La fatiga pandémica dispara el consumo de psicofármacos
El año transcurrido desde el primer estado de alarma ha dejado un consumo de psicofármacos disparado por la fatiga pandémica que ha incrementado el estrés, la ansiedad o las alteraciones del sueño, y que, según los expertos, van a ir a más debido a la resistencia a pedir ayuda ante esos trastornos mentales y a que son problemas que tardan en aparecer.
En estos 12 meses de pandemia y confinamientos se han multiplicado las listas de espera en psicólogos y psiquiatras para tratar los síntomas depresivos o problemas relacionados con el duelo patológico, lo que provoca mucho retraso en el inicio de tratamientos terapéuticos y farmacológicos para revertir los problemas mentales.
Por ello, y como medida preventiva, los profesionales urgen a los ciudadanos a adoptar rutinas y métodos de vida saludables para que los síntomas de hartazgo y desesperanza no se cronifiquen y terminen transformándose en un trastorno mental.
Según Fernando Chacón, vicepresidente del Consejo General de Colegios de Psicólogos, el estrés y la ansiedad predominaron en la primera parte de la pandemia, momento en el que los más afectados fueron quienes perdieron a familiares sin poder despedirlos o enterrarlos y los que estaban en primera línea –sanitarios, personal de residencias o de morgues–, muchos de los cuales aún no han podido recuperarse del estrés postraumático.
Sin embargo, revela que, según se fue prolongando, los síntomas depresivos se fueron apoderando de los españoles. Situación que se agudizará porque “algunos problemas económicos aún no se ven, la repercusión emocional no es inmediata y a muchas personas les da reparo pedir ayuda”.
Por ello, recomienda a los que tengan problemas prolongados (dos o tres semanas) de ansiedad, pensamientos negativos, estrés o sueño que no aguanten sin consultar a un profesional. Así evitarán que los síntomas se cronifiquen y lograrán recuperar antes la normalidad.
“Más vale pecar de ir pronto que tardar mucho”, aconseja el experto, principalmente a los hombres, a los que cuesta más pedir ayuda.
Aunque asegura que la pandemia nos ha afectado a todos, destaca que su impacto no ha sido homogéneo ya que depende de la intensidad de la fuente de tensión así como de los recursos personales de cada uno y de su vulnerabilidad.
El también presidente del Colegio de Psicólogos de Madrid lamenta que no se hayan puesto en marcha programas de prevención en Atención Primaria ni se haya reforzado la salud mental en los centros de salud o en atención especializada.
“Un médico de cabecera sólo receta ansiolíticos o psicofármacos y, en ocasiones, deriva a servicios de salud mental donde hay listas de espera de tres o cuatro meses”, critica Chacón, quien revela la “bajísima” cobertura en este terreno en España, con entre seis y ocho profesionales por cada 100.000 habitantes, frente a la media de 18 de la OCDE.