MADRID ESCENIFICA LO PEOR DE LA CLASE POLÍTICA
CIUDADANOS culpa al PP de la ruptura de los gobiernos en Murcia y Madrid, y ha puesto patas arriba la política española con la moción de censura en la región levantina, pero no esperaba que su movimiento fuera a desencadenar la guerra total con sus aliados haciendo saltar por los aires al Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso.
En las últimas semanas se ha ido intensificando el deterioro del Gobierno de Murcia. El vicesecretario general de Cs y mano derecha de Inés Arrimadas, Carlos Cuadrado, se había reunido varias veces con Teodoro García Egea, el escudero de Pablo Casado, instándole a reconducir unas fricciones que tienen sus renglones más torcidos en el proceso de vacunación, un “caso de corrupción grave”, a juicio de la formación naranja.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el Segura por Murcia, Díaz Ayuso aprovechó la reunión del Consejo de Gobierno de la Puerta del Sol para disolver la Asamblea de Madrid y convocar elecciones autonómicas el 4 de mayo. Y la izquierda, ante una convocatoria ante las urnas que le pilla con el pie cambiado, registra a renglón seguido de las elecciones preventivas del PP madrileño sendas mociones de censura (PSOE y Más Madrid).
Así que Madrid se echa en brazos de la incertidumbre y la parálisis. Incertidumbre porque la convocatoria electoral del 4 de mayo está en el aire, en manos del Tribunal Superior de Justicia regional. Parálisis porque todo lo que suponen tanto la convocatoria electoral que propugna el PP, como las mociones de censura que avala la izquierda, tejerán una tela de araña en la que van a quedarse atrapadas las ayudas y subvenciones que debe repartir el Gobierno madrileño en pleno pulso a la pandemia.
La gran damnificada de todo lo expuesto es la unidad del centroderecha. PP y Ciudadanos están rompiendo todos sus puentes (el Gobierno andaluz mira de reojo y silba presumiendo de una cohesión cada vez más inverosímil) y de hecho, Inés arrimadas ni siquiera saludó ayer a Pablo Casado. Mucho tiene que ver el hecho de que Ciudadanos presida la Asamblea regional y que ha tenido mucho (todo) que ver en que haya prosperado (de momento) el intento de la izquierda de presentar una moción de censura tan preventiva como la convocatoria electoral.
La moción de censura es un instrumento diseñado para forzar la destitución de un gobernante y no parece de recibo que la izquierda
recurra a ella una vez convocadas unas elecciones. Da la sensación de que la izquierda madrileña busca el poder esquivando las urnas. Y de que Ayuso también va más allá y pretende erigirse como gran divisa del PP aprovechando el bajón que sufre Casado, tocado por la debacle en Cataluña y desnortado (la mudanza de Génova y su boca cerrada ante la corrupción intramuros lo atestiguan) ante el aluvión judicial con el que apechuga.
El centro derecha arde, el PSOE busca la complicidad de Ciudadanos, que lucha por sobrevivir, y los extremos también entran en danza. Vox se ofrece al PP como “socio fiable” y Podemos percibe con horror los guiños de Ferraz a los de Inés Arrimadas.
Los políticos nos representan por mucho que el 15-M se empeñara en lo contrario, pero lo de Madrid es difícil de justificar. La lucha de egos parece más prioritari que satisfacer el necesitado interés general.