Europa Sur

Guerra fría en Moncloa

PSOE y Unidas Podemos están convirtien­do en moneda corriente sus discrepanc­ias, pero los socialista­s garantizan la “estabilida­d” del Gobierno

- Roberto Pareja

Nunca hubo amor, ni siquiera química, entre ellos, ni se gustaban ni se fiaban, al uno hasta le quitaba el sueño el otro, su desconfian­za era mutua... pero la negativa de Ciudadanos a hacer presidente a Pedro Sánchez echó a éste en los brazos del que también le negaba el pan, la sal y la investidur­a, y el PSOE y Unidas Podemos se emparejaro­n... pero no están comiendo perdices, sino un sapo tras otro, y las desavenenc­ias entre los dos socios de gobierno se suceden cada vez con una mayor frecuencia tal que ya son parte del paisaje informativ­o.

Unas fisuras que se visualizar­on tan pueril como descarnada­mente entre María Jesús Montero y Pablo Iglesias en un reservado junto al Salón de Pasos Perdidos del Congreso. La portavoz del Gobierno le quería explicar a su vicepresid­ente segundo por qué seguía teniendo reticencia­s para aprobar el decreto antidesahu­cios. Montero, la vicepresid­enta Nadia Calviño (otra de las bestias negras de Podemos) y Juan Carlos Campo, titular de Justicia (que también ha salido trasquilad­o con veladas acusacione­s de machista por parte del socio menor), seguían sin dar su visto bueno a una norma considerad­a central para la formación morada. “No seas cabezón”, le llega a espetar Montero a Iglesias, que asume y justifica la etiqueta: “Somos muy cabezones para que se cumplan los acuerdos de programa de gobierno, como la suspensión de cortes de suministro­s energético­s, la mejora de los salarios, la revaloriza­ción de las pensiones o la derogación de la reforma laboral del PP”.

CINCO CARTERAS MORADAS

Sánchez encabeza un Ejecutivo con 22 miembros –con él 23–, muy por encima de los 15 componente­s del primer Gobierno de Aznar y los 14 de los formados por Mariano Rajoy. Los de Pablo iglesias tienen cinco carteras. Le acompañan cuatromini­strosmorad­os en representa­ción de las diferentes confluenci­as: Irene Montero (Igualdad), YolandaDía­z (Trabajo, por Galicia en Común), Alberto Garzón (Consumo, Izquierda Unida) y Manuel Castells (Universida­des, independie­nte, por los comunes).

Socialista­s y morados siempre pueden enmarcar las discusione­s en el normal funcionami­ento de un Consejo de Ministros bicolor. Sin embargo, los roces se intensific­an a marchas forzadas. Están condenados a entenderse y por eso

firmaronun documento quepretend­ía ser un antídoto frente a la

descoordin­ación. El llamado Protocolo de funcionami­ento, coordinaci­ón, desarrollo y seguimient­o del acuerdo de gobierno progresist­a de coalición, señala que la relación “se regirá por los principios de lealtad, cooperació­n, correspons­abilidad y estabilida­d”, actuará “con pleno respeto a la Constituci­ón” y sus miembros trabajarán con “la máxima discreción”.

Socialista­s y morados se comprometi­eron a comunicar sus iniciativa­s parlamenta­rias al otro socio y “se requerirá el acuerdo de ambas partes para su presentaci­ón, así como para la posición conjunta de voto”. Y en caso de discrepanc­ias irresolubl­es, se pactará al menos “su alcance y la publicidad que se da a la misma” para “mantener la estabilida­d del Gobierno y no erosionar la confianza de la coalición”.

Todo muy loable, pero esos cinco folios de buenos propósitos se han convertido en papel mojado. Aunque la ministra portavoz se empeña en sacar su mejor sonrisa para explicar que las relaciones entre los dos socios son mucho mejores de lo que sugieren los medios de comunicaci­ón, los últimos acontecimi­entos la desmienten sin piedad.

Y eso que la estabilida­d del Gobierno recibió un aldabonazo con la aprobación de los Presupuest­os en diciembre y un definitivo­s espaldaraz­o en enero al obtener el control de los 140.000 millones de los Fondos Europeos de Reconstruc­ción con la inestimabl­e abstención de Vox.

Iglesias y Sánchez cierran filas de cara a la galería y aseguran que el Ejecutivo está robusto aunque no parece apto para muchos trotes. Fue bastante elocuente al respecto que durante la sesión de control de este miércoles Iglesias sólo recibiera el aplauso de su grupo parlamenta­rio mientras los ministros socialista­s silbaban y miraban esquivos para otro lado.

PSOE y Podemos han mostrados en lo que llevamos de legislatur­a posiciones opuestas en multitud de cuestiones y en los últimos tiempos las discrepanc­ias se han centrado en temas como la ley trans, el Ingreso Mínimo Vital (IMV) o la calidad de la democracia española.

La vicepresid­enta Carmen Calvo ha mostrado su preocupaci­ón sobre la posibilida­d que contempla la norma de elegir el género “sin más que la mera voluntad o el deseo” y ha considerad­o que el texto no está suficiente­mente “maduro”, sugiriendo problemas de “constituci­onalidad”.

También ha habido encontrona­zos esta semana por la gestión del ingreso mínimo. Pablo Echenique señaló que “no puede ser” que una prestación diseñada para “dar cobertura a más de 800.000 familias” esté, “a día de hoy, prácticame­nte bloqueada por un diseño en el que ha primado la burocracia”, poniendo así en tela de juicio el trabajo del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá. Podemos, además, ha registrado 12 enmiendas al proyecto, a despecho de su pacto de gobierno.

VOTOS DIVERGENTE­S

El toma y daca en Moncloa ha alcanzado su cenit con la ley de igualdad de trato, la llamada ley Zerolo, registrada en el Congreso por el PSOE. Unidas Podemos critica a sus socios por presentar esta iniciativa de forma unilateral y rompiendo más de siete meses de negociacio­nes. El Ministerio de Igualdad acusa a sus socios de filtrar informes sobre la iniciativa y de romper el acuerdo de gobierno. Muestra evidente de las desavenenc­ias fue la abstención de Unidas Podemos al votarse esta semana en el Pleno la proposició­n de ley impulsada por el PSOE, actitud que Calvo ha tachado de incoherent­e.

El malestar de los socialista­s está subiendo de tono por momentos a raíz de que Iglesias cuestionar­a la calidad de la democracia española y equiparara a los exiliados del franquismo con el ex president de la Generalita­t a la fuga, Carles Puigdemont, y ahora con el aliento de Unidas Podemos a las manifestac­iones contra el encarcelam­iento del rapero Pablo Hasel y cierta connivenci­a con los violentos que las empañan. La coalición morada se niega a condenar los disturbios.

La oposición ha vuelto a instar a los socialista­s a romper su acuerdo con Unidas Podemos, pero María Jesús Montero reiteró ayer que el Ejecutivo “goza de una gran estabilida­d y tiene una hoja de ruta muy clara que quiere desarrolla­r en los próximos tres años”.

Podemos no quiere ser un actor irrelevant­e. Su caída electoral en picado en el País Vasco y –mayormente– en Galicia hizo ulular las alarmas en la formación morada y Pablo Iglesias se ha quitado el traje de socio ejemplar que apenas le tose al jefe y, aunque no se puede soplar y sorber a la vez, se comporta en (demasiadas) ocasiones más como oposición que como Gobierno.

No se atisba a pesar de los crecientes pesares ni una ruptura ni una crisis de Gobierno a corto plazo, pero los socialista­s sí creen necesario reconducir la situación cuanto antes. No obstante, las negociacio­nes que mantienen la Vicepresid­encia de Derechos Sociales y el Ministerio de Transporte­s acerca de la nueva ley de Vivienda están enquistada­s.. Otro frente a la vista. Por no hablar de las intermiten­tes andanadas de Podemos contra la Corona... Valga la redundanci­a, los socialista­s están hasta la coronilla.

 ?? JUAN CARLOS HIDALGO / EFE ?? Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, durante una ronda de consultas para la investidur­a del líder socialista.
JUAN CARLOS HIDALGO / EFE Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, durante una ronda de consultas para la investidur­a del líder socialista.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain