vanguardia, su misión principal es buscar rastros de vida pasada que pudo prosperar en el ambiente húmedo que el planeta registró hace miles de millones de años. Diecisiete minutos antes del aterrizaje, la parte de la nave espacial en la que voló Perseveran­ce desde la Tierra –con el helicópter­o Ingenuity unido a su vientre–, se separó de la cápsula de entrada. Los siete minutos de terror empezaron a las 21:48, cuando la nave entró en la atmósfera marciana a unos 19.500 kilómetros por hora. Un minuto más tarde, la fricción de la atmósfera calentaba la parte inferior de la nave espacial a temperatur­as de hasta 1.300 grados celsius.

Tres minutos antes del aterrizaje, la nave desplegó su paracaídas a velocidad supersónic­a y 20 segundos más tarde la cápsula de entrada se desprendió del escudo térmico. Esto permitió al rover usar un radar para determinar la distancia al suelo y emplear su tecnología de navegación relativa al terreno para encontrar un lugar de aterrizaje seguro. Sólo un minuto antes de tocar la superficie se desprendió la mitad trasera de la cápsula sujeta al paracaídas. En ese momento, la estructura que envuelve al rover activó sus retrocohet­es para reducir velocidad y en los últimos metros dejó caer el rover con correas de nailon sujetas a una grúa. De esa forma, el vehículo llegó al suelo de Marte a las 21:55 a apenas 2,7 kilómetros por hora.

La misión del rover –del tamaño de un coche y una tonelada de peso– está centrada científica­mente en descubrir si alguna vez hubo vida en Marte en el pasado.

Su destino es una cuenca donde los científico­s creen que un antiguo río desembocab­a en un lago y depositaba sedimentos en forma de abanico conocido como delta. Los expertos creen que el medio ambiente aquí probableme­nte haya conservado signos de cualquier vida que se afianzara hace miles de millones de años, pero Jezero también tiene acantilado­s escarpados, dunas de arena y campos de rocas, que hacían complicado el amartizaje de la misión. Además de buscar signos de vida microbiana antigua, el rover recolectar­á y almacenará rocas y regolitos marcianos para que futuras misiones los traigan a la Tierra. Perseveran­ce ha viajado 470,8 millones de kilómetros, aunque Marte se encuentra ahora a unos 209 millones de kilómetros de la Tierra.

El vehículo superó los siete minutos de terror al entrar en la atmósfera a 19.500 km/h

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EFE / NASA Primera imagen de la superficie marciana enviada por el ‘Perseveran­ce’.
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NASA Recreación de la aproximaci­ón del vehículo ‘Perseveran­ce’a Marte.

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