El enésimo disgusto de Isabel II
Eduardo VIII en diciembre de 1936, para casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson, en lo que supuso el punto más bajo de una institución con más de 1.000 años de historia.
Según The Telegraph, tanto el secretario privado de la reina Isabel, Edward Young, como el del príncipe Carlos, Clive Alderton, y otros empleados vieron en directo la entrevista de Enrique y Meghan a través de un enlace enviado por el equipo de telecomunicaciones de palacio. Luego se prepararon los oportunos resúmenes para informar a los miembros de la familia real. De cara al público, sin embargo, los Windsor aparentarán normalidad. Ahora que ya han dado una respuesta, retomarán su agenda habitual. “Se comportarán como si nada”, explica Dickie Arbiter, secretario de prensa de Isabel II en la época en la que la princesa Diana provocó un revuelo similar al conceder su famosa entrevista a la BBC en 1995. “Si se escondieran detrás del sofá, sería como admitir su culpa. Si no hay falta o delito, sales ahí fuera y te enfrentas al público”.
El caso es que la institución de la monarquía no cuenta con tanto respaldo, en general, no sólo en Reino Unido, como a mediados de los 90. Ahora tampoco se trata de los divorcios de tres de los cuatro hijos de la monarca, Carlos, Andrés y Ana. El escándalo, a la altura de delito, puede equipararse más a la vinculación de Andrés de York en el caso Epstein. Pero esta vez las manifestaciones racistas apuntan, según la mayoría de medios, al heredero al trono, el príncipe Carlos.
Un amigo de Meghan ha declarado al Daily Mail que ella “no se arrepiente en absoluto de lo que dijo durante la entrevista, y que hablar con Oprah (Winfrey) fue catártico y transformador, la mejor decisión que jamás haya tomado, aparte de casarse con Enrique”.
La misma fuente señaló además que la duquesa de Sussex ha manifestado que la familia real británica “debería sentirse aliviada de que no mencionó nombres o entró en más detalles de lo que sucedió a puertas cerradas”, en tanto que aseguró que ella “defiende su verdad y que, en última instancia, todos los involucrados ganan porque ahora todo está a la vista y desde ese lugar puede comenzar la curación”. Por último, al parecer, la esposa de Enrique no está cerrada a entablar conversaciones “constructivas” con la reina y el resto de miembros de la corte inglesa.