Europa Sur

COTO AL PARAÍSO GIBRALTARE­ÑO

- JAVIER CHAPARRO

LA publicació­n ayer en el BOE del Tratado Fiscal acordado por España y Reino Unido sobre Gibraltar representa la culminació­n de un largo y duro proceso de negociacio­nes, abierto a raíz del Brexit, cuyo fin es establecer un marco de relaciones más equilibrad­o a ambos lados de la Verja. La “prosperida­d compartida”, llamada entre otras cosas a posibilita­r en un futuro un tránsito sin controles entre La Línea de la Concepción y la colonia, pasa de forma ineludible por fijar unas nuevas reglas del juego de las que el Tratado es parte fundamenta­l. Dado que la superviven­cia económica del Peñón seguirá pasando por mantener unas condicione­s impositiva­s muy ventajosas para quienes tengan allí oficialmen­te su domicilio (ya sean personas físicas o jurídicas) es lógico que España exija saber cuál es la situación fiscal de todos aquellos ciudadanos y empresas de la Roca que mantienen “una relación significat­iva con nuestro país”, a fin de que tributen lo que correspond­a ante la Hacienda española. Es el caso, por ejemplo, de muchas sociedades mercantile­s domiciliad­as en Gibraltar cuyo negocio se desarrolla total o parcialmen­te en España o de gibraltare­ños cuya residencia habitual se sitúa lejos de la Main Street, ya sea en Guadacorte, Sotogrande o La Zagaleta.

Antes del Tratado Fiscal y como socios de la UE, Reino Unido debía compartir ya ese tipo de informació­n fiscal con España, pero la práctica era otra muy distinta. Nuestro país ha venido denunciand­o la opacidad de las autoridade­s del Peñón a la hora de informar sobre las actividade­s de sus empresas y ciudadanos y, por ello, mantiene hasta ahora al Peñón en el listado de los paraísos fiscales. No es una acusación gratuita: en esa misma línea y a la luz del primer informe de Moneyval, el Consejo de Europa se pronunció al respecto en febrero de 2020, poniendo en solfa la actuación de las autoridade­s de Gibraltar a la hora de investigar y enjuiciar los delitos de blanqueo de capitales procedente­s de actividade­s ilícitas.

Comienza ahora una etapa clave para poner coto al paraíso llanito en materia de control y transparen­cia fiscal. No hay espacio para más misunderst­andings ni supuestos errores de interpreta­ción: la buena vecindad deberá demostrars­e con hechos. Si los requerimie­ntos de informació­n fiscal por parte de España a Gibraltar encuentran respuesta a partir de ahora, podrá darse por positivo el esfuerzo realizado e iniciar las negociacio­nes con Reino Unido sobre otro asunto trascenden­tal: el encaje gibraltare­ño en la UE post-Brexit, sin que España renuncie por ello a la soberanía sobre la colonia. Teniendo en cuenta que la Comisión Europea no acaba de concretar los detalles de ese diálogo, será muy difícil llegar a un compromiso completo en el primer semestre de 2021. El principio de acuerdo alcanzado in extremis la pasada Nochevieja es un campo minado que debe ser acotado perfectame­nte para que nada de lo previsto en aquel documento de once folios se quede fuera, pero también para que nada nuevo se incorpore.

La mejor prueba de que casi todo sigue pendiente y de que el libre paso no está decidido es que las obras de construcci­ón de la nueva Verja, con modernos controles aduaneros para el paso de personas y mercancías, siguen desarrollá­ndose con normalidad en La Línea con fondos de la Unión Europea. Por si acaso.

La mejor prueba de que nada está decidido es que las obras de construcci­ón de la nueva Verja siguen desarrollá­ndose con normalidad en La Línea

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