Pepe García: petición por justicia
● La periodista linense solicita que el profesor y comunicador, natural de Ceuta pero residente en La Línea durante décadas, reciba el título de Hijo Adoptivo a título póstumo
ES tiempo de Cuaresma, de conversión y de renovación, de esperanza y alegría de corazón, aunque a nuestro alrededor no deje de pasearse la muerte y la incertidumbre quiera robar el protagonismo a la propia vida.
Pero hoy también es tiempo de gratitud a la vez que de aceptación, porque son momentos de llevarnos a lo genuinamente íntimo, a esa parte que toca lo sagrado de cada uno de nosotros, y hace que podamos ver con otros ojos la propia realidad. El fallecimiento por Covid-19 de quien considero uno de mis grandes maestros de vida, Pepe García, me toca las entrañas y me las remueve para recordarme lo que también aprendí con la muerte de mi propio hijo José Andrés. Lo vulnerables que somos. Con esa convergencia de sentires que me da la muerte y la vida quiero también agradecer, porque he tenido el privilegio de nacer en una tierra repleta de riqueza en sus gentes. Riqueza en el arte, nuestras costumbres y hasta el cielo y el aire que se puede respirar en ella.
He tenido el grandioso privilegio de vivir y aprender el sentido de la propia vida, pudiendo gritar a los cuatro vientos lo que significa ser del Sur del Sur. Rodearme de tan grandes personas que tiene nuestra tierra en todos los ámbitos posibles, y poder descubrirlos gracias a mis comienzos en la Radio y Televisón de la Linea de la Concepción con Antonio y José García. Mis hermanos Álvarez Quintero, quienes me transmitieron el gran amor a mi tierra viendo en ella tanta riqueza imposible de contabilizar porque es infinita.
Hoy no puedo ni quiero pasar por alto tanto que debo, y creo que como yo otros muchos, debemos a estos hermanos, y aunque se lo he repetido muchas veces en los últimos años, ahora que se ha marchado uno de ellos, José García, nuestro Pepe, creo que no han sido suficientes las veces para reconocer tanto bueno que han aportado a mi vida.
A Pepe siempre lo vi junto a mi padre, José Herrera, primero en el Colegio Santa Ana, los dos maestros incansables. Maestros con letras mayúsculas. Luego en las colonias de verano en Jimena de la Frontera y Olvera tantos años... Siguieron mis comienzos en los medios de comunicación, y cuando me marché de La Linea, siempre buscando excusas para volver y celebrar cualquier cosaLa presentación de un libro, el pregón de la feria, un café en la plaza de la iglesia o el nacimiento de mis hijos. Cualquier excusa era perfecta.
No puedo sentir que te has ido Pepe, simplemente se que has cruzado a la otra orilla, y en esa divergencia de caminos no dejaré de encontrarte. Gracias por tu vida cumplida y ya abrazada en la eternidad. Tú si que llegaste, y si que supiste amar la vida y a todos con auténtica pasión e intensidad, sacando de cada uno lo mejor de nosotros mismos. Sin duda has sido y sigues siendo motivo de inspiración para muchas personas, dejando una gran huella de humanidad, de humildad, compromiso, sacrificio, generosidad y lealtad admirables. Muchas cosas no se van contigo, se quedan en la historia personal de muchos linenses, como en la mia, porque bien supiste guardarlas en el corazón de cada uno de nosotros, dedicándonos tu tiempo, cariño y amistad. Otras quedan como un gran legado para la historia de La Linea, esa historia que tanto has vivido, disfrutado y contado y que queda como memoria gráfica de la ciudad en tantos montajes de historias linenses, lugares, fiestas... como dijo Ana María Anacue estos días, una oda de amor permanente a tu pueblo de adopción. Y lo mejor de todo, has sido un gran maestro de la vida más allá del aula, y que tanto dejas en cada uno de tus alumnos, que hoy lloran tu pérdida pero celebran haberte encontrado en sus primeros años de vida como el maestro entregado en cuerpo y alma durante más de cuarenta años.
Mari tu esposa, tus hijos Susana y Mario, y tus nietos, han sido determinantes en tu vida. Una familia siempre ejemplar y repleta de generosidad, siempre atenta a todos y entregada apoyando todos tus proyectos, desde aquella Atunara, y luego en pleno centro de La Linea.
Ahora, no hay palabras, solo gestos de agradecimiento por tanto recibido, y traslado mi más profundo sentir en estos momentos, y también para tu hermano Antonio, tu otra mitad quien se resiste a tu pronta partida, pero sabe que simplemente te adelantaste, porque volveremos a encontrarnos.
Muchos nos sentimos más huérfanos, pero con el privilegio de tenerte en nuestras vidas. Agradezco tu entrega y maestría, y mucho me hubiese gustado acompañarte para verte como uno de los ilustres linenses que eres, maestro de maestros, por tu bondad y enseñarnos con tu generosidad a ser un poco mejores y creer que una Linea mejor siempre es posible.
Tu hermano Antonio nos decía que habías luchado cual gigante
Quedan como memoria gráfica de la ciudad tantos montajes de historias linenses, de lugares, de fiestas...
contra las oscuridades de la existencia, y que así te has ido. Como has vivido, lúcido y trasparente, seguro que de fondo sonaba el cántico de los vencedores, y volverás a florecer en la juventud eterna de Dios. Porque para el saber de Dios, nada es nada jamás, es todo nuevo, solo hace falta ser aceptado.
Confío en que todos aceptemos tu pérdida física y se pueda compensar con devolverte, aunque hubiese querido fuese en vida, ser Hijo Adoptivo de La Linea.
Se nos ha ido un hombre bueno. Un hombre de bien. Y reconocer tus méritos es una acción de justicia y aunque debería haber sido mejor antes que después, porque mañana es víspera de nunca, me atrevo a pedir que tu hermano y tu podáis serlo juntos en distintas dimensiones.
Ser Hijos Adoptivos de mi ciudad natal, La Línea de la Concepción los hermanos José García Jiménez y Antonio García Jiménez . Mis Álvarez Quintero.
Muchos seguro se unen a esta petición, más que merecida por ambos. Que así sea.