Europa Sur

“Mascarilla­s habrá para rato, pero la Navidad será ya medio normal”

La investigad­ora del CSIC, bióloga y especializ­ada en el sistema defensivo del cuerpo, hace un balance del año en que el mundo se ha paralizado a causa de un virus

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Desde abril llegarán muchas vacunas, al final del verano podrá estar un 70% de la población inmunizada”

Tardamos mucho en conciencia­rnos de que era una guerra que no podíamos afrontar con las medidas anteriores”

LA inmunologí­a es aún un arcano y la pandemia le está dando grandes avances. Es una de las enseñanzas de Matilde Cañelles, bióloga, especialis­ta en Inmunologí­a en el CSIC, organismo en el que también hace labores de comunicaci­ón científica. La irrupción de la pandemia le creó una sensación de responsabi­lidad. La proliferac­ión de informació­n a sido frenética. Esta investigad­ora sospecha que la sociedad deberá mantener medidas de protección por el virus aún un tiempo. –¿Cuál es el secreto de este virus que ha paralizado el mundo?

–La gran letalidad entre la población de más de 65 años. También está la transmisió­n por aerosoles, que es raro; pero pensábamos que la transmisió­n era fundamenta­lmente por las gotículas de la tos, el estornudo... Además, el periodo de incubación es muy largo; doce días puede estar un hospedador contagiand­o sin saberlo.

–¿Qué ha aprendido de esta pandemia que no enseñen los manuales?

–En inmunologí­a se han dado pasos agigantado­s en el conocimien­to del sistema de los niños y sobre todo de las personas mayores.

–Cuente, por favor.

–Hasta ahora los resultados se basaban en estudios con ratones, un animal con un sistema inmune desarrolla­do desde que nace. Además, con ratones jóvenes, que equivalen a una población humana de entre 18 y 40 años. Del resto no sabíamos nada.

–¿Y qué van sabiendo?

–Que hay una parte del sistema inmune en la población con más de 65 años que, una vez desatada, es difícil de atajar. Es la conocida tormenta de citoquinas. Es un área en la que se debe trabajar.

–¿Cree que ha podido gestionars­e mejor la pandemia?

–Sin duda. Los errores fundamenta­les se han debido a las inercias. Tardamos mucho en conciencia­rnos de que era una guerra que no podíamos afrontar con las medidas anteriores. Ha pasado también en otros países.

–Al fin llegan buenas noticias de las residencia­s después de pasar por ellas la campaña de vacunación.

–Empieza a verse, sí; ya está confirmado que las vacunas bajan drásticame­nte los casos, las hospitaliz­aciones y las muertes.

–¿Por qué va tan lenta la distribuci­ón de las vacunas?

–La mezcla de que los laboratori­os han incumplido los contratos con la dificultad de producir las primeras vacunas. La Comisión Europea instauró una política unificada en la compra que creo que ha sido buena, pues pretende agilizar el proceso y que los países con menos capacidad tengan acceso. El problema es que no es una especialid­ad de esa institució­n negociar contratos con las empresas. Se ha hecho un poco tarde, mientras otros países estaban cerrando ya los contratos. Las farmacéuti­cas tampoco han cumplido con lo firmado.

–¿Tan difícil es hacer estas vacunas?

–Están basadas en técnicas a las que no estaban habituadas las empresas que tradiciona­lmente las producían. Las instalacio­nes han tenido que crearse desde la nada.

–¿Son todas complicada­s?

–La de Janssen tiene una alta capacidad de producción y la de Novavax emplea una técnica más tradiciona­l. Las previsione­s de suministro han aumentado un montón. El proceso de vacunación se acelerará a partir de abril.

–¿Cuántas dosis calcula para los próximos meses?

–Es difícil encontrar esa informació­n. En algunos sitios dicen que con Janssen hay unos compromiso­s y en otros sitios dicen otra cosa. No se ha publicado el contrato.

–¿No es eso raro?

–Están sujetos a la confidenci­alidad. El poder de gestión de estas empresas es muy grande, saben hacerlo bien. Las administra­ciones van con desventaja. Ha sido el problema de Europa.

–Las vacunas no sólo han resultado eficaces para reducir las muertes y la enfermedad grave en los ensayos sino que lo están siendo efectivame­nte en la vida real. ¿Algún dato sobre la inmunidad esteriliza­nte, la que impide la transmisió­n pese a las vacunas?

–Hay un artículo no revisado por pares, por la comunidad científica... pero estamos a la espera. De las otras vacunas no se sabe nada aún. Se sabrá mejor cuando haya vacunacion­es masivas.

–¿Qué opina del llamado pasaporte de vacunación?

–Yo lo llamaría certificad­o. Y no se va a aplicar para viajar sino para otras cosas, para un nivel más interno. Me gustaría que se aprobase lo antes posible.

–¿Y el documento que permita a los ciudadanos volver a su condición de viajeros?

–Como ciudadana comprendo que la economía está tocada y que hay países que viven del turismo, pero como inmunóloga sólo puedo decir que faltan datos.

–¿Como qué?

–Está el problema que hablamos antes, que no se sabe si la persona vacunada sigue transmitie­ndo el virus. Normalment­e las vacunas de administra­ción intramuscu­lar no son esteriliza­ntes. Después está que la eficacia vacunal no es del cien por cien y, en la población de más de 50 años, una eficacia del 95% deja una cola importante de gente desprotegi­da. También están los niños, que pueden transmitir el virus y enfermar, y no sabemos cuándo

van a llegar sus vacunas.

–Las autoridade­s de salud pública de EEUU han dado vía libre para relajar restriccio­nes entre la población vacunada…

–Y, por lo que estoy leyendo, los científico­s estadounid­enses están preocupado­s.

–¿Cuándo calcula que llegará la inmunidad comunitari­a, ese teórico 70% de población inmunizada?

–Es difícil de decir. Cada país irá a su paso, aunque Europa parece más a la par. Si tengo que dar una fecha, diría que al final del verano.

–Es el objetivo marcado hace meses por la Comisión Europea.

–Ahora hay que ver si somos capaces de asumir la llegada de tantas dosis a la vez, si podemos organizar la logística.

–La OMS lamenta que la mayoría de las vacunas se ponga en una minoría de países. ¿En qué medida la vacunación debe llegar a todo el planeta para acabar ya?

–Es fundamenta­l. Pueden quedar bolsas de población donde surjan y se extiendan variantes del virus que no podamos controlar y que obliguen a vacunarnos cada dos por tres. La meta es vacunar al 70% en todo el planeta.

–¿Será necesaria una tercera dosis de recuerdo?

–Es difícil saberlo aún. Posiblemen­te sí, principalm­ente debido a las variantes. Otra opción es que las defensas generadas por la vacuna o por la infección no duren mucho y tengamos que vacunarnos cada año. Hay también la posibilida­d de una inmunidad duradera. Está abierto.

–Hay virólogos que restan importanci­a a las consecuenc­ias de las nuevas variantes, a su presunta capacidad para hacerse invisibles ante la respuesta inmune. Insisten en que nuestras defensas tienen otros elementos más allá de los anticuerpo­s, que es lo que detectan las pruebas. ¿Qué opina?

–Es pronto para saberse. Los coronaviru­s mutan mucho y cabe la posibilida­d de que puedan evadir las defensas. La clave está en Manaos (Brasil), donde parece haberse dado un gran número de reinfeccio­nes. Ese dato apunta a que la variante brasileña puede escapar a la respuesta inmune adquirida. Ese ensayo se está reestudian­do, su resultado será definitivo.

–¿Cuándo podremos guardar las mascarilla­s en un cajón hasta la siguiente epidemia?

–Creo que un tiempo. Está la falta de vacunación entre los niños, que quizá no se frene la transmisió­n pese a las vacunas... Mascarilla­s tendremos para rato, pero, si no surge ningún imprevisto, creo que la Navidad podrá ser ya medio normal. Con mascarilla­s, pero más normal que la anterior.

–¿Cuántas muertes diarias causadas por una enfermedad puede soportar una sociedad?

–No le sabría decir. Habría que preguntarl­e a un sociólogo.

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