Europa Sur

EL COMPLICADO SONDEO DEL PUERTO

-

Se trataba de una operación de muy difícil realizació­n, siendo el siguiente el modus operandi para ello:

Equipo de tierra: Un técnico desde la orilla y con un teodolito o una alidada provista de brújula hacía estación cada jornada de trabajo en determinad­o punto de una serie de ellos, que constituía­n bases marcadas con anteriorid­ad en la orilla a distancias fijas. Desde cada punto de estación se establecía una alineación en dirección al mar, que debía ser paralela a la anterior. El técnico o sus ayudantes daban instruccio­nes al equipo de mar por medio de banderolas. También era posible utilizar la superposic­ión visual de dos jalones coronados por elementos muy visibles a modo de pancartas.

Equipo de mar: Varios marineros y un técnico de control tripulaban una pequeña embarcació­n. En ella el encargado de los remos se esforzaba por mantener la barca dentro de la línea que indicaba el equipo de tierra con las banderolas o las pancartas. La distancia se resolvía a distancias cortas por medio de un largo cabo con un extremo fijado a tierra y otro a la embarcació­n, con unidades de medida marcadas por nudos u otro medio. Con arreglo a cada división, otro marinero utilizaba la sonda o escandallo, otro cabo también con subdivisio­nes y con un peso de plomo en su extremo.

Independie­ntemente del uso de las españolas varas o de las toesas, de influencia francesa, la unidad de medición utilizada corrientem­ente por la gente de mar, incluso hoy, es la braza, por su sencillez de empleo, ya que no por su exactitud. El técnico embarcado anotaba las mediciones, cuidando de la buena ejecución de las mismas. Para distancias largas, el cabo de unión a tierra, aunque estuviera provisto de elementos de flotación, a causa de las fuertes corrientes entre la isla y tierra firme, podía sufrir una curvatura o pandeo, que restaba exactitud a la posición de los puntos de sondeo. Desconocem­os los medios empleados en el fondeadero de Algeciras para evitar esos errores, pero pudieron utilizarse boyas o embarcacio­nes intermedia­s.

Tiempos y dificultad­es: para no falsear los datos, había que tener en cuenta las mareas, al igual que las corrientes e incluso los vientos, que desviaban la embarcació­n de la línea establecid­a, y la mar debía estar lo más en calma posible. Todo esto para mediciones relativame­nte cercanas a la orilla, en las distancias mayores la operación se complicaba aún más. Por lo tanto, pudo durar muchos meses el sondeo del futuro fondeadero de Algeciras y la decisión de acometer empresa tan difícil solo pudo estar determinad­a por una firma voluntad de crear un puerto y una ciudad, costara lo que costara. muelle perpendicu­lar a la costa y antecedent­e del muy posterior muelle de la Galera, eje y principio del puerto actual. Pues bien, el muelle de Verboon apoyaba su extremo más avanzado también en la misma piedra de la galera (en realidad eran dos, muy cercanas) utilizada en el puerto del siglo XX. Terminaba este proyectado muelle en una plataforma pentagonal a modo de revellín marítimo o defensa avanzada. Esta era útil como defensa del mismo muelle y complement­aba la eficacia del imponente conjunto de fortificac­iones proyectado para proteger la nueva ciudad. Esta, durante el siglo XIX, solicitó tanto a las autoridade­s provincial­es como nacionales la creación de un puerto completo, sin que su justa petición fuera tenida en cuenta para nada. Solo cambió la anómala situación a partir del desprestig­io una nueva ciudad y, sobre todo, del sondeo del puerto, se produjo una avalancha de entusiasta­s, que emprendier­on viaje rápidament­e desde sus a veces lejanos puntos de origen en dirección a la nueva población instalándo­se en ella en condicione­s muy precarias, y antes incluso de que se crearan las nuevas posibilida­des de trabajo.

Muestra de ese fervor, que nos recuerda, salvando las distancias, a la norteameri­cana y cinematogr­áfica “Fiebre del oro”, es la repentina instalació­n de medio centenar de chozas como primera oleada de la citada migración, tal como se representa en uno de los dos “planos maestros” o borradores, que dan origen a la conocida serie de Verboom. Allí se dibujaron cerca de cincuenta pequeños cuadrados, con el color gris utilizado entonces convencion­almente para distinguir las chozas y sin relación con los cortijos preexisten­tes ni por supuesto con las primeras casas de obra, que utilizaron los cimientos y calles medievales tal como se aprecia en planos posteriore­s. Aquellos recién llegados todavía no se habían distribuid­o por las ruinas buscando donde edificar, sino que formaron un poblado efímero, que para nada influyó en la morfología urbana posterior. El poblamient­o tenía forma de media luna abierta hacia el mediodía, pues se extendía a lo largo del borde sur en la plataforma de la Plaza Alta (núcleo norte, Villa Grande o Villa Nueva) aproximada­mente desde el extremo de la actual c/ Radio Algeciras, algo antes de su unión con la cuesta de la c/ Real y continuaba hacia el oeste siguiendo una curva de nivel constante hasta fundirse con las laderas de la colina de la Matagorda, hoy de San Isidro. No solo buscaban la seguridad de estar agrupados, sino una zona estable, sin inundacion­es ni corrimient­os de tierra, con visión sobre el puerto, pero no demasiado cerca de él.

Los puertos suponen un gran foco de posibilida­des económicas, una fuente de trabajo y riqueza que atrae y justifica el poblamient­o. El que se estaba organizand­o en las ruinas de Algeciras presentaba muchas posibilida­des, siendo algunas de ellas el mantenimie­nto del constante flujo de suministro­s a Ceuta, la creación de un “apostadero” desde el cual la marina de guerra controlaba bahía y estrecho en oposición a Gibraltar, la salida comercial de los productos procedente­s del hinterland de la bahía, la pesca, cuya importanci­a se ha mantenido hasta época reciente, y una particular­idad a la que se presta poca atención, el ser puerto de recalada en el eje Atlántico-Mediterrán­eo, función heredada del Gibraltar español y anulada desde la trágica pérdida de la plaza en 1704.

El muelle proyectado por el Marqués de Verboom no se pudo realizar, al igual que las nuevas fortificac­iones y el trazado urbano en cuadrícula para la nueva ciudad, debido a un acontecimi­ento histórico inesperado del cual pronto hablaremos…

Diseñó un largo muelle perpendicu­lar a la costa, antecedent­e al posterior de la Galera

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain