Europa Sur

El ojo del 23-F

Residente en la capital gaditana, fue uno de los operadores de Televisión Española que estuvo en el hemiciclo y fue el que tomó las imágenes del forcejeo de Gutiérrez Mellado con los golpistas

- Melchor Mateo

El 23-F pasará a la historia por un intento de golpe de Estado fallido pero también porque hemos conseguido retener en la memoria mucho de lo que pasó porque quedaron imágenes del asalto al Congreso de los Diputados. El bigote del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, su famosa frase populariza­da de “¡que se siente, coño!, los disparos y el forcejeo del entonces ministro Gutiérrez Mellado con los golpistas...

Todo eso fue posible a que esa tarde en la que debía de elegirse a Leopoldo Calvo-Sotelo, de UCD (Unión del Centro Democrátic­o) como presidente del Gobierno en sustitució­n de Adolfo Suárez, estaba allí uno de los equipos de retransmis­iones de Televisión Española. Uno de aquellos operadores de cámara fue Ángel Flores, madrileño y gaditano de adopción que vive desde que se jubiló en Cádiz.

Cámara histórico del ente público, encontró el amor en Cádiz cuando se desplazó para una retransmis­ión del Trofeo Carranza de fútbol y acabó casado con la que es todavía su esposa, María de los Ángeles Martín Guzmán.

A través de la cámara de Ángel Flores han pasado muchos momentos históricos desde que entrara en el ente público en el año 1967. Desde los discursos navideños de Franco a los posteriore­s de Juan Carlos I, el funeral del propio Franco, la boda del actual rey Felipe VI, varias olimpiadas o incluso la primera sesión del Parlamento de Andalucía. Muchas de las imágenes que conservamo­s en la memoria salieron de la cámara de Ángel Flores, como ese 23-F que nunca olvidará. La paradoja del destino quiso que su única nieta naciera precisamen­te un 23 de febrero.

Ángel Flores relata que esa tarde le tocó a su equipo acudir al Congreso de los Diputados para aquella sesión. Reconoce que Las Cortes “era algo que nadie quería porque era muy aburrido pero ese día nos tocó a nosotros”.

Para ese día se dispusiero­n cuatro cámaras repartidas por el hemiciclo. Una de las dos centrales era la de Ángel Flores, mientras que la otra era de Carlos Arias. Flores recuerda que tenía en cámara enfocado en primer plano a la persona que iba diciendo en voz alta los nombres de todos los diputados hasta que cuando llegó el del famoso Manuel Núñez Encabo “empezamos a oír desde fuera, por la puerta de la izquierda desde donde estábamos, una discusión. El orador se giró y de pronto se abrió la puerta de manera violenta. Nosotros seguíamos grabando pero ya empezaron a entrar guardias civiles por todas las puertas”.

Ángel Flores reconoce que al principio no era consciente de lo que estaba pasando “y pensaba que era alguna revisión en materia de seguridad porque en ese tiempo había muchos problemas con el tema del terrorismo de ETA”.

Por detrás de donde se encontraba­n los dos cámaras que ocu

paban el centro apareciero­n mas guardias civiles. “Uno se fue hacia la cámara de Carlos Arias, la apartó y llegó incluso a tirarla. Después vinieron a por la mía pero entonces empezó a producirse el forcejeo con Gutiérrez Mellado, que se cogía con mi cámara. Con la discusión que había, el guardia civil dudó un momento y me permitió poder grabar ese momento”.

Acto seguido vino uno de los instantes más delicados y es cuando empezaron las ráfagas de tiros: “La cámara empezó a temblar con el movimiento que haces inconscien­te para ponerte a salvo. Pese a ello, por el rabillo del ojo pude ver que todos los diputados se agacharon menos tres: Adolfo Suárez, el citado Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo”.

Flores asegura que una vez que acabaron los tiros, el guardia civil terminó lo que había venido a hacer con su cámara, es decir, inutilizar­la, “por lo que arrancó el cable y encima con la punta de la metralleta le pegó un golpe al visor de la cámara y saltaron algunos cristales que fueron a parar a mi cabeza”.

No obstante, hubo una que estuvo operativa durante unos 18 minutos más: “La que estaba a la derecha se quedó grabando porque su responsabl­e sólo tocó el brillo y el contraste en vez de apagarla y se quedó con un plano fijo general durante ese tiempo”.

La cámara quedó inutilizad­a posteriorm­ente de manera accidental. Cuando el capitán Muñecas anunció que poco después vendría una autoridad competente al Congreso de los Diputados y fue Suárez el que empezó a protestar antes de escucharse el “que se siente, coño”, “hubo otro guardia civil que al asomarse para ver qué es lo que pasaba, tuvo que girar esa cámara y entonces ya se perdió el plano”. Desde entonces ya no hubo más imágenes de lo que sucedió en el Congreso de los Diputados en las horas siguientes.

Pese a que la mayoría de la gente piensa que aquello fue una retransmis­ión en directo, lo cierto es que la segunda sesión de la investidur­a de Calvo-Sotelo no se estaba dando por la tele. Lo que hacían era que se tomaban todas las imágenes y se grababa mediante vía enlace con Prado del Rey, que era donde esta la sede central de Radiotelev­isión Española. La cinta de esas imágenes, relata Flores, se escondió en el asiento del director general de la cadena para evitar que los golpistas la pudieran destruir, lo que habría dejado sin ninguna huella en vídeo de aquel instante que fue trascenden­tal en la Transición democrátic­a.

Volvamos al interior del Congreso de los Diputados. Ángel Flores y el resto de los compañeros cámaras permanecie­ron en sus respectivo­s lugares hasta que pasada una hora les pidieron que les siguieran hasta llegar a la planta baja del edificio, concretame­nte al Salón de Conferenci­as o de los Pasos Perdidos. Allí lo que realmente le llamó la atención a Ángel Flores “es que en la mesa redonda que está en el centro de ese lugar había una montaña de pistolas, que serían de los guardaespa­ldas de muchos de los políticos que estaban y que habían sido desarmados”. Allí había también periodista­s y fotógrafos de otros medios y los pusieron a todos en fila: “Uno a uno empezaron a preguntarn­os que quienes éramos y cuando me tocó el turno a mí, se lo dije y acto seguido me comentó con palabras textuales: “si quiere, se puede marchar””.

Ángel Flores no lo dudó un instante porque entre otras cosas, ya no podía tampoco seguir desarrolla­ndo su trabajo. Veía al fondo la luz que entraba de la calle conforme se acercaba a la puerta “y salimos como el que sale de la cárcel”.

Con sus pequeñas heridas en la cabeza de los cristales de la cámara, decidió irse andando hasta la Puerta del Sol. Ahí tuvo una especie de choque emocional, de shock, “porque veía a la gente tan normal en sus cosas mientras que tú llevabas la carga de todo lo que había pasado un rato antes”.

Cuando llegó a su casa se encontró a su mujer muy preocupada, ya que se había enterado de casualidad de lo que estaba pasando en el Congreso de los Diputados, ya que en una tienda el dependient­e dijo que “menuda se está liando en Las Cortes a tiros”. A María de los Ángeles, evidenteme­nte, se le heló la sangre porque sabía que su marido estaba en el escenario del problema.

Ángel Flores, ya en su casa, pensaba que podía tener éxito el golpe de Estado y más cuando empezó a ver los tanques en las calles de Valencia: “Creía que eso ya no tenía marcha atrás y que íbamos a volver a la dictadura”. Asegura que se llevó toda la noche sin dormir siguiendo todo lo que estaba pasando y también por la tensión de lo que había vivido.

Sin embargo, el golpe de Estado no salió adelante y todos recuerdan la intervenci­ón del Rey Juan Carlos I en un mensaje que esa vez no estuvo recogido por su cámara. Dos días después de aquello, volvía a estar al pie del cañón en el Congreso de los Diputados “para terminar la votación que había quedado interrumpi­da el 23-F. De ese día fue muy emocionant­e los cinco minutos de aplausos que dedicaron a Gutiérrez Mellado”.

Él formó parte de aquella historia en un segundo plano pero con una intervenci­ón decisiva para que hubiera pruebas documental­es a través de imágenes y sonidos de lo que pasó. Gracias a ello lo han invitado en varias ocasiones a los homenajes que hacen a la Constituci­ón de 1978 y recibió un premio honorífico al Talento por el 23-F.

Ahora se cumplen 40 años de aquel hecho y vive en su retiro dorado de Cádiz, el lugar donde encontró el amor, a poco metros del mar disfrutand­o de la libertad que le da el que aquella jornada del 23-F la intentona golpista fracasara.

Cuando un guardia civil vino para apagar la cámara, ocurrió el forcejeo de Gutiérrez Mellado. Dudó y pude grabarlo” Tras salir del Congreso me fui a la Puerta del Sol. La gente hacía vida normal mientras que yo llevaba mi carga”

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Angel Flores, en el Paseo Marítimo de la playa Victoria de Cádiz.
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